Ha dicho con meridiana y brutal franqueza la legisladora Martha Chávez, en discurso cuidadosamente elaborado, que su grupo político no tiene interés en votar por la inhabilitación de Alan García Pérez y, en efecto, se abstuvieron, por la simple -potente para ellos- razón que Fujimori sigue preso. A buen entendedor, pocas palabras: si Humala firma el indulto, libera a Kenya e inhabilita a Alan. Do ut des, doy para que me den, de otro modo: ¡nones!

Ergo: ¡firma de Humala decide inhabilitación de Alan y apisona el camino de las señoras Nadine y Keiko!

No deja de ser palurdo y grotesco el ambiente político peruano. Aquí se canjean -o se plantean los negocios- con inmoralidad manifiesta y descarada. Si me liberan a Fujimori (aquél), votamos por la inhabilitación de García, dice la vocera. La destrucción y obsequio del país a empresas depredadoras durante la década 1990-2000 no importa para nada. Convertido Perú en una chacra de mandones de cuello y corbata, regido desde las más altas instancias por presidiarios y réprobos que se solazaban en público de sus robos y exacciones, si hay algo que NO interesa es el destino sagrado y concepción geopolítica de la Nación. Bastaría una firmita para un indulto, uno sale de prisión y el otro queda inhabilitado y con un proceso penal por encubrimiento y ¡a la cárcel todo Cristo!

¡Este no es un debate jurídico y menos político! ¡Es polémica que debe arribar a la eclosión de una incontenible revolución moral! En ese mare mágnum no hay posibilidad ¡la más mínima! para ex presidentes sospechosos de malos manejos en las alturas delincuenciales de la administración gubernamental, que poder jamás han tenido porque sólo obedecen -como Alan García y los dolorosos y sangrientos sucesos de Bagua- los dictados del imperio norteño y del resto.

Mientras que inmensos sectores se felicitan por el supuesto que Alan García las verá negras por el enunciado delito de encubrimiento, no aciertan a entender que ello no produciría la inhabilitación y para eso el ex mandatario tiene abogados que saca como a conejos de un sombrero de mago, los usa, les paga bien (¿con qué dinero?) y se "defiende" desde Twitter, Facebook y la amable complicidad de una buena parte de los miedos de comunicación. Hay imposturas y desverguenzas que no reconocen límites o fronteras. Alan que jamás fue hombre de trabajo conocido, es huérfano mayestático de una total falta de escrúpulos. A él gusta la tarea de "gobernar", aunque lo haga en nombre de otros que sí pagan favores o conferencias.

¿Qué conversaba Luciana León con los parlamentarios Reátegui y Reggiardo? De repente sobre el estado del tiempo y las lloviznas algo frías aparejadas de un otoño más bien tímido. O, de repente, sobre la inmortalidad del mosquito. En esta feria ignota de temas en la agenda también cabe la posibilidad que aquella fuera la operadora que en nombre de Alan García trabase las coordinaciones más simpáticas como las que a la postre no castigaron al obeso y autoendiosado "líder" de Alfonso Ugarte. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia, ¿no les parece?

Hay que ser deliciosamente estúpido para comparar a Alan con Cristo, subrayable es la ignorancia histórica del personaje que, hasta donde se sabe, nunca se robó un centavo, favoreció a sus amigotes, fue cómplice de enriquecimientos y del entronizamiento de tarados a las cúspides de gobiernos para expoliar la maquinaria del Estado. En suma, fue un ser limpio. ¿Alguien se atrevería, en todo el Perú, a decir lo mismo de Alan?

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