Don Obed Chuquihuayta y Patricia Benavente

Prácticamente cuando Patricia Benavente, titular de OSITRAN, acababa de subir al avión que le llevaba a Francia a cumplir con una actividad oficial, el inquieto pero bisoño Obed Chuquihuayta Arias, armó una conferencia de prensa inusual, acompañado del ingeniero contratado a través de UNOPS, por la que anunciaba el inicio de un procedimiento sancionador en contra de COVIPERÚ, empresa concesionaria a cargo de la vía Pucusana-Ica, por deficiencias que "originaron la caída del Puente Topará", tal como señala la nota de prensa difundida a todos los medios de comunicación.

Sorpresas te da la vida

En todos los años que vengo siguiendo el accionar de OSITRAN, que son ya varios, es la primera vez que alguien de su interior anuncia, no solamente el inicio del proceso mencionado, sino también la probable máxima falta: 420 UIT, equivalentes a S/. 1’617,000. Tal parece que el protagonismo le ganó la partida a don Obed y con su conferencia de prensa perfiló lo que en derecho administrativo se denomina adelanto de opinión, dejando sin chance de sanción a OSITRAN.

COVIPERÚ se queja

Como no podía ser de otro modo, el ducho gerente general de la concesionaria, ingeniero Walter Sánchez, remitió carta de protesta, aunque en términos amables y paternales, expresando al Supervisor que lo dicho en la conferencia fue una irregularidad -que se señalaran cargos sin escuchar a las partes- y que en suma, toda acción al respecto quedaba invalidada de hecho y así lo hará prevalecer en las instancias que sean necesarias. Lo cual, a decir de los entendidos, es rigurosamente cierto.

¿Y la propia responsabilidad de OSITRAN?

En su afán de salir en cámaras, (lo que al parecer no consiguió), el novel Chuquihuayta no reparó que dicha concesión está bajo supervisión de la entidad que él gerencia y que al margen de la época en que se dio el diseño y construcción del puente Topará, es OSITRAN la institución responsable, especialmente en la etapa de ejecución de obra.

Para eso, incluso, contrata empresas supervisoras, delegándoles esa labor siempre bajo su control. No recuerda, además, que existe la "Entrega de Cargo", acto usual y obligatorio en los niveles gerenciales, por el que se transfieren los asuntos pendientes en todo aspecto. Dejó de lado, también, que antes de ser nombrado, (ilegalmente, según denuncia penal correspondiente, de la que dimos cuenta semanas atrás), estuvo al frente de la Gerencia Adjunta de la Gerencia General, entonces, habría que conocer ¿qué hizo en todo su paso por dichos cargos gerenciales? y también saber cómo procedió la empresa supervisora contratada por OSITRAN y los propios órganos competentes de la entidad que él dice gerenciar, respecto del concesionario COVIPERÚ y la obra encargada.

Benavente busca sucesor

Tanto es el enojo que esta absurda falta ha causado en la presidente de OSITRAN, Patricia Benavente, que de buena fuente hemos sido informados que la gota rebalsó el vaso y que hace tiempo estaría buscando reemplazo a Chuquihuayta, por sus continuos y muy eficientes desatinos, es decir, simplemente habría reconocido su error al nombrarlo.

El problema es que a estas alturas no le es fácil conseguir quién cargue con ese muerto. Ya fue difícil obtener sustituto al anterior y tuvo que optar por Obed Chuquihuayta.

Entre tanto, ¿se animará el opaco Consejo Directivo del regulador a abrir el proceso administrativo correspondiente al gerente general, no solamente por la equivocada conferencia de prensa, sino por el dinero "echado al agua" en la contratación del costoso ingeniero especialista, cuyo informe queda invalidado por el adelanto de opinión manifestado? ¿Se darán cuenta de la responsabilidad en que están incurriendo?

A propósito, ¿hasta cuándo las contrataciones a través de organismos internacionales? y ¿a cuánto ascienden los honorarios del consultor y de la UNOPS?

Entonces, otra vez: ¡pobre OSITRAN!

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