En artículo publicado hoy por el subdecano El Comercio, bajo el título: La Haya y el Servicio Diplomático, http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/haya-y-servicio-diplomatico-javier-perez-cuellar-noticia-1730790, el embajador Javier Pérez de Cuéllar, proclama como tesis central de su texto, lo siguiente:

"Muchos que ya no están con nosotros sentaron las bases de la posición peruana en La Haya, destacaron su labor pionera en el arduo y complejo trabajo que permitió codificar un nuevo derecho del mar que contemplara los intereses de los países en desarrollo. La Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar es el resultado monumental de ese esfuerzo multilateral. Son sus normas las que han sustentado nuestra demanda ante la corte. Decepciona, por tanto, que percepciones erradas impidan hasta ahora que seamos parte de ese tratado, una de las obras más acabadas de la cooperación internacional que podría beneficiarnos en tantos otros campos."

Correcto es preguntarse ¿es cierto lo que dice el inefable Pérez de Cuéllar?

La demanda ante La Haya, presentada, justo es recordarlo, por el gobierno de Alan García, dice:

"IV. El Fundamento Legal de la Reclamación Peruana

7. Los principios y normas del derecho internacional consuetudinario sobre delimitación marítima, tal como se encuentran reflejados en las disposiciones relevantes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 (“CONVEMAR”) y desarrollados por la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia y de otros tribunales, constituyen las principales fuentes de derecho aplicables a la presente controversia."

Entonces no son las normas de la Convención del Mar sino las del derecho consuetudinario que sí son reflejadas por un tratado a posteriori, la Convemar, las que sustentaron fundamentalmente la demanda peruana en La Haya. ¿No conoce esto el embajador Pérez de Cuéllar o sus escribidores creen que todos somos aficionados a la ingesta de contrabandos?

La actual posición de Pérez de Cuéllar reitera la que sostuvo cuando fue canciller a principios de los años 2000 y propuso, con estruendoso fracaso, la adhesión del Perú a la Convemar.

¿Limítase la claudicación de Pérez de Cuéllar a esos años? No lo creo y hay que decirlo. En el 2006, el entonces candidato Alan García Pérez denunció a quienes habían firmado documentos favorecedores, entre 1968-69, de la posición chilena que afirmaba la existencia del límite marítimo entre esa nación y el Perú. ¿Quien fue el fautor rubricante de esas barbaridades?: Javier Pérez de Cuéllar. ¡Nunca ha explicado, en el 2006 y ha poco cuando el fallo de La Haya, su actitud de apóstata y ahora nos viene a decir, otra vez, que Perú tiene que adherirse a la Convemar!

Además el diplomático se lava la cara y la de Fernando Belaunde y quiere que nos olvidemos que fue viceministro y embajador del gobierno militar, todo eso lo trata como si no hubiera ocurrido.

¡La notable coincidencia del embajador Pérez de Cuéllar con la exigencia chilena para que Perú firme la Convención del Mar es de connotaciones más que significativas! Y lo propio la de todos los cacareadores de semejante acción que parece dictada en bufetes ajenos al Perú.

Hay otro peligro. Todos los intentos desde el 2000 a la fecha para que Perú adhiriese a la Convención del Mar, fracasaron con ridículo de sus sustentadores que no hesitaron en gastar millones en los miedos de comunicación y en la compra de conciencia de quienes escriben por encargo "artículos de opinión". Volver a poner en el tapete el acápite no sólo reavivaría un debate ocioso y perjudicial sino que despertaría la astucia amoral de un ex mandatario.

Se sabe ya que la ODECMA estaría investigando al juez de Alan García Pérez, Hugo Velásquez Zavaleta por su obsequiosa y prevaricadora conducta a favor del ex presidente regalón de indultos a narcotraficantes. Si eso es así entonces quiere decir que el agua ya le subió al cuello y coloca al borde de la inhabilitación a quien desea tentar un tercer mandato. El recurso de amparo contra el magistrado venal, planteado por el doctor Guillermo Olivera Díaz y los periodistas Raúl Wiener Fresco y Herbert Mujica Rojas, empieza a mostrar su potente luz justiciera.

¿Dejaría de aprovechar y aglutinar masas protestantes contra la adhesión del Perú a la Convención del Mar, el señor Alan García Pérez? Como en las novelas policiacas: tendría el pretexto perfecto para barnizar sus inconductas.

Pero el sistema juega con enorme habilidad: el subdecano El Comercio alberga un artículo de Pérez de Cuéllar que anima a que Perú camine por los accidentados derroteros de adhesión a la Convemar. Y un personaje simpático y frecuente en el diario, Alan García Pérez, resulta gran beneficiario de lo escrito porque le suministra munición no pedida. Casualidad o coincidencia, los trebejos son de una sorprendente dinámica letal contra la ética del país.

El día que en Perú fusilemos a las vacas sagradas, aunque nos quedemos sin funcionarios públicos, la Patria demostrará que lucha de verdad contra la corrupción. Hoy se vive la impostura de una democracia insuficiente, cosmética, reaccionaria, profundamente herida por los escándalos en que incurren las pandillas gobernantes y las oposiciones formales que asaltan todo el tiempo la fe del sufrido y empobrecido pueblo peruano.

Las coherencias del apóstata sólo pueden llenar de verguenza al Perú.

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¡Coherencias de un apóstata!
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