Anaya: trasnochado y apologista de Calderón

En su propaganda, Ricardo Anaya Cortés hace alarde de su voluntad de “renovar” al PAN y hacerlo “más moderno” y “abierto a la sociedad” (véase ricardoanaya.com.mx), pero esas promesas no se refieren a modificar las tendencias conservadoras de ese partido, sino que constituyen meras consignas del político panista, palabras sin contenido ni sustento.

Abogado de profesión y nacido en el municipio de Naucalpan, Estado de México, en 1979, Anaya está establecido en Querétaro, una de las entidades más derechistas del país, y donde, de 2003 a 2009, fue secretario particular del entonces gobernador Francisco Garrido Patrón.

En 2012 algunos militantes del blanquiazul de esa entidad denunciaron que Anaya había sido acusado de afiliar gente al PAN a cambio de tinacos y otras dádivas, y de hacer el trabajo sucio de Garrido Patrón, como la represión de varios periodistas (Mariana F Maldonado, “La ‘historia negra’ de Ricardo Anaya”, 19 de abril de 2012, www.24-horas.mx/la-historia-negra-de-ricardo-anaya/).

También señalaban su participación en agresivas campañas de denostación contra Enrique Peña Nieto y contra el Partido Revolucionario Institucional (PRI), estrategias en las que se basó la propaganda panista en las elecciones del 2012.

El exregidor del ayuntamiento de Corregidora, Antonio Navarro, afirmó que Anaya “siempre ha utilizado recursos del partido para beneficios personales y ha realizado prácticas antidemocráticas al viejo estilo del PRI…”

Otro de los críticos de Anaya anticipaba su candidatura a la presidencia del PAN. Aseguraba: “no descartes a un Ricardo Anaya buscando la dirigencia nacional del partido”.

Puesto que el carácter de una persona se refleja en sus actos una y otra vez, no es raro que ese tipo de acusaciones haya surgido también en el debate que el 30 de julio sostuvo Anaya, el panista tan apoyado por la televisión y la radio, con Javier Corral, su contrincante en la contienda por la presidencia del PAN.

En esa ocasión, Corral Jurado acusó a Anaya del desvío de 20 millones de pesos cuando era coordinador de la bancada panista a principios de año, con el fin de hacer encuestas para su posterior nominación como candidato. Afirmó Corral: “Tengo testimonios notariales y varias tablets que repartieron durante el mes de abril y mayo, incluso con el software, los instructivos, los videos y las dos aplicaciones para detectar simpatizantes para su candidatura” (www.excelsior.com.mx/nacional/2015/07/31/1037652).

En la discusión, Anaya hizo gala de su adhesión a las ideas más retrógradas de la derecha mexicana: el anticomunismo a ultranza, el militarismo, la defensa de las políticas contrarias al bienestar de las mayorías, etcétera.

Ricardo Anaya acusó a Javier Corral nada menos que de haber criticado a Calderón y haberse reunido con Cuauhtémoc Cárdenas y con Fidel Castro, para lo que exhibió tres fotografías alusivas.

El derechismo que enarbola Anaya, con su odio a Castro y a Cárdenas, suena como un eco de las ideas de los grupos ultras de la década de 1960, de la época de la Guerra Fría, una etapa que hasta los gobiernos de Cuba y Estados Unidos han superado ya, como bien le respondió Javier Corral, quien hizo notar que “el presidente Barack Obama tiene una postura más moderna sobre Cuba que Ricardo Anaya” (www.versiones.com.mx/debatepanista-lleno-de-descalificaciones/).

Resulta difícil entender cómo Anaya pretende “modernizar” su partido con esas actitudes de mediados del siglo pasado. Más aún, Anaya recriminó a Corral que se hubiera atrevido a criticar a Calderón en aspectos como su criminal y fallida “guerra contra el narco”. Le dijo Anaya: “…hablas de la estrategia militar convertida en guerra de Calderón, hablas de decenas de miles de muertos, mutilados, heridos… Oposición sí, Javier, oposición a los priístas, a los de enfrente, no a nuestro buen presidente panista” (http://mexico.cnn.com/adnpolitico/2015/07/31/5-rounds-del-debatepan-entre-ricardo-anaya-y-javier-corral).

En suma, el discurso de Anaya es el de la intolerancia y la mentira: no criticar a los funcionarios panistas, hagan lo que hagan, sino sólo a los de otros partidos, aunque sea por medio de la difamación.

El gobierno de Calderón, que desembocó en la debacle electoral del PAN en 2012, fue criticado y detestado por millones de mexicanos, por razones muy claras y concretas. Entre ellas se cuentan: la forma fraudulenta en que llegó al poder; el haber promovido la militarización y el genocidio, con el pretexto de la lucha contra el narco; el ataque sistemático a la economía y al bienestar de los sectores mayoritarios, con el alza de los productos básicos (lo mismo la tortilla que el gas y la gasolina) y la implantación de impuestos como el impuesto a los depósitos en efectivo y el impuesto empresarial a tasa única; por si fuera poco, el conservador Felipe Calderón se empeñó en destruir el Estado laico, para hacer retroceder a nuestro país a la época anterior a las Leyes de Reforma. Son temas de los que ahora no les gusta hablar a muchos panistas, como Anaya, ni se refieren a ellos la radio y la televisión, como si no hubieran existido, pero resulta que todos los vivimos hace unos cuantos años.

Asimismo, Anaya ha enarbolado el conocido antiabortismo panista, expresado con la fórmula eufemística del supuesto “respeto a la vida desde la concepción y hasta la muerte natural” (http://pulsoslp.com.mx/2015/04/06/respeta-an-la-vida-desde-la-concepcion/#sthash.IO0sCh12.dpuf). Paradójicamente, el panista que se dice tan intransigente “defensor de la vida” es igualmente radical en su apoyo a la política genocida que siguió Calderón.

Corral: los aliados incómodos

Senador por Chihuahua, Javier Corral Jurado nació en 1966, y es abogado y periodista. Hace más de 2 décadas cultivaba su carrera política al lado de Francisco Barrio, de cuyo equipo de campaña formó parte en las elecciones estatales de 1992, cuando este último llegó al gobierno de la entidad.

En 2004, Corral fue candidato al gobierno de Chihuahua por la coalición PAN-Partido de la Revolución Democrática-Convergencia.

Corral se ha dado a conocer, sobre todo, por su actitud crítica ante los privilegios y abusos de las televisoras, especialmente de Televisa, y en ello ha coincidido con políticos de otros partidos. Su discurso de campaña ha sido mucho más racional y progresista que el de Anaya.

Corral no es un personaje emblemático de los panistas más reaccionarios, ni se le ha mencionado como parte de grupos extremistas, pero llama la atención que sí lo son algunos de los panistas que lo apoyan. Entre ellos se cuentan Juan Carlos Romero Hicks, José Luis Luege Tamargo y Ana Teresa Aranda. A los todos ellos se les ha mencionado como vinculados al Yunque; Luege, extitular de la Comisión Nacional del Agua, participó también hace décadas en el grupo ultraderechista Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, mientras que Aranda, exfuncionaria en el gobierno de Vicente Fox, participó en la también extremista Asociación Nacional Cívica Femenina. Romero Hicks representa una de las versiones más conservadoras del panismo, la que proviene de Guanajuato, entidad de la que fue gobernador (www.proceso.com.mx/?p=342567).

En suma, si Corral llegara a la presidencia del PAN, el predominio de la ultraderecha estaría garantizado en ese partido, no por su propia trayectoria, pero sí por la influencia que tendrían sus aliados yunquistas.

A Ricardo Anaya lo apoyan algunos panistas que no exhiben orígenes extremistas, como Santiago Creel, pero también otros que se han destacado en aspectos como las campañas antiabortistas, como es Fernando Rodríguez Doval (www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=8052).

Finalmente, es imposible formar un bando dentro del PAN donde no estén representados los abanderados del conservadurismo católico y de la extrema derecha, pues esas tendencias representan los orígenes de dicho partido.

Además de considerársele el candidato de Gustavo Madero, entre los principales apoyos de Anaya, quien ya fungió como presidente interino del PAN en sustitución de Madero, se menciona al controvertido gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien no es precisamente de estirpe panista sino nieto de un gobernador priísta de la misma entidad en la época de Gustavo Díaz Ordaz.

Fuente
Contralínea (México)