El Volkswagen escarabajo viejo y desgastado rodó y rodó por todo aquel abismo que no tenía fin, cuando de repente el conductor me despertaba a gritos: ¡Zully, Zully, reacciona, por favor te lo ruego, no te mueras te lo suplico!

Mientras sufría un ataque de pánico sintiendo las piedras, la tierra seca, los vidrios y demás objetos contundentes del precipicio, había recordado todos los momentos de mi corta vida, como una especie de flash, con solo 19 años sentía que ya no había mucho más por vivir y por un segundo conocí la muerte en mis propias células y los pocos minutos que tuve para respirar me generaron un miedo incontenible.

Al volver a la vida, tuve solo 10 segundos entre morir o salvarme, pues aquel auto después de dar mil vueltas de campana, se incendió conmigo adentro, no pude moverme para salir, pero por alguna extraña razón sobrenatural logré escapar de aquel infierno metálico.

Lloré tanto al no sentir mi cuerpo, estaba incapacitada para todo tipo de movimiento, el dolor era intenso, y simplemente no se podía aguantar.

Al llegar a casa, mi padre me dio toda su fortaleza y mi madre corrió a darme su amor, debo confesar que fui una niña muy rebelde pero tuve que madurar casi de súbito, supe que no podría volver a caminar por 6 meses y eso me hizo valorar la vida como jamás lo había hecho antes.

Era muy desenvuelta, desinhibida e histriónica, era el antagonismo de la timidez, además de -decían los generosos amigos- con simpatía y carisma, desde esa época lideraba un grupo de adolescentes con muchas ilusiones. Era lo opuesto a lo recatado, además de poeta anónima puesto que empecé a escribir a los 5 años, todos mis poemas los dedicaba a Miguel mi padre, y a mi pequeño amor platónico del kindergarten, porque me enamoré por primera vez a los 5 años, a los 15 empecé a estudiar música y bailé a escondidas de mis padres, por las tardes bailaba y bailaba a solas en mi habitación, había empezado a estudiar teatro desde hacía algunos años y todas las tardes enseñaba aeróbicos en un gimnasio muy cerca de mi casa.

En esos tiempos vivía en Monterrico, Surco, uno de los distritos más bonitos de Lima, mi padre me regaló una casa de más de 1000 metros con todos los lujos a los que ya me tenía acostumbrada, y creerás que lo que voy a decirte suena irónico pero los lujos y el espléndido confort, nunca me hicieron feliz.

Deseaba ser como una vagamunda filántropa y altruista con recursos, viajar por todo el mundo y ayudar a quien lo necesitara y ¿porqué no? Si mi padre me había criado como una reina pues ya era hora de hacer uso de mis títulos nobiliarios, pobre niña ilusa que era y carecía que de idea de lo que me esperaba.

Aquel accidente se llevó como humo todos mis sueños de adolescente desenfrenada, estuve inmovilizada medio año con un corsé en toda la columna, no pude hacer nada ni siquiera exorcizarme ni arrancarme el alma.

Fue otro de los momentos más tristes de mi vida, la incertidumbre me dejó sola con mi dolor, los chocolates, peluches, perfumes y anillos de diamante obsequiados por jóvenes ricos, hijitos de papá, nunca jamás borraron cada una de mis profundas heridas.

Pobres hombres, ellos lo único que tenían era solo eso: dinero, no supieron nunca quién era yo, solo vieron mi apariencia y nunca mi corazón.

No estoy para contarlo, ni tu para saberlo pero nací en cuna de oro, aunque ahora que lo pienso, siempre fui una pobre niña rica.

Mis amigas plásticas jamás me enseñaron nada positivo, solo me permitieron conocer lo que era ser de la "alta suciedad", las pequeñas damas de alcurnia llevaban una vida miserable y superficial, un mundo que conocí, y que francamente abominé, la apariencia y la hipocresía no fueron nunca mis aliadas, fui siempre muy sincera y confrontacional como para aguantar tanta majadería y nunca dejé que nadie dirigiese mi vida.

Los cócteles, fiestas y huachaferías de la pitucada limeña no hicieron nunca buena química conmigo, yo había nacido en Ica una hermosa ciudad costeña a 4 horas de Lima conocida como la ciudad de la vendimia y había vivido en Chimbote, uno de los mas importantes puertos pesqueros del mundo toda mi niñez y gran parte de mi adolescencia y sin caer en la soberbia ni en el desprecio, sentí siempre que el dinero solo te ayudaba a vivir en un mundo de vanidad, promesas gaseosas, humo gris, tinieblas y pretensiones falsas.

La parodia era que siempre supe que quienes mas alardeaban de tener, al final no tenían nada y yo que siempre fui perfil bajo, tuve mucho mas que todos ellos, solo que nunca lo dije y ¿para qué? Sí, las riquezas nunca llenaron los grandes abismos y barrancos de mi ser, no quería que me amaran por lo que tenía, sino por lo que valía como mujer.

En el mundo de los ricos sentí que estaba como en un circo donde todo parecía casi mágico pero cuando acababa el encanto de medianoche el carruaje deslumbrante volvía a convertirse en caballos y ratones, en aquel mundo de cristal todos eran títeres de un gran orquestador solo vi satanismo, macumba, vudú, puzangas, amarres, cábalas, brujos, hechiceros, alcohol, sustancias sicotrópicas y mucha basura de por medio, lo cierto es que nunca participe de eso aunque fui una atenta observadora, jamás llegué al cielo con todas las estrellas que conocí.

¿Es curioso verdad? Se rumora que en aquellas tiniebas apretadas llenas de luces de los ricos sólo se encuentra el brillo del sol, sí claro, encontré el sol pero en el más negro de sus ocasos.

En mis noches de agonía, estando enferma, mi diario era mi confidente y fiel amigo, mis bellos sueños estaban dormidos y cuando despertaba solo me abrumaba con pesadillas de cuentos de terror.

Estar casi inválida, fue duro, muy duro para mí, en las noches sin insomnio soñaba con un héroe montado en caballo blanco y con alas y que me buscaba y llevaba a volar por dimensiones desconocidas.

Decidí comenzar de nuevo sola, entre un ayer, hoy y un mañana de la mano de todos los jardines disfrutados en todos los recorridos de mi amada infancia y mientras me moría con los mordiscos, desgarros, regaños, sueños sin razón amarrados, lastimados, castigados y con azotes de las incógnitas de una noche despierta y con un mínimo de esperanza.

Mis amistades de las familias casi nobles y parientes de grandes gobernadores de la política peruana al ver mi profundo rechazo a seguir sus estatutos, esperaron pacientemente a que me recuperara, para que con hidalguía emblemática me dieran el último adiós, cuando decidí renunciar a sus mentiras y vidas irreales, aquellos amigos entonces parecieron personajes de cuentos de ogros más que de hadas.

Al reinsertarme a mis labores cotidianas con mucho esfuerzo logré olvidar mis frustraciones, recordaba mucho mi favorito refrán urbano de la infancia, que aconsejaba lo siguiente: "si un cigarro se te apaga no lo vuelvas a prender, si tus amigos se alejan no los vuelvas a querer, que la basura se bota y no se vuelve a recoger".

Aquella noche había ido a un mirador a gritar y proclamar mis planes pero al regresar paso una terrible desgracia, un accidente que paralizaría mi vida más el destino siguió vivito, ileso y coleando.

Me pregunte muchas veces porqué me sucedieron esas cosas, imaginas mi respuesta verdad? Dios tarda pero no olvida, tuve la oportunidad única de levantarme, de volver a "ser yo misma" lejos de toda la maldad e hipocresía de los burgueses, me sentí mas libre que nunca, pude volver a soñar y olvidar mi temor y dolor y como dicen los mexicanos: " mandar los malos recuerdos a volar", a volar todo ese incidente inmundo, sentí una vez más que sí existía la justicia divina.

Me rompí el esquema cuando estando sola caminando por la playa comprendía que la vida era a veces muy cruel.

Aun así las promesas de felicidad eterna, que te da el destino, charlatán e insensato nunca llegaron, nunca comprendió quien era yo,

Lo más triste era que mi decepción de la ilusión que siendo adolescente me inspiró, se cayó pronto y para siempre al hades tan profundo como aquel abismo en el que un día el me volcó.

Sentada hoy en una hamaca frente a un apacible mar, sé que así te ocurra la mas insospechada de las tragedias es tu decisión o no si dejas marchitar tus rosas.

El destino se equivocó conmigo pues no recibí su abrigo solamente con soluciones de un pasado dormido, el destino que algunas veces se presenta de manera nefasta o podrida, solamente tú eres capaz de volverlo contructivo, sagaz y colorido pues nunca supo amar a una "mujer de verdad" a una "mujer con carácter", a una "mujer con pantalones " a una mujer como yo.

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El destino se equivocó conmigo
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