20-10-2014

El contundente desalojo electoral del Partido Aprista de La Libertad, cuna de Haya de la Torre y tumba de sus primeros héroes populares, gracias al egoísmo depredador de Alan, ha pretendido ser encubierto por personas que o no ven la realidad dura y atroz o simplemente son comparsa de un tinglado oprobioso.

Si el egoísmo depredador de Alan ya no puede recuperar La Libertad donde ha perdido hasta la región y múltiples alcaldías ¿cómo así el susodicho pretende la presidencia por tercera oportunidad? La ambición enfermiza es imposible de ser disimulada por más aluviones pseudo dialécticos que se improvisen.

¿Y qué hay del resto del Perú? Con la excepción de la región San Martín y muy pocos distritos, lo que antes fuera grito y clarín popular en las calles y plazas, hoy anemiza el partido que ya no es nacional sino coto de caza de un grupúsculo cuyos capitostes mediocres y derrotados se condecoran tras los fracasos.

En 1980 luego de la tragedia protagonizada por Armando Villanueva a quien Fernando Belaunde sacó distancia más que contundente y con ello un revés que pulverizó la gran victoria de 1978 para la Asamblea Constituyente, los adalides productores -entre ellos en primerísima línea Alan García- se dieron medallas y felicitaciones en el Congreso de Trujillo y a balazos. Es obvio que los antecedentes dictan un patrón de inconducta.

Deberían inquirirse los apristas ¿por causa de qué una oligarquía especialista en derrotas, sigue en el mando?

No sólo eso.

Alan acaba de plantear una especie de frente. No hay duda posible que la mañosa picardía camina por las derechas y con credenciales delictivas de quienes ahora se dejan ver con frecuencia en las manifestaciones. ¿Al servicio de quién o quiénes la tal alianza? ¡Vaya usted a saberlo! ¡Para el pueblo, su revolución industrial, tecnológica o social, definitivamente NO!

En un discurso famoso Manuel Seoane, 1946, afirmó que el Apra no era "un club de compadres". Tuvo suerte aquél de no conocer a quien logró entre 1985-1990 y 2006-2011, convertir al Apra en el partido que la gente siente como "el más corrupto". Injusta la apreciación porque el cáncer alanista no tiene nada que ver con la doctrina o ideología y, sobre todo, moral aprista que puede leerse en sus documentos diversos.

Los dogos y simios alanistas producen dicterios contra todo aquel que esgrima argumentos críticos. Pero gran parte de ellos guarda trabazón cercana con las gestiones antecitadas y no pocos poseen prontuario. Hay uno que conoce de todos estos documentos y sabe cómo cobrar las deudas a las buenas o a las malas.

Alan forma parte de una de las generaciones que ha fracasado en Perú. Desde hace 40-50 años son los mismos protagonistas repitiendo argumentos resobados, sin originalidad y huérfanos de cualquier savia. No son capaces de comprender su ineptitud y ¡jamás! pedirán perdón por sus desmanes.

A la juventud toca la actitud enérgica y radical de ¡echar a la basura! a toda esa gentuza productora de un Perú apocado, de mirada triste en sus gentes sencillas, privada de cualquier horizonte de nación comprometida con el progreso de los más y no de los menos.

El egoísmo depredador de Alan afecta, por igual, a toda la política nacional. Insuficientes los alaridos de los corifeos del vanidoso porque su registro histórico sólo alcanza el nivel del escupitajo de desprecio. Así de simple.

Repitamos con don Manuel: ¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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El egoísmo depredador de Alan
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