Los promotores de la campaña por la salida de Italia de la OTAN expusieron las razones de esa iniciativa en una conferencia de prensa realizada en Roma, en la sala Isma del Senado, el martes 21 de abril.

Intervinieron en el encuentro, presidido por Vincenzo Brandi, la senadora Paola De Pin, el padre Alex Zanotelli, el historiador Franco Cardini, el profesor universitario Massimo Zucchetti y los periodistas Manlio Dinucci, Fulvio Grimaldi, Giulietto Chiesa.

La campaña «No Guerra/No Nato» [No a la Guerra, No a la OTAN] comenzó con la colecta de firmas en apoyo a la petición «Sacar a Italia del sistema de guerra/Respetar el Artículo 11 de la Constitución» [1].

Entre los primeros firmantes se cuentan el Premio Nobel Dario Fo, el magistrado Ferdinando Imposimato, el periodista Gianni Minà, el dibujante Vauro Senesi, los filósofos Gianni Vattimo y Domenico Losurdo, el filólogo Luciano Canfora, el periodista Antonio Mazzeo, el ensayista Francesco Gesualdi, el sindicalista Giorgio Cremaschi y el músico David Riondino.

Entre otros temas, los participantes abordaron el colosal desembolso de fondos públicos que podrían convertirse en gastos sociales pero que se desvían hacia una alianza militar empeñada en la aplicación de una estrategia ofensiva. También abordaron el sometimiento de Italia a Estados Unidos, citando como ejemplo la red de bases militares que Estados Unidos y la OTAN mantienen en suelo italiano. Se mencionó además la existencia de bombas nucleares estadounidenses en territorio italiano, lo cual constituye una violación del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Estos temas llegan hoy ante el Parlamento italiano con la presentación del proyecto de ley constitucional que propone sacar a Italia de la OTAN, proyecto presentado por la senadora Paola De Pin (miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores) y copatrocinado por el senador Bartolomeo Pepe, pertenecientes ambos al grupo mixto.

La petición, que en pocos días ha recogido casi 7 000 firmas, puede firmarse a través del sitio Change.org y está abierta a la firma de todos, incluyendo los no italianos.

Sacar a Italia del sistema de la guerra
Respetar el Artículo 11 de la Constitución italiana

Como miembro de la OTAN, Italia tiene que dedicar a los gastos militares un promedio de 52 millones de euros al día, según los datos oficiales de la alianza atlántica. Pero esa cifra es en realidad superior y el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo [SIPRI, siglas en inglés] la cuantifica en 72 millones de euros diarios.

Según los compromisos contraídos por el gobierno italiano en el marco de la alianza atlántica, Italia tendrá que elevar sus gastos en el sector militares a más de 100 millones de euros diarios.

Se trata de un colosal desembolso de fondos públicos, sustraídos a los gastos sociales e invertidos en una alianza cuya estrategia no es defensiva, como proclana, sino ofensiva.

Desde el 7 de noviembre de 1991, inmediatamente después de la primera guerra del Golfo –en la que la OTAN participó de manera no oficial, con sus fuerzas y estructuras–, el Consejo del Atlántico Norte aprobó el Nuevo Concepto Estratégico, reafirmado y oficializado en la Cumbre de abril de 1999, en Washington, [concepto] que compromete a los países miembros a realizar operaciones militares en «respuesta a las crisis no previstas en el artículo 5, fuera del territorio de la alianza» por razones de seguridad global, económica, energética y migratoria. Después de haber sido una alianza que compromete a los países miembros a ayudar, recurriendo incluso al uso de la fuerza armada, a un país miembro agredido en el área noratlántica, la OTAN se ha transformado en una alianza que se plantea recurrir a la agresión militar.

La nueva estrategia se puso en práctica con las guerras con las guerras contra Yugoslavia (en 1994-1995 y 1999), Afganistán (2001-2015) y Libia (2011) y las acciones desestabilizadoras en Ucrania, en alianza con fuerzas fascistas locales, y en Siria. El «Nuevo Concepto Estratégico» viola los principios de la Carta de la ONU.

Al salir de la OTAN, Italia se separaría de esa estrategia de guerra permanente, que viola la Constitución italiana, principalmente su Artículo 11, y perjudica nuestros intereses nacionales.

Ser miembro de la OTAN priva a Italia de la capacidad de tomar sus propias decisiones en materia de política exterior y en el plano militar, decisiones que debería tomar democráticamente el Parlamento [italiano] en base a los principios recogidos en nuestra Constitución.

El más alto cargo militar en el seno de la OTAN, el de Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa, siempre está en manos de un general estadounidense nombrado por el presidente de Estados Unidos. Y los demás mandos claves de la OTAN también son confiados a oficiales superiores estadounidenses. Debido a ello, la OTAN está de hecho bajo el mando de Estados Unidos, que la utiliza en función de sus propios objetivos militares, políticos y económicos.

Su carácter de miembro de la OTAN agrava así la subordinación de Italia a Estados Unidos, que se ejemplifica en la red de bases militares Estados Unidos/OTAN que existen en territorio italiano, transformando nuestro país en una especie de portaviones estadounidense en el Mediterráneo.

Un hecho particularmente grave es que en algunas de esas bases hay bombas nucleares estadounidenses y que se entrena a pilotos italianos para utilizarlas. Italia viola así el Tratado de No Proliferación Nuclear que suscribió y ratificó.

Al salir de la OTAN y convirtirse en un país neutral, Italia recuperaría una parte fundamental de su soberanía. Estaría así en posición de convertirse en puente para la paz, tanto hacia el sur como hacia el este.

La paz necesita tu apoyo.

Firme la petición aquí.

[1El Artículo 11 de la Constitución de la República Italiana precisa que «Italia repudia la guerra como instrumento de ataque a la libertad de los demás pueblos y como medio de solución de las controversias internacionales; consentirá, en condiciones de igualdad con los demás Estados, las limitaciones de soberanía necesarias para un aseguramiento que garantice la paz y la justicia entre las Naciones; promoverá y favorecerá las organizaciones internacionales encaminadas a ese fin».