Domingo por la tarde. Desde la Alameda Central se percibe un ambiente extraño. Entre los paseantes recurrentes se entremezclan decenas de hombres y mujeres uniformados con saco azul y corbata roja, con audífonos de chícharo y las miradas examinadoras. Revisan de arriba abajo a todo el que camine por Avenida Juárez, desde el Hotel Hilton hasta la explanada del Palacio de Bellas Artes.

Sólo una de las tres puertas frontales del recinto está abierta, es la principal, y está custodiada por un puñado de alguaciles ataviados con el mismo saco azul, la misma corbata roja y con el mismo chícharo de cable blanco enroscado. Nadie puede entrar; nadie que no tenga invitación y además vaya vestido de gala o traje de etiqueta.

A un costado del edificio, un grupo de jóvenes de blanco llevan charolas, platos, pequeñas mesas; cargan paquetes de refrescos, bolsas de hielo, cajas con comida, cajas con botellas. Van y vienen, sudan, gesticulan, resoplan. Banquete e invitados llegan al mismo tiempo pero entran por diferentes puertas.

Es domingo por la tarde y a nadie le avisaron que el Palacio de Bellas Artes había sido alquilado para una celebración particular; en ningún lado se anunció que las puertas se cerrarían para que un grupo de afortunados brindaran, se tomaran selfies y cenaran, sin perturbaciones ni molestias, bajo la cúpulas y sobre el mármol del recinto considerado como la catedral cultural de México… ahora convertido en un salón de fiestas más.

El Palacio, en renta a pedazos

Si usted canta, pinta, baila, toca algún instrumento o tiene una banda o grupo de lo que sea; si se siente artista y sueña con presentarse en el foro más importante del país, no necesita esperar hasta que la comunidad cultural lo reconozca con homenajes, invitaciones o premios. No hace falta, no es necesario: puede rentar su propio espacio en el Palacio de Bellas Artes.

Dependiendo del capital con el que disponga o de la bondad de su mecenas, es posible alquilar la sala que desee –desde la Adamo Boari hasta la Principal–, e invitar a sus amigos o incluso venderles boletos y después presumir que su arte fue derrochado y admirado en la mismísima meca mexicana de la cultura. O si prefiere simplemente celebrar un aniversario o saber qué se siente decir ¡salud! en el vestíbulo, entre las columnas, arropado por los murales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Roberto Montenegro, Rufino Tamayo, Manuel Rodríguez Lozano y Guillermo González Camarena; o que la Orquesta Sinfónica Nacional toque sólo para usted y sus conocidos, también se puede.

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA) lo permite y le facilita las cosas: para actuar o disfrutar de un show exclusivo en el Palacio basta con pagar. Nada más.

Esto ocurre a menudo, y la oportunidad la han aprovechado diversos artistas y casas productoras; también organizaciones sociales, partidos políticos y empresas que han arrendado a pedazos el recinto.

Durante los 2 primeros años del sexenio de Enrique Peña Nieto, los distintos espacios del Palacio de Bellas Artes han sido reservados decenas de veces por cantantes y grupos que deseaban dejar constancia de haber actuado ahí; por promotores en busca de hacer negocios rentando la Sala Principal y quedándose con la venta en taquilla; por servidores públicos que escriben libros y los presentan ahí con cargo al erario; por partidos políticos y asociaciones que celebran sus aniversarios con conciertos exclusivos de la Orquesta Sinfónica Nacional…

En total, 46 eventos registra el Palacio de Bellas Artes. Y varios de ellos han sido conciertos que generarn recursos por venta de boletos y venta de miles de discos de conciertos en vivo, al INBA sólo han ingresado 3 millones 886 mil 843.22 pesos.

Todo ello se desprende del medio millar de documentos que el propio INBA entregó a Contralínea en respuesta a la solicitud 1116100036214 presentada por este semanario.

El que un concierto o un espectáculo esté anunciado en la cartelera normal, el que los programas de mano y las banderolas colgadas en las inmediaciones tengan los logtipos del INBA y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) no significa necesariamente que sea un evento emprendido por la propia administración del recinto por su valor artístico.

Quien vea la programación del Palacio no lo advertirá, pues no habrá ningún anuncio o aclaración sobre la organización privada del evento. Al contrario: el INBA hace lo posible para que no se note.

Según el Instituto, el alquiler de espacios del Palacio de Bellas Artes es un “servicio” más. ¿Y quién o quiénes pueden rentar a pedazos el recinto?: “Cualquier persona o su representante”, aclara el ente dependiente del Conaculta.

En los contratos, el INBA se basa en “las disposiciones” del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, “que establece como una de sus metas nacionales […] ampliar el acceso a la cultura como medio para la formación integral de los ciudadanos”.

Y según el Instituto, tal disposición se cumple alquilando a tajadas el Palacio de Bellas Artes, poniéndolo a disposición del que tenga los recursos económicos suficientes para darse un baño de arte en el recinto cultural más emblemático del país. Incluso a los arrendatarios no los llama clientes; en los contratos se refiere a ellos como “colaboradores”.

La Sala Manuel M Ponce es una de las más solicitadas. Por 9 mil 313 pesos ha sido reservado para seminarios, conferencias de prensa, presentaciones de libros, conciertos, bailables, entregas de premios, condecoraciones…

Notable fue el caso de Marco Antonio Mendoza Bustamante, director de Comunicación y Cultura del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) y autor del libro Por Siempre Tollantzinco.

Mendoza Bustamante, junto con la propia directora del Consejo, Carolina Viggiano Austria –hoy candidata a diputada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI)–, presentaron la publicación el 27 de noviembre de 2014 en la Manuel M Ponce.

El autor y servidor público reservó la sala, pero los 9 mil 500 pesos no salieron de su bolsillo. Quien pagó la cuenta fue el Conafe, del cual Mendoza Bustamante es también su apoderado legal.

Lo mismo ha ocurrido con la Sala Adamo Boari, sólo que ésta es arrendada a un costo menor: 4 mil 700 pesos. Las Terrazas Oriente y Poniente han sido utilizadas para celebrar fin de cursos, aniversarios; cocteles antes o después de alguna ceremonia o evento en otra sala, banquetes, brindis… por 4 mil 655 pesos de alquiler.

La Sala Principal, la más codiciada

El Teatro Principal del Palacio de Bellas Artes representa la aspiración máxima dentro del país para todo artista. Hay quien ensaya y sueña durante toda una vida para presentarse ahí; hay quien sólo paga para que ese anhelo se haga realidad.

La Sala Principal del Palacio ha sido la más rentada en lo que va del sexenio:

Ahí se han organizado festivales de música, funciones de danza folclórica, entregas de premios, conmemoraciones, galas, conciertos… pagando 46 mil 397 pesos por el alquiler.

Según el INBA, esa tarifa corresponde a los eventos sin fines de lucro; sin embargo, tal cantidad se ha cobrado a personas y productoras que se quedaron con lo recaudado en taquilla.

Si hay toreros que pagan por torear, futbolistas por jugar y políticos para que los entrevisten, ¿por qué los cantantes no habrían de hacer lo mismo, y además en Bellas Artes?

Ese fue el caso de María del Rosario León Vega, conocida sobre los escenarios como Eugenia León. Ella misma solicitó reservar la sala, cantó, pagó los 46 mil 500 pesos y se quedó con lo cobrado en taquilla: boletos desde 250 hasta 950 pesos.

“El INBA elaborará las banderolas de asta y pórtico, así como el programa de mano para el concierto”, ofreció el Instituto. Así que quienes hayan acudido a la noche de Eugenia León en Bellas Artes no se enteró que la cantante había sido la promotora de su propia presentación.

El Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández y la Orquesta Sinfónica Nacional son los espectáculos a la mano para quienes sólo desean disfrutar de una gala exclusiva, como los directivos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, AC; el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; la Universidad Autónoma Metropolitana; el Gobierno del Distrito Federal; el Centro Maguen David, AC; la Casa de Moneda de México, por ejemplo.

En septiembre de 2013, ante la Agencia Reforma, el senador del Partido Acción Nacional (PAN) Javier Lozano criticó el frecuente uso privado del recinto declarado en 1987 monumento artístico por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por su sigla en inglés):

“El Palacio de Bellas Artes ya lo están manoseando para asuntos políticos o que no tienen la sustancia cultural que lo amerita. Esto es la vulgarización de temas, conceptos y asuntos muy importantes”, se quejó el secretario de la Comisión de Cultura del Senado. Un año después, el 17 de septiembre de 2014, el PAN celebró su 75 aniversario con un concierto exclusivo de la Orquesta Sinfónica Nacional en la Sala Principal y un coctel en el vestíbulo.

La Fundación Rafael Preciado, AC, fue la encargada por el Partido para pagar… Y recibir, a través de ella, el precio especial de 46 mil 500 pesos por la sala. 19 mil pesos fue el costo para que los panistas brindaran a gusto en el vestíbulo.

También hay quienes prefieren celebrar trayendo sus propios grupos:

La Academia Medalla Mozart con la Orquesta Sinfónica de Puebla; la Sociedad de Beneficencia Española, IAP, cada año organiza el Festival de Música, Coros y Danzas de España; la Fundación Santiago Rossi (Colegio Nuevo México, SC) con “la presentación de la soprano Olivia Gorra, acompañada por el coro y orquesta de los alumnos del Grupo Educativo (Colegios Anglo Americano)”; la Universidad de Colima con el Ballet Folklórico de su casa de estudios; el Instituto Politécnico Nacional con su Orquesta Sinfónica Politécnica; el Consejo de la Judicatura Federal produjo la obra Heridas de muerte…

Patrimonio cultural, fuente de negocios

“En atención de su comunicado electrónico de fecha 14 de agosto por el que nos comentó la necesidad de celebrar un contrato para la celebración de un concierto de Juan Gabriel a celebrarse en el Palacio de Bellas Artes…”, inició la carta-respuesta del director de Asuntos Jurídicos del INBA, Gerardo Carranza Alvarado, dirigida a la gerente del Palacio, Liliana Saldaña.

Alberto Aguilera Valadez, Juan Gabriel, cumplió 40 años de trayectoria en 2013. Y los gobiernos de Chihuahua y Michoacán decidieron celebrárselos con un concierto privado en el recinto que consideraron acorde con la grandeza de su Divo de Juárez nacido en Parácuaro, Michoacán.

Desde el miércoles 28 de agosto la Sala Principal, el vestíbulo y la explanada del Palacio se colmaron de cámaras, cables, cinta gaffer, operarios y hasta una grúa. El concierto se llevó a cabo 2 días después.

Aquella noche los admiradores de Juan Gabriel no pasaron de las vallas que rodearon el Palacio: los asistentes entraron por invitación. Los gobernadores, las familias de los gobernadores, los socios de los gobernadores y demás convidados políticos y empresariales de los mandatarios priístas disfrutaron del show exclusivo sin gastar 1 centavo que no fuera público.

Según el contrato, la empresa God is Music, SA de CV, pagó 8 mil 616 pesos “por derecho de filmación” para realizar “una grabación en video del concierto completo para fines de comercialización del DVD”, 4 mil 308 “para cubrir la tarifa de tomas fotográficas”, 496 de “tarifa de tiraje” y 1 mil 505 pesos de “tarifa de reproducción”. El INBA recibió 14 mil 925 pesos por los derechos de la gala que derrama grandes ganancias hasta el día de hoy. El material (Juan Gabriel, mis 40 en Bellas Artes) salió a la venta en mayo de 2014 y en sólo 3 meses había conseguido tal éxito en tiendas que en México y Estados Unidos recibió discos de platino y oro, símbolos de ventas millonarias. Meses después, el concierto fue transmitido por Televisa en horario estelar. El negocio fue redondo.

No obstante ello, el INBA cobró la tarifa “para eventos sin fines de lucro”. El Instituto Chihuahuense de la Cultura –dirigido por Fermín Gutiérrez Galindo– pagó 46 mil 397 pesos “por el uso de las Instalaciones del Teatro con sus instalaciones, equipo, personal técnico y de servicios al público” (sic), más 108 mil 638 pesos por dos madrugadas de trabajo del personal técnico del Palacio, asientan los contratos y recibos de los cuales Contralínea tiene copia.

A pesar de lo consignado, el gobierno de César Duarte negó haber “patrocinado” el concierto; aseguró que no se habían gastado recursos públicos. Por su parte, María Cristina Cepeda, directora del INBA, rechazó que en esa ocasión se haya alquilado la sala: el Palacio fue “facilitado a un gobierno estatal”, dijo.

El propio INBA entregó documentos que comprobaron los pagos hechos por el Instituto Chihuahuense de la Cultura. En contraste, no compartió evidencia de que God is Music haya depositado lo correspondiente por la filmación del concierto.

Otra productora que encontró en el Palacio de Bellas Artes una mina es Erreele Producciones, SA de CV, con Joan Manuel Serrat como puntal y una presentación del ya fallecido Paco de Lucía.

Paco de Lucía se presentó en la Sala Principal el 5 de octubre de 2013. “El costo de la sala por uso y aprovechamiento asciende a 280 mil pesos”, le dijo al principio el Instituto a la empresa; después, y sin explicación de por medio, bajó el monto a 216 mil 200 pesos.

“Referente a la difusión, le comento que el INBA incluirá el concierto en su cartelera habitual”, prometió la dependencia. No sólo eso, el programa también cumplió “con los lineamientos editoriales en contenido e imagen de la institución”. Es decir que el concierto estuvo completamente revestido como si fuera uno más organizado por el Palacio.

El costo de los boletos lo definió la propia empresa: de 800 a 2 mil 200 pesos. “El producto de la venta de taquilla de el evento (sic), que en forma habitual se deposita en la caja general del INBA, […] será para el colaborador [Erreele]”, aclaró el contrato. Y así fue.

Erreele Producciones volvió para promover cuatro conciertos de Joan Manuel Serrat en enero y de febrero de 2014, también en la Sala Principal. El INBA cobró 742 mil pesos por las cuatro fechas, más 108 mil pesos por las madrugadas de montaje y desmonte.

La taquilla –con boletos de 590 a 1 mil 300 pesos– otra vez fue para Erreele. Tal fue la respuesta del público que se adicionó otra fecha: el 30 de enero, pagando la empresa 185 mil 500 pesos por ésta y cediendo al INBA el 7 por ciento del boletaje vendido de ese día.

El Instituto compartió el recibo de pago de la renta del 30 de enero, pero no de las otras cuatro fechas.

En los primeros 5 años del sexenio de Vicente Fox, el recinto había sido alquilado 67 veces (Juan José Ávila, El Universal, 14 de diciembre de 2005); en los primeros dos del gobierno de Enrique Peña Nieto el INBA admite oficialmente que fueron 46; sin embargo, no informa de todos los eventos en los cuales el boletaje total fue vendido a una sola persona, otro método de comprar la exclusividad de los espacios.

Cuando el Palacio de Bellas Artes se inauguró, el 29 de septiembre de 1934, la Orquesta Sinfónica de México lo estrenó tocando Llamadas, sinfonía proletaria del maestro Carlos Chávez; 8 décadas después, el recinto cultural más importante del país, aunque considerado patrimonio público, cumple frecuentemente los deseos de políticos y empresarios por horas, días enteros.

Contralínea solicitó entrevistas con María Cristina García Cepeda, directora del INBA; con Liliana Saldaña, gerente del Palacio; Alejandra Becerra, exgerente y ahora subdirectora Administrativa, y con José García, jefe de Recursos Financieros. Sólo García Cepeda respondió pidiendo el envío de un cuestionario por correo electrónico. Contralínea mandó el cuestionario pero, hasta el cierre de edición, no se recibió ninguna otra comunicación de parte de la servidora pública.

Fuente
Contralínea (México)