París, alegría y amores sin arrepentimiento

Eran casi las 5 pm, la tarde estaba algo oscura y nublada, el viento corría hacia el norte y aunque no sentía tanto frío, las hojas se desprendían de los árboles frondosos dejando los troncos hirsutos, sin la belleza plena de su estado natural.

No era una tarde cotidiana, era una tarde en París, algo espléndido y único por más que no fuera tu primera vez en aquel paraíso, así te invadan recuerdos pasados, cuando caminas por las calles de París siempre es diferente, es una ciudad mágica, encantadora, donde abundan los amuletos y talismanes, para que no te vayas a ir, sin enamorarte.

El restaurante 58 ubicado en la cima de la torre Eiffel te permite tener una espectacular vista de toda la ciudad, es definifitivamente esta gran estructura de hierro la más visitada del mundo.

Poco sabemos de la negativa que tuvo que enfrentar el ingeniero y arquitecto Gustave Eiffel, puesto que lejos de ilusionar a los parisinos la construcción los decepcionó, ya que se invertirían grandes sumas de dinero en el monumento, mientras el pueblo francés pasaba por grandes y profundos abismos de escasez y necesidad.

Se puso como fecha para desmontarla el año 1900, y se suscitó una gran controversia, puesto que el rechazo social fue muy fuerte, y sólo defendían el proyecto algunos poetas y artistas pero los entendidos de política y de visiones empresariales y de altos negocios a largo plazo la rechazaron totalmente.

La estructura comenzó a construirse en 1887. Se edificó en el Campo de Marte. En su construcción participaron 250 obreros. Se inauguró el 31 de marzo de 1889 para la Exposición Universal y fue abierta al público el 6 de mayo de ese año.

Fue el ejército francés el que lograra salvar a la Torre Eiffel, puesto que después de realizar unas pruebas exhaustivas militares con grandes equipos de transmisiones, se llegó a la conclusión que la torre era un lugar privilegiado y de suma importancia para la instalación de antenas y equipos de radio. Con ello, la Torre Eiffel ya tenía un uso práctico que justificaría su amnistía y se detendrían los trabajos futuros de desmontaje.

Gustav Eiffel fue pionero a la hora de considerar el factor aerodinámico en sus proyectos ya que también participó en la construcción de la estructura metálica de la célebre Estatua de La Libertad, en Nueva York.

El hermoso carrusel vintage de caballos de París, te provoca un placer y éxtasis tan inexplicable casi como cuando un niño come un chocolate, es una experiencia tan dulce y bonita que te hace retroceder al baúl de recuerdos de la tierna infancia.

Caminando y observando el Sena, disfrutando de un algodón de azúcar, se me viene a la mente, Je neregretterien, (yo no me arrepiento de nada) de Edith Piaf, en mi humilde parecer, una canción dolorosa, con sentimientos profundos, quizás por eso me parece una de las mejores canciones de la controversial Piaf, que significa gorrión y es el apodo que le puso Louis Leplée, quien la salvó de la cloaca infernal donde ella vivía y quien nunca la pudo ver triunfar.

Vida, amores, alegrías y desgracias de Edith Piaf, es difícil olvidar cuando te encuentras en París, se me enrolla el corazón al recordar su Vie en Rose con Marcel Cerdan, quien murió precisamente mientras volaba con gran desesperación hacia New York, para encontrarse con su amada, pero como dice la letra de su canción, pudo pagar, barrer y olvidar los malos amores, aquellos que si no te matan a golpes te acribillan con sus palabras e indiferencia, Edith Piaf hizo una fogata quemando así sus terribles experiencias con los hombres, le importó un bledo todo y no se arrepintió de nada.

Después de tanta nostalgia, me dirijo hasta el gran museo de Louvre donde una vez más me deslumbra el cuadro de la Mona Lisa pintada por Leonardo Da Vinci y me sumerjo en la fantasía de averiguar ¿quién fue esa musa para el pintor?, reviso la hora, y me doy cuenta de que debo ir a cenar y empezar la celebración de un inolvidable viernes parisino.