El gobierno chino utiliza prácticas comerciales «desleales» cuando estimula la economía y las exportaciones mediante ayudas públicas en vez de emprender «reformas económicas sustanciales». Esa es la primera acusación que contiene el informe que la US-China Economic and Security Review Commission presentó en noviembre al Congreso de Estados Unidos.

A pesar del aumento de las exportaciones estadounidenses hacia China, el déficit de Estados Unidos en los intercambios comerciales con ese país se elevó en 2013 a 318 400 millones de dólares… y sigue creciendo. Se trata del mayor déficit que se haya registrado en todo el mundo en los intercambios comerciales entre dos países. El valor de los productos «Made in China» que importa Estados Unidos es 4 veces más elevado que el de los productos «Made in USA» exportados hacia China. Eso ha contribuido a provocar un retroceso del 29% de la tasa de empleo en el sector de la manufactura estadounidense.

Sin embargo, la misma Comisión reconoce que esto último se debe a que las transnacionales estadounidenses han transferido a China la fabricación de numerosos productos porque allí disponen de una fuerza de trabajo más barata y de muchas otras ventajas. Esas transnacionales estadounidenses incrementan así sus «ganancias» mientras que los trabajadores estadounidenses sufren las «consecuencias negativas», aunque se observa una parcial recuperación de los empleos gracias a las inversiones de China en Estados Unidos, que en 2014 sobrepasaron las inversiones estadounidenses en China.

Las empresas chinas están también cada vez más presentes, con sus propias inversiones, en Europa, Asia, África y Latinoamérica, ofreciendo condiciones ampliamente más ventajosas que las transnacionales estadounidenses.

En otras palabras, contrariamente a sus deseos, Estados Unidos no ha logrado someter China a su mecanismo de explotación neocolonial para convertirla en una simple fuente de fuerza de trabajo barata y en mercado de los productos estadounidenses. Tampoco han obtenido la completa «liberalización» de la economía china que –subraya la Comisión– todavía sigue «dominada por empresas de propiedad pública». Es por eso que Estados Unidos «no reconoce a China el estatuto de economía de mercado».

La Comisión también se declara preocupada ante la modernización de las fuerzas armadas chinas, o sea por el aumento del presupuesto militar, que alcanzó los 131 000 millones de dólares en 2014. Lo que no dice esa Comisión es que, con una población 4 veces inferior a la de China, Estados Unidos tiene un gasto militar de caso 1 000 millones de dólares anuales, si contamos las sumas que van al Pentágono sin estar incluidas en el presupuesto del Departamento de Defensa.

Tampoco dice la Comisión que –según los datos oficiales del Pentágono– Estados Unidos tiene 576 bases militares en el extranjero, más las numerosas bases que diferentes países ponen a su entera disposición a través del mundo entero, mientras que las bases chinas se hallan únicamente… en suelo chino. Y precisamente alrededor de China se extiende una vasta red de bases militares estadounidenses.

La Comisión recomienda al Congreso aumentar el financiamiento para que Estados Unidos pueda aumentar su presencia militar en la región Asia-Pacífico como medio de «servir de contrapeso a las capacidades militares crecientes de China». Se reforzarán las fuerzas del Mando del Pacífico (PaCom) [1], que dispone actualmente de 360 000 militares, 200 navíos y 1 500 aviones. Según los planes del Pentágono, de aquí al 2020 el 60% de los navíos y bases de la US Navy se concentrarán en el Pacífico.

Según lo que subraya el Pentágono en la Quadrenial Defense Review 2014

«Estados Unidos ha contribuido, sobre todo en las 6 últimas décadas, a la paz y la prosperidad de la región Asia-Pacífico.»

Como prueba de ello podemos recordar la masacre que costó las vidas de medio millón de indonesios durante el golpe de Estado organizado por la CIA en 1965 y los 2 o 3 millones de vietnamitas muertos durante la guerra de agresión desatada por Estados Unidos durante los años 60 y 70.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1Se trata del United States Pacific Command, con sede en Honolulu (Hawai) que tiene bajo su mando todas las fuerzas militares de Estados Unidos en la región del Pacífico y Oceania. Su “zona de responsabilidad” se extiende hasta la Antártida, el oeste del Océano Ártico y el Océano Índico. Nota de la Red Voltaire.