Pekín y Taipei, que representan respectivamente el partido comunista y el partido nacionalista de China, han dado inicio a sus primeras negociaciones desde la ruptura histórica entre ambas formaciones, en 1949.

Cada uno de estos dos partidos se considera históricamente a sí mismo como el único dirigente de toda la nación china.

Pero en la práctica Taiwán se convirtió durante la guerra fría en una sucursal de la CIA encargada de vigilar la China comunista.

Reunidas en Nankín, ex capital de los nacionalistas y hoy territorio comunista, las dos delegaciones decidieron abrir rápidamente «representaciones permanentes» de Pekín en Taipei y viceversa, representaciones que serán calificadas de «embajadas» si ambos Estados aceptan su separación y se reconocen mutuamente.

Las conversaciones entre ambas partes vienen a recompensar los esfuerzos del presidente taiwanés Ma Ying-jeou, electo por primera vez en 2008 y reelecto en 2012, pero constituyen un serio revés para Washington, considerado hasta ahora como el «protector» de Taiwán.