Cartografía espiritual en Efeso

La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”.
Sócrates

Generalmente cada territorio está dividido en regiones, provincias, distritos, barrios, avenidas, caminos, vías de ferrocarril, etc. En lo físico es lo que se denomina un espacio geográfico, resulta que en el campo espiritual también hay una cartografía, cuentan los eruditos de la nueva era que cientos de años, previos a nuestros días, se empezaba a estudiar y a realizar exégesis de los pensamientos y las filosofías sobre los famosos espíritus territoriales, ¿qué significaba esto?: que se debía conectar e identificar cualquier nombre de un lugar geográfico determinado con principados demoníacos, con lo cual podemos interpretar que se regían a poderes limitados dependiendo de su demarcación territorial. Esto revelaba que los habitantes de aquellas parcelas o aldeas eran influenciados por dioses con diferentes jerarquías.

Tal es el caso de Efeso, (actual Turquía), un famoso culto abyecto a un espíritu llamado la Reina del Cielo, éste comenzaba a mandar sobre un amplio sector geográfico a partir de los pactos consagrados a la reina Semíramis de Babilonia unos años después de la muerte de Nimrod (rey de Babilonia), dicha reina vendrá mas tarde a ser conocida como Diana de los efesios.

Lo curioso es que dicha diosa no representaba las características que hoy en día nos muestra el rostro de una virgen, ni la imagen de una criatura sobrenatural con belleza ilimitada sino que mas bien era una especie de ser indescriptible, sobre la cabeza aparecen unas aves de rapiña, sobre su cuerpo huevos adheridos que representaban la fertilidad y animales como ornamento de la vestimenta, pero que pudo haber hecho que la construcción comenzada por Creso haya sido considerada una de las maravillas del mundo (el palacio de Diana de los efesios o Artemisa).

O nos preguntamos ¿por qué Antípatro de Sidón pudo haber dicho un día, que aparte del Olimpo, el sol no le pareció tan grande como ver la hermosura de Diana de los efesios? La supuesta portadora de la luz se encuentra en la antigua ciudad de Efeso a 50km al sur de Izmir.

Cuentan los seguidores de esta deidad que su adoración era más antigua que la que otorgaban al oráculo de Apolo de Didymi, este templo fue diseñado por un arquitecto griego llamado ChersiPhron, y fue destruido en el año 356 a.c. por Erostratos, por un incendio catastrófico, cuando los fanáticos de Diana, consternados al ver la pulverización del edificio, preguntaban a sus sacerdotes ¿porqué la diosa permitió que demolieran su casa? Los eruditos religiosos manifestaron que la mismísima Diana había ido a Pella a presenciar el nacimiento de Alejandro Magno, dejando la casa a merced de los enemigos.

Efeso, la capital de Asia, fue por décadas el centro cultural, financiero y filosófico de ahí su importancia e influencia para que sus calles fueran sede de una de las 7 iglesias de la primitiva cristiandad donde el Apóstol Pablo reprendió por su cercanía a los cultos paganos de la diosa regente del territorio y donde fue apedreado al ir en contra de la economía de los artesanos que vivían de la idolatría de la fertilidad y prosperidad de la ciudad, cuna de Jenofonte de Efeso, autor de la tragedia original Habrócomes y Antía sobre la que Shakespeare se inspiró para escribir Romeo y Julieta. Tal fue su importancia que el autor del Apocalipsis, el discípulo Juan, recaló a predicar el evangelio de vida y la misma madre de Jesús de Nazareth, María, también fue su residente, cuyo culto nace en esta ciudad. Tal vez el último gran evento fue el concilio ecuménico para combatir el nestorianismo en el siglo V d.c.

Mi pensamiento es circunspecto referente a creencias arteras y atávicas puesto que al parecer Efeso fue una ciudad privilegiada donde abundó la behetría, sin embargo todo lo autóctono es tan interesante que estuve como una ciudadana de Efeso sin la regencia de sus gobernadores espirituales y mas bien experimenté, al ver la belleza intacta del anfiteatro de la antigua ciudad, de un traslado a las épocas de resplandor de la urbe que se conquistó con una palabra y no con armas.

El mayor de todos los misterios es el hombre”.
Sócrates