El 25 de enero, Europa tomó una decisión valiente. Se atrevió a cuestionar la forma de memorándum de austeridad estricta, para reclamar un nuevo acuerdo. Un nuevo acuerdo que permita a Grecia a recuperar la senda del crecimiento en el euro con un programa económico viable y sin repetir los errores del pasado.

Estos errores se pagaron muy caro por los griegos. En cinco años, el desempleo se elevó al 28% (60% para los jóvenes) y el rendimiento promedio se redujo en un 40%, mientras que Grecia, como se muestra en las estadísticas de Eurostat, se ha convertido en el Estado de la Unión Europea con los más altos indicadores de desigualdad social.

Peor aún, a pesar de los fuertes golpes que golpearon el tejido social, el programa no pudo devolver la competitividad a la economía griega. La deuda pública se disparó un 124% hasta el 180% del PIB. La economía griega, a pesar de los grandes sacrificios de su pueblo, permaneció atrapada en un clima de continua incertidumbre generada por las metas no vinculantes de la doctrina del equilibrio financiero, que son en la práctica un círculo vicioso de austeridad y recesión.

Por el fin del círculo vicioso

El objetivo principal del nuevo gobierno griego estos últimos cuatro meses ha sido poner fin al círculo vicioso de esta incertidumbre. Un acuerdo de beneficio mutuo que establezca metas realistas en relación con los excedentes presupuestarios, la reintroducción de una agenda de desarrollo y la inversión –una solución definitiva al caso griego– es ahora más necesaria que nunca. Por otra parte, dicho acuerdo marcará el final de la crisis económica europea que estalló hace siete años, terminando el ciclo de incertidumbre para la zona euro.

Hoy en día, Europa está a punto de tomar decisiones que van a desencadenar una fuerte recuperación de la economía griega y europea, poniendo fin a la situación de un “Grexit”. Estos escenarios impiden la estabilización a largo plazo de la economía europea y es probable que socave la confianza de los inversores en nuestra moneda común.

Sin embargo, algunos argumentan que la parte griega no hizo nada para ir en esa dirección porque tenía negociaciones con propuestas intrasigentes. ¿Es realmente así?

Dado el momento crítico, incluso histórico, en el que vivimos, no sólo para el futuro de Grecia, sino también para Europa, me gustaría aprovechar este mensaje para reiniciar la verdad e informar de manera responsable a la opinión pública europea y mundial acerca de las intenciones y las posiciones reales tomadas por el nuevo gobierno griego.

Después de la decisión del Eurogrupo del 20 de febrero, nuestro gobierno presentó un gran paquete de reformas con propuestas encaminadas a un acuerdo para vincular el respeto por el veredicto del pueblo griego sin entrar en conflicto con las normas que rigen el funcionamiento de la zona euro.

Bajo nuestras propuestas, nos comprometemos a alcanzar superávit primarios más bajos en 2015 y 2016 y superiores en los años siguientes, ya que esperamos un aumento correspondiente en la tasa de crecimiento de la economía griega.

Otro elemento importante en nuestras propuestas es el compromiso de aumentar los ingresos del gobierno mediante la redistribución de la presión fiscal entre los ciudadanos con ingresos medios y bajos con respecto a aquellos que tienen altos ingresos, pero que hasta ahora no han podido pagar su parte para hacer frente a la crisis, ya que en mi país estaban protegidos de manera muy eficaz tanto por la élite política como por la troika, que “cerró los ojos”.

Incluso desde el primer día, el nuevo gobierno ha mostrado sus intenciones y su determinación mediante la introducción de una medida legislativa para abordar el fraude de las transacciones triangulares, aumentando los controles aduaneros y fiscales para limitar considerablemente el contrabando y la evasión fiscal. Al mismo tiempo, por primera vez en muchos años, las deudas de los propietarios de los medios fueron imputados ​​por el Estado griego.

El cambio de clima en el país es claro. Queda demostrado por el hecho de que los tribunales aceleran el avance de los procedimientos contra las grandes evasiones fiscales. En otras palabras, los oligarcas que estaban acostumbrados a ser protegidos por el sistema político tienen todas las razones para perder el sueño.

No sólo ha habido directrices generales, también hay propuestas concretas presentadas en el contexto de los debates con las instituciones y que cubren una buena parte de la distancia que nos separaba hace unos meses.

Precisamente, el equipo griego acordó poner en marcha una serie de reformas institucionales, como el fortalecimiento de la independencia de la Agencia griega de estadísticas (ELSTAT), las intervenciones para acelerar la administración de justicia, así como las intervenciones en los mercados de productos para eliminar las distorsiones y los privilegios.

Por otra parte, aunque nos oponemos a las privatizaciones recomendadas por las instituciones, ya que no ofrece ninguna perspectiva de desarrollo y no da lugar a ninguna transferencia de fondos a la economía real, y sí a la deuda –que en todo caso no es sostenible– aceptamos proceder con algunos cambios de menor importancia del programa de privatizaciones, dando una prueba más de nuestra intención de cumplir con una aproximación.

También llegamos a un acuerdo sobre una importante reforma del IVA, simplificando el sistema y reforzando la dimensión de la redistribución del impuesto, para poder aumentar tanto la tasa de recuperación o de ingresos.

Hemos entregado propuestas concretas de medidas que conduzcan a un aumento adicional de los ingresos (contribución excepcional de mayores ganancias, impuesto sobre los juegos de azar en línea, la intensificación de los controles sobre los grandes depositantes –medidas contra el fraude para recuperar deudas con el Estado, los impuestos especiales sobre los productos de lujo, y el concurso público para la concesión de frecuencias de radiodifusión, que fue olvidado, como por casualidad, por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) durante cinco años.

Estas medidas tienen como objetivo aumentar los ingresos, evitando por otra parte contribuir a la recesión, ya que no disminuye la demanda efectiva y no requiere nuevos medios ni cargas sobre los rendimientos más débiles.

Hemos llegado a un acuerdo para proceder a una importante reforma del sistema de la seguridad social, con la unificación de los fondos del seguro de salud, el fin de las disposiciones que autorizaban indebidamente la transición a la jubilación anticipada, o el aumento de la edad efectiva de jubilación.

Hay que tener en cuenta el hecho de que las pérdidas de los fondos de seguros, lo que llevó a cuestionar su viabilidad en el mediano plazo, se debió principalmente a las opciones políticas cuya responsabilidad debe atribuirse a los gobiernos griegos anteriores y, especialmente, a la Troika (la disminución del fondo reserva de cajas a 25 000 millones de euros a causa de la “Participación del sector privado” en 2012 y, sobre todo, una tasa de desempleo muy alta, debido casi exclusivamente al programa de austeridad extrema implementado en Grecia desde 2010).

Por último, a pesar de nuestro compromiso para restablecer de inmediato las normas europeas en materia de derecho laboral, que fueron completamente deshechas durante los últimos cinco años bajo el pretexto de la competitividad, se aceptó poner en marcha una reforma del mercado laboral, previa consulta con la Organización Internacional del Trabajo [OIT], y de ese modo validada.

Restablecer los convenios colectivos y no seguir adelante con más reformas

Teniendo en cuenta todo esto, podemos preguntarnos: ¿por qué los representantes de las instituciones persisten en decir que Grecia no presenta propuestas?

¿Por qué seguir negando la liquidez monetaria a la economía griega si Grecia ha demostrado que quiere respetar sus obligaciones externas, con el pago desde agosto de 2014 de más de 17 millones de euros en cantidades e intereses (en torno al 10% de su PIB), sin ningún tipo de financiación externa?

Por último, ¿cuál es el punto de verdad en la prensa para decir que no estamos cerca de un acuerdo cuando esto pondrá fin a la incertidumbre política y económica que se dice se siente a nivel europeo y mundial, y que se extiende sobre el tema griego?

La respuesta oficial de algunos es que no estamos cerca de un acuerdo porque los griegos mantienen sus posiciones para reemplazar a los convenios colectivos y la negativa a recortar más mediante reformas.

En estos puntos, tengo que dar algunas explicaciones: con respecto a la primera, la posición de Grecia es que la legislación laboral debe corresponder a las normas europeas y no puede violar flagrantemente la legislación europea. No pedimos más de lo que está en su lugar en todos los países de la eurozona. Con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hicimos una declaración en ese sentido.

En cuanto al segundo punto, las reformas, la posición del gobierno griego es claramente justificada y lógica. El recorte acumulado de las reformas en Grecia durante los años del Memorando fue del 20% al 48%. Hoy el 44,5% de los pensionistas reciben una pensión inferior a la línea de pobreza relativa, según los datos de Eurostat. El 23,1% de ellos vive en condiciones de riesgo de pobreza y exclusión social.

Esta situación resulta de la exposición de una política que no se puede tolerar, ya sea en Grecia o en cualquier país civilizado.

Tenemos que decir las cosas como son, si no hemos llegado a un acuerdo con nuestros socios, no es debido a nuestra intransigencia o posiciones incomprensibles. Será causa de la obsesión de algunos representantes institucionales que insisten en soluciones poco razonables, siendo indiferente con respecto al resultado democrático de las recientes elecciones parlamentarias en Grecia, así como las posiciones de las instituciones europeas e internacionales que dicen que están dispuestos a mostrar flexibilidad para satisfacer el veredicto de las urnas.

¿Cuál es la razón de esta obsesión? Una explicación sencilla sería decir que es el resultado de la intención de algunos representantes institucionales por tratar de ocultar el fracaso de su programa y obtener la confirmación contraria de todos modos. Por otro lado, no debemos olvidar que el FMI ha reconocido públicamente hace unos años que estaba equivocado acerca de los efectos devastadores de varios recortes presupuestales impuestos a Grecia.

Creo que esta respuesta no es suficiente para explicar lo que está sucediendo. No creo que el futuro de Europa deba depender de esta obsesión por algunos grupos de interés.

Las dos estrategias que chocan en Europa

Mi conclusión es que la cuestión griega no sólo afecta a Grecia, sino que está en el centro de un conflicto entre dos estrategias que se enfrentan por el futuro de la integración europea.

La primera busca la profundización de la integración europea en un contexto de igualdad y solidaridad entre sus gentes y sus ciudadanos. Los partidarios de esta estrategia suponen que es inaceptable obligar al nuevo gobierno griego a implementar las mismas políticas con las que los anteriores ejecutivos fracasaron. De lo contrario, tendríamos que terminar con las elecciones en todos los países sujetos a un programa de austeridad.

Seríamos así obligados a aceptar que los primeros ministros y gobiernos serían impuestos por las instituciones y los ciudadanos europeos e internacionales quedarían privados de su derecho al voto. Son conscientes de que esto sería equivalente a la abolición de la democracia en Europa y el comienzo de una ruptura inaceptable dentro de la Unión Europea. Todo esto eventualmente crearía un monstruo tecnocrático y la lejanía de Europa en relación a sus valores fundacionales.

La segunda estrategia conduce a la rotura y división de la zona euro y por lo tanto de la Unión Europea. El primer paso en esa dirección sería la formación de una zona euro a dos velocidades, donde el núcleo impondría normas severas de austeridad y ajuste. Este núcleo central impondría así un superministro para la zona del euro, que tendría un inmenso poder, con derecho a rechazar los presupuestos nacionales de los Estados soberanos que no cumplan con las doctrinas neoliberales extremas.

Para los países que se nieguen a ceder a este nuevo poder, la solución sería el castigo simple, severo: la aplicación obligatoria de la austeridad, las restricciones a los movimientos de capital, sanciones disciplinarias, multas e incluso la creación de una moneda paralela al euro.

Es así como el nuevo poder europeo procura consolidarse. Grecia es su primera víctima. Se ha presentado como el mal ejemplo que otros estados europeos no deben seguir.

Pero el problema fundamental es que esta segunda estrategia implica riesgos importantes y los que la apoyan no parecen darse cuenta de ello. Esta segunda estrategia corre el riesgo de ser el principio del fin, ya que transforma la unión monetaria de la zona euro en una simple de tasa de cambio. Pero más allá de eso, se inaugura un proceso de incertidumbre económica y política que también podría cambiar profundamente el equilibrio en todo el mundo occidental.

Hoy en día, Europa está en una encrucijada. Después de las importantes concesiones hechas por el gobierno griego, la decisión ya no está en manos de las instituciones, a excepción de la Comisión Europea, que no son elegidos y que no son responsables ante el pueblo, sino en manos de los líderes europeos.

¿Qué estrategia podría conducir a lo mejor? ¿La de una Europa de la solidaridad, igualdad y fraternidad o la de ruptura y en última instancia, división?

Si algunos piensan o quieren creer que la decisión que se tome sólo afectará a Grecia, se equivocan. A éstos, les remito a la obra maestra de Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas.

Fuente
Le Monde (Francia)