Los traseros electorales, posaderas angurrientas en depositar sus humanidades en cualquier alcaldía, presidencia regional o butaca concejal, han reemplazado en Perú ¡gracias al prodigio de la democracia electoralista!, cualquier inteligencia, luz o sensatez para la pelea política. No se explica de otro modo tanta estupidez miope y tamaña grita ante lo que la ley prevé y quienes la conocen, la pelean, disputan e imponen. Dura lex, sed lex.

Como habrá deducido el lector que no necesita ser demasiado zahorí, me refiero a la excarcelación de los dirigentes del Movadef. ¿Qué milagro hicieron?, ¿fue culpa del Poder Judicial?, ¿cómo es posible?, se preguntan los palurdos traseros electorales mientras se afilan las uñas para octubre. ¡Queda muy claro que NO les interesa el combate ideológico, la acción política educativa, el despliegue tesonero y misionero uno a uno, y de forma masiva! ¡Nada de nada! En Perú se privilegia el dinero fácil, esa plata que viene sola y que un delincuente que aspira a ser presidente por tercera vez, ha instaurado como "política de Estado".

Escuché al señor Carlos Tapia minutos atrás por la televisión emitiendo declaraciones que a fuer de simples llevan una potencia cataclísmica: no hay pelea de los grupos "políticos", no hay oposición y por eso los del Movadef en claro y detallista uso de los mecanismos legales pueden escamotearle victorias al Estado peruano que tiene en su Poder Judicial a un hato de llorones pero no a cuadros formados en el ejercicio jurídico y ¡también y sobre todo! en el combate político de las imposturas de los grupos terroristas.

En esta guerra doméstica entre los traseros electorales y la modorra política, la presea facilista se la llevan los hambrientos de puestos y de ganas atroces de vivir de alguna partecita de la cansada ubre del Estado. Eso garantiza sueldos seguros, trabazones magníficas para la comisión de negociados de los cuales nunca hay huellas pero sí nuevos autos, casas flamantes, viajes al por mayor y extorsiones innumerables y sólo envilece más la pseudo-democracia.

En la antípoda, el partido-escuela capaz de dotar a sus militantes de doctrina, principios, ideología, disciplina y ganas de pertenecer a una colectividad nacional y nacionalista, plena de fe y solidaria vocación popular, resienten sus cimientos y ¡qué mejor demostración pesarosa que la liberación legal de los del Movadef!

A una idea se la combate con otra. Pero ¿qué ocurre cuando los mal llamados partidos, en realidad clubes electorales, carecen de aquellas? Los obesos mandones que conforman las oligarquías políticas en Perú ambicionan sólo seguir exaccionando al Estado y echar mano de cualquier oportunidad de contratos bajo la manga o empresas que paguen las conferencias de ultramar y devuelvan los favores desde Palacio. El toma y daca criollo ha llegado a los peores niveles del repugnante civilismo de pisco y butifarra, sólo que ahora las notificaciones llegan por email, más rápido y por los celulares. Pero la estupidez despreciable sigue siendo la misma.

¿Cómo puede levantarse un país cuya "inteligencia" se halla en los traseros electorales y con una pandilla de clubes cuyos gonfaloneros son de una mediocridad espantosa?

Más aún.

¿Tiene conciencia la juventud actual de su papel de juez y ejecutor de quienes han fracasado desde hace dos generaciones en la forja de la Nación y de un cuerpo político homogéneo desde todos los gobiernos? Tengo mis dudas.

¿Serán capaces, las generaciones fracasadas, de asumir la urgente necesidad de su retiro velis nolis?

Si la juventud actual no diseña un plan que desaloje a los sangrones del Perú desde hace más de 40 años, entonces tendrá que inventarse quien lo haga. El país no aguanta más. Tampoco merece seguir alimentando a genízaros de baja ley y nula concepción nacional de cualquier clase.

Gritar, llorar, desesperarse y reiterar proclamas comunes frente a lo ocurrido con la liberación de los del Movadef no es más que práctica plañidera. Hay que combatirlos con ideas, acciones y fuerte presencia en la polémica, en todas partes. ¡He allí la misión!

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