Un decreto real relevó al príncipe Bandar ben Sultan ben Abdelazis Al Saud de sus funciones como director de los servicios secretos de Arabia Saudita y consejero de seguridad nacional. Según la agencia de prensa nacional del reino, la decisión fue tomada «a pedido» del príncipe.

Personalidad brillante, hijo del príncipe Sultan con una esclava, el príncipe Bandar ben Sultan fue el hombre de confianza del rey Fahd, quien a su llegada al trono lo nombró embajador en Estados Unidos.

En Washington, el príncipe Bandar trabó amistad con el ex jefe de la CIA y entonces vicepresidente de Estados Unidos George H. Bush, quien decía considerarlo su «hijo adoptivo», lo cual contribuyó a abrirle las puertas de los círculos dirigentes estadounidenses y de muchos de sus clubes. Se le confió la dirección de los ex combatientes wahabitas de Afganistán y se convirtió en el protector de al-Qaeda.

En 2001, al morir Osama ben Laden, el príncipe Bandar se convierte en jefe único de la red terrorista internacional conocida como al-Qaeda, cuyas operaciones financiaba principalmente con los 1 000 millones de dólares que había malversado impunemente gracias al contrato de compra de armas Al-Yamamah [1].

Al morir el rey Fahd, el príncipe Bandar es llamado de regreso a Arabia Saudita, se convierte en líder del clan de los Sudairi y es nombrado consejero de seguridad nacional. Pero en 2010 trata de organizar un golpe de Estado para poner a su padre en el poder y es expulsado del reino, adonde regresa un año más tarde, como jefe del clan de los Sudairi, después de la muerte del príncipe Sultan. Dirige entonces la respuesta de Arabia Saudita a los movimientos políticos que sacuden el mundo árabe [2].

Durante la guerra secreta de la OTAN contra Siria, el príncipe Bandar organiza el atentado que decapitó la seguridad del gobierno sirio, el 18 de julio de 2012. Es nombrado entonces jefe de los servicios secretos de Arabia Saudita pero será a su vez víctima de un atentado, el 26 de julio del mismo año [3], al parecer en respuesta al atentado perpetrado en Damasco menos de 10 días antes.

Hospitalizado por más de un año a causa de sus graves heridas, el príncipe Bandar sobrevive [4] y retoma poco a poco sus actividades. Pero nunca más hablará en público debido a las secuelas del atentado.

En 2013 trata de obligar a Rusia a respaldar la guerra secreta de Arabia Saudita contra Siria, llegando incluso a amenazar al presidente ruso Vladimir Putin con la realización de atentados contra los Juegos Olímpicos de Invierno programados en Sochi [5].

Más tarde reacciona coléricamente ante la decisión estadounidense de suspender los bombardeos anunciados contra Siria después de la crisis de las armas químicas y provoca así una grave crisis en las relaciones entre Washington y Riad [6].

A fines de 2013, nuevas complicaciones con las secuelas de las heridas sufridas en el atentado del 26 de julio de 2012 conducen a la hospitalización del príncipe Bandar en Estados Unidos y posteriormente en Marruecos.

Como resultado de las presiones del secretario de Estado John Kerry, Arabia Saudita retira al príncipe Bandar el manejo de la cuestión siria en febrero de 2014.

[1«El príncipe Bandar llama a su socorro al Opus Dei», Red Voltaire, 19 de diciembre de 2007.

[2«La contrarrevolución en Medio Oriente», por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda, Red Voltaire, 15 de mayo de 2011.

[6«Suicidio saudita», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 28 de octubre de 2013.