Para Andrea Romero García y Mitzuko Báez Vuelvas

I. Este gran poeta, de nacimiento mexicano pero con permanente transcendencia universal (consultar de Marín Alonso, Historia de la literatura mundial, editorial EDAF, dos tomos), llevó por nombre Amado Ruiz de Nervo (1870-1919) y dejó el seminario para dedicarse primeramente al periodismo. Después inaugura en poesía la corriente modernista, dedicándose de lleno a la literatura; a tejer hermosos versos como en su primer libro Perlas negras (que la editorial Milenio publicó como uno de sus 25 clásicos en miniatura). Enamorado del amor en todo su erotismo, poéticamente ideal y materializado en su único amor-mujer, Cecilia, la retrata con pinceladas de versos en su libro La amada inmóvil. Amado Nervo fue un versificador del más logrado romanticismo, seducido por sus ansias celestiales (desertó de sus estudios de seminarista), atraído y vencido por el eterno femenino: “Pasó con su madre, qué rara belleza/qué rubios cabellos de trigo garzul […] y no obstante toda mi sed de ternura,/ cerrando los ojos la dejé pasar”.

II. Así, este poeta, gozando la femineidad, se arrepiente: “¡Oh, Señor Jesucristo, guíame por los rectos/derroteros de lo justo; ya no turben con locas/avideces la calma de mis puros afectos/ni el caliente alabastro de los senos erectos,/ni el marfil de los hombros, ni el coral de las bocas!”. Las obras sueltas y las Obras completas de Amado Nervo se reeditan constantemente, motivadas porque hay lectores que demandan beberse los poemas del nacido en Nayarit, trotamundos y amigo del nicaragüense universal Rubén Darío; y de todos quienes entonces, de Latinoamérica a España, fueron poetas para siempre. Y a las obras de quienes debe acudirse para enriquecer el sentimiento, al recorrer las páginas de libros como Lira heroica, donde Nervo incluyó su memorable leyenda heroica La raza de bronce: “Señor, deja que diga la gloria de tu raza,/la gloria de los hombres de bronce, cuya maza/melló de tantos yelmos y escudos la osadía:/¡oh caballeros tigres!, ¡oh caballeros leones!,/!oh! caballeros águilas!, os traigo mis canciones;/¡oh enorme raza muerta!, te traigo mi elegía.”

III. Otros de los libros de Nervo son: Perlas negras, Místicas, Poemas, Policromías, Lubricidades tristes, De aquellos tiempos, La raza muerta, Las voces, El éxodo y las flores del camino, Los jardines interiores, En voz baja, Serenidad, Amor, sus rimas, La amada inmóvil, con el vibrante prólogo a estos versos a una muerta… De esos versos, el ofertorio: “Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:/¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!/Tú me diste un amor, un sólo amor/ ¡Un gran amor!/Me lo robó la muerte/…y no me queda más que mi dolor./Acéptalo, Señor/¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!”. La amada inmóvil es el libro de Nervo que más reúne su violenta ternura por su amadísima, a la que le dedica versos insuperables donde se consumió su amor-mujer, para dejarnos encendidas palabras de poesía que, al leerlas, doblegan al sentir, al sentimiento, para con él amar al amor que siempre, siempre, es efímero, fugaz… como un verso.

Ficha bibliográfica
Autor: Amado Nervo
Título: Obras completas o La amada inmóvil
Editorial: Varias impresiones

Fuente
Contralínea (México)