"¡Queridos hermanos y hermanas! El acontecimiento que está celebrando hoy la iglesia ortodoxa dividió la historia de la humanidad en dos periodos: antes y después de Cristo.

Efectivamente, si el mismo Dios se volvió hombre, se volvió como nosotros, ¿qué otra cosa más importante que ésta puede ocurrir? Ahora que Dios está con nosotros no le tememos a nada. La alegría y la osadía siempre han sido los rasgos distintivos de los cristianos. El cristiano es la persona que ha conocido el misterio de la felicidad humana, el misterio de la victoria del amor sobre la indiferencia y el egoísmo, la victoria del bien sobre el mal, ya que todo el que nace de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que venció el mundo, nuestra fe, dice Juan el Apóstol.

Es costumbre recibir regalos para las fiestas y lo que le pedimos a Dios, confiando en que lo recibiremos, es paz para las familias, para los pueblos, para los Estados; sabiduría para los gobernantes y bendición para toda la gente, consuelo para los afligidos e inspiración para los clementes.

Es costumbre dar regalos en las fiestas. Regalémosle a Jesucristo recién nacido por lo menos una obra concreta de bien, la que hará más feliz a alguien. No teman ustedes hacer obras de caridad, no tengan ustedes miedo de ayudar a los enfermos, a los desamparados y solitarios. Aunque hoy sea más difícil que ayer, son las condiciones adversas las que nos forjan como personas benévolas y buenas y a la vez como cristianos.

Los tiempos en los que vivimos no son fáciles. Se entienden las preocupaciones de la gente por sus familias, por sus prójimos, por el futuro, pero sabemos que Dios no le priva de clemencia a nuestro pueblo cuando éste no pierde la fe. En nuestra historia nunca hemos sido abandonados por el Redentor cuando nos hemos dirigido a él. Tampoco ocurrirá ahora. ¡Felices fiestas, queridos míos! ¡Feliz Navidad!"

La navidad cristiana ortodoxa se celebra el 7 de enero, ya que la Iglesia Ortodoxa sigue rigiéndose por el antiguo calendario juliano, establecido por Julio César en el año 46 antes de nuestra era y basado en el movimiento del Sol para medir el tiempo. Ese calendario tiene un retraso de 13 días respecto al actual calendario gregoriano.