Mañana, en vísperas del 13 aniversario del 11 de septiembre –que marcó el inicio de la «guerra mundial contra el terrorismo» concentrada en al-Qaeda y en las invasiones contra Afganistán e Irak por parte de coaliciones encabezadas por Estados Unidos–, el presidente Obama anunciará en un solemne discurso a la nación el inicio de una nueva ofensiva, nuevamente bajo la dirección estadounidense y tendiente, según declaró el propio Obama en entrevista concedida a la NBC, a «enfrentar la amenaza proveniente del Estado Islámico de Irak y Siria».

Aún sin enviar oficialmente fuerzas terrestres a Irak y Siria, el presidente promete:

«Debilitaremos sistemáticamente las capacidades de los militantes sunnitas del Emirato Islámico, limitaremos el territorio que controlan y, finalmente, los venceremos.»

La estrategia ha sido oficializada en la Declaración Final de la reciente Cumbre de la OTAN [1], donde se afirma (en el punto 37) que «el Emirato Islámico, debido a su reciente avance en Irak, se ha convertido en una amenaza transnacional».

¿Quién es responsable de eso? Los 28 gobiernos de los países de la OTAN (incluido el de Renzi [en Italia]) no tienen la menor duda: «El régimen de Assad, que ha contribuido al surgimiento del Emirato en Siria y a su expansión más allá de ese país». Se invierte así la realidad.

Como ya se ha documentado ampliamente, los primeros focos del futuro Emirato Islámico se formaron cuando, en su afán por derrocar a Kadhafi en 2011, la OTAN financió y armó toda una serie de grupos islamistas definidos como terroristas hasta poco antes de aquel momento. Incluso la propia OTAN expresa ahora, en la Declaración de su cumbre, «una profunda preocupación por la actual violencia en Libia».

Luego de haber contribuido al derrocamiento de Kadhafi, esos grupos se trasladaron se trasladaron a Siria para derrocar a Assad. Es entonces, en 2013, cuando se produce el nacimiento del Emirato Islámico, que recibe financiamiento, armas y facilidades de circulación de parte de los más cercanos aliados de Estados Unidos: Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Turquía y Jordania. Y todo ello responde a un plan seguramente coordinado por la CIA.

El Emirato Islámico emprende después la ofensiva en Irak, y no por casualidad sino en el preciso momento en que el gobierno de Nuri al-Maliki se distancia de Washington y se acerca cada vez más a China. Esta última compra alrededor de la mitad del petróleo que produce Irak, cuya producción ha registrado un fuerte aumento, y efectúa grandes inversiones en su industria de extracción. En febrero pasado, los dos gobiernos (de Irak y China) firmaron acuerdos que prevén la entrega de material militar chino. En mayo pasado, al-Maliki participó en la Conferencia sobre las Medidas de Interacción y Fortalecimiento de la Confianza en Asia –realizada en Shanghai–, junto al presidente ruso Vladimir Putin y Hassan Rohani, presidente de Irán. Con este último país, el gobierno de al-Maliki había firmado en noviembre de 2013 un acuerdo que, en franco desafío del embargo que deseaba Washington, preveía la compra de armamento iraní. Es en ese contexto que se produce la ofensiva del Emirato Islámico, que incendia el país utilizando como materia inflamable la rivalidad entre sunnitas y chiitas.

El Emirato Islámico juega así un papel totalmente funcional dentro de la estrategia Estados Unidos/OTAN de destrucción de Estados a través de la guerra secreta. Eso no quiere decir que la masa de militantes, provenientes de diferentes países, tenga conciencia de ello. Se trata de una masa muy heterogénea que se compone al mismo tiempo de los combatientes islámicos –formados en medio del drama de la guerra–, de ex militares de la época de Sadam Husein que lucharon contra los invasores y de muchos otros combatientes cuyas historias están siempre vinculadas a las situaciones trágicas provocadas por la primera guerra del Golfo y por las siguientes, a lo largo de más de 20 años. Y también hay combatientes provenientes de Estados Unidos y de Europa, entre los que también se hallan seguramente agentes secretos especialmente entrenados para este tipo de operaciones.

Dicho esto, hay hechos que demuestran de manera incuestionable que el Emirato Islámico es un peón del nuevo gran juego imperial en el Medio Oriente. En mayo de 2013, un mes después de haber fundado el Emirato Islámico, Ibrahim al-Badri –el «califa» hoy conocido bajo el nombre de guerra de Abu Bakr al-Baghdadi– se reunió en Siria con el senador estadounidense John McCain, cabecilla de los republicanos a quien el demócrata Obama ha puesto a cargo de la realización de las operaciones secretas por cuenta del gobierno. Ese encuentro está documentado fotográficamente (cf. el artículo de Thierry Meyssan [2]).

John McCain con el estado mayor del Ejército Sirio Libre. A la izquierda, en primer plano, Ibrahim al-Badri, con quien el senador está conversando. Justo después, el general Salim Idriss (con gafas). Esta foto fue publicada primeramente por la televisión libanesa NewTV, justo después del viaje de McCain a Siria. Fue tomada por el servicio de prensa del Ejército Sirio Libre, precisamente como prueba del encuentro.

Muy sospechoso resulta también el acceso ilimitado del Emirato Islámico a las grandes redes mediáticas mundiales, dominadas por los colosos estadounidenses y europeos, redes a través de las cuales el grupo yihadista divulga sus videos de decapitaciones que, al suscitar el horror, crean un estado de opinión ampliamente favorable a la intervención en Irak y Siria de la coalición encabezada por Estados Unidos, intervención cuyo verdadero objetivo estratégico es ocupar nuevamente Irak y destruir Siria.

Se abre así, preparada por 145 ataques aéreos efectuados en un mes por la aviación estadounidense en territorio de Irak, una «prolongada misión» de guerra que –según precisa Anthony Blinken, viceconsejero de Obama para la seguridad nacional– «durará probablemente más allá de la actual administración». Una guerra en la que el gobierno de Matteo Renzi ya comprometió la participación de Italia, sin contar con el Parlamento. Nuestros cazabombarderos están listos, anunció la ministra de “Defensa” Roberta Pinotti, para «una acción militar que habrá que tener el coraje de realizar».

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1«Déclaration finale du sommet de l’Otan», Réseau Voltaire, 5 de septiembre de 2014.

[2«John McCain, el organizador de la “primavera árabe” y el Califa», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de agosto de 2014.