La aguja del Reloj del Apocalipsis, el simbólico índice que utiliza el Boletín de los Científicos Atómicos para mostrar a cuántos minutos estamos de la medianoche que sería la guerra nuclear, se ha desplazado hacia el momento fatal: en 2012 estábamos a 5 minutos de la medianoche nuclear y en 2015 estamos a sólo 3 minutos de ella [1], como en 1984, cuando el mundo se hallaba en plena guerra fría.

Los grandes medios de prensa no dijeron absolutamente nada sobre ese tema, a pesar de que quienes están tocando la alarma son prestigiosos científicos de la universidad de Chicago. En efecto, después de consultar a otros colegas –entre los que se hallan 17 ganadores del Premio Nobel–, estos respetables hombres de ciencia evalúan la posibilidad de que se produzca una catástrofe provocada por el uso de armas atómicas ahora conjugado con el cambio climático.

El prudente optimismo sobre la posibilidad de mantener bajo control la carrera armamentista nuclear se ha desvanecido ante 2 tendencias: el impetuoso desarrollo de los programas de modernización del armamento nuclear y el sustancial bloqueo de los mecanismos de desarme.

En primer lugar entre los factores que provocan la reactivación de la carrera armamentista nuclear, los científicos estadounidenses señalan el programa de «modernización» de las fuerzas nucleares estadounidenses, cuyo costo califican de «astronómico».

Confirman así lo que ya se había documentado anteriormente [2]: el presidente estadounidense Barack Obama –a quien se le otorgó en 2009 el Premio Nobel de la Paz por «su visión de un mundo libre de armas nucleares, que ha estimulado poderosamente el desarme»– ha presentado 57 proyectos de modernización de las instalaciones nucleares militares, por un costo estimado en 355 000 millones de dólares en 10 años. Ese programa también prevé la construcción de 12 nuevos submarinos capaces de lanzar ataques nucleares –dotados cada uno de 24 misiles portadores de hasta 200 ojivas nucleares–, de otros 100 bombarderos estratégicos –armados cada uno con unos 20 misiles o bombas nucleares– y de 400 misiles balísticos intercontinentales basados en instalaciones terrestres –dotados cada uno de una poderosa ojiva nuclear. Se estima que el programa completo costará unos 1 000 millardos de dólares [3].

Por supuesto, los científicos estadounidenses señalan que Rusia también está modernizando sus fuerzas nucleares. Moscú confirma que esas fuerzas realizarán en 2015 más de 100 maniobras. Según la Federación de Científicos Estadounidenses, Estados Unidos mantiene 1 920 ojivas nucleares estratégicas listas para el lanzamiento, de un total de 7 300, frente a 1 600 ojivas rusas, de un total de 8 000. Contabilizando las ojivas de Francia y de Gran Bretaña, las fuerzas nucleares de la OTAN disponen de 2 370 ojivas atómicas listas para el lanzamiento. Si agregamos las de China, Pakistán, la India, Israel y Corea del Norte, el total de ojivas nucleares puede estimarse en 16 300, de las que 4 350 están listas para entrar en acción.

Estos son estimados aproximativos por defecto ya que nadie sabe exactamente cuántas ojivas nucleares hay en cada arsenal. Lo que sí se sabe científicamente es que si esas ojivas llegasen a ser utilizadas, borrarían a la especie humana de la faz del planeta. Y esta situación, ya peligrosa, se agrava cada vez más a causa de la militarización creciente del espacio.

Sin embargo, una resolución en contra del despliegue de armas en el espacio exterior, presentada por Rusia en la ONU, ha recibido los votos negativos de Estados Unidos, Israel, Ucrania y Georgia mientras que todos los países miembros de la Unión Europea optaron por la abstención.

La abstenció fue, por consiguiente, la opción que adoptó Italia, país donde en franca violación del Tratado de No Proliferación Nuclear, se almacenan entre 70 y 90 bombas atómicas estadounidenses actualmente en fase de «modernización»; país donde por segundo año consecutivo tuvo lugar la maniobra de guerra nuclear organizada por la OTAN en un continente [Europa] y donde los grandes medios de prensa, que parecen iluminarnos sobre cualquier cosa, apagan los proyectores para que no veamos como la aguja del Reloj del Apocalipsis se acerca al momento fatídico.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

[1Three minutes and counting”, por Lynn Eden, Robert Rosner, Rod Ewing, Sivan Kartha, Edward "Rocky" Kolb, Lawrence M. Krauss, Leon Lederman, Raymond T. Pierrehumbert, M. V. Ramana, Jennifer Sims, Richard C. J. Somerville, Sharon Squassoni, Elizabeth J. Wilson, David Titley y Ramamurti Rajaraman, Bulletin of the Atomic Scientists, 19 de enero de 2015.

[2«El rearme nuclear del Premio Nobel de la Paz», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 24 de septiembre de 2014.

[31 millardo = 1 000 millones