La mazamorra de Bullard

Confiesa el comentarista de opinión de El Comercio, Alfredo Bullard, en su artículo Al ritmo de la Marsellesa, del 28 de los corrientes, que "nunca he podido entender la doctrina de Víctor Raúl". Y estamos totalmente de acuerdo.

Haya de la Torre planteó desde el inicio la lucha contra el imperialismo que debía tener al frente gobiernos nacionales conformados por Frentes Unicos de Trabajadores Manuales e Intelectuales y a través de Estados antimperialistas en que los trabajadores, el Estado y los empresarios, conjuncionaran esfuerzos en un Congreso Económico para desarrollar el país. No sólo eso, resultaba imprescindible para Haya la unidad política y económica de América Latina. A esto se le ha llamado tesis o cuerpo doctrinario político.

Definió Haya la imperiosa necesidad de un nacionalismo económico o indoamericano para que las masas populares, clases medias, empresarios nacionalistas, trabajaran apisonando el terreno emancipador de sus economías y, por tanto, de sus dependencias políticas en manos, casi siempre, de palafreneros, abogados o dictadorcillos fletados con el dinero de las grandes transnacionales que consideran al ciudadano como un guarismo y no como un ser humano productor de riqueza y con valores cívicos, credo y fe por qué vivir.

Más aún. A pesar de los fragorosos esfuerzos totalitarios de muchos gobiernos para destruir al aprismo y a sus líderes, ellos tuvieron una presencia popular que aún no ha sido debidamente estudiado por razones que son más bien referidas a la falta de ecuanimidad ambiente en el país para esta clase de exégesis. ¿De qué otro modo pueden explicarse las múltiples intentonas militantes de descontento y que la historia ha registrado como insurrecciones o levantamientos? Unir el pensamiento a la acción en Perú es casi una proeza. Por eso los políticos sólo enuncian, ofrecen y se venden al mejor postor y no guardan la imprescindible coherencia ideológica y ética en su comportamiento público y privado.

Entonces la lectura es imprescindible don Alfredo. Ni un estudiante bisoño de secundaria se atrevería a comparar con una mazamorra el corpus ideológico o doctrinario que ha sido vivencia, corazón y legítimo reclamo en decenas o cientos de miles de ciudadanos desde 1930. Son 7 los tomos que compilan las obras completas de Haya de la Torre y tengo la impresión que usted podría invertir en su compra, de manera que le impidan, luego de una lectura atenta y estudiosa, la expresión de analogías más bien ociosas y hasta antipáticas.

En dos oportunidades, entre 1985-1990 y 2006-2011, llegó al gobierno Alan García Pérez. Las características de ambas administraciones pasan por un voluntarismo -idiotez que denomina así a las ganas de hacer lo que se le venga en gana-, amigotes ajenos al Partido, desafiliación de facto de cualquier idea hayista y ambos regímenes terminaron manchados con acusaciones de deshonestidad que nunca han sido aclaradas con exhaustiva convicción. Eso de ser "inocente" por prescripción, es un recurso abogadil manido y fétido.

Usted mismo lo dice cuando refiere a qué clase de medidas las que se propulsaron en ambas estaciones gubernativas. Claro que cuando se lee a medias o de oídas, se atribuye a semejantes disparates, filiaciones de que carecen por lo antitético de sus contenidos. Para Haya la salud, educación y trabajo, en el marco de una administración honesta e integérrima proporcionada por el ejemplo de cada quién, eran fundamentales en cualquier gobierno. Y como no llegó a presidir el Ejecutivo nunca, apenas si tuvo una curul como constituyente en 1978, cobrando S/ 1 (un sol) al mes, Víctor Raúl ¡jamás hubiera permitido las fiestas irresponsables y malos manejos del dinero del pueblo!

Afirma Bullard que el "Apra no existe". Estoy cierto que le va a costar convencer al pensamiento social que se estudia en las más prestigiosas universidades del mundo porque cuando se refiere al Perú estacionan su análisis en las ideas de Haya de la Torre.

Víctor Raúl pensó y actuó y como humano que fue tuvo errores y aciertos. Me atrevo a sostener que una persona que domina el escenario político nacional durante cinco décadas y que gravita en el pensamiento latinoamericano otro tanto, sí es un referente válido.

Otra cosa es lo que Alan García impulsó o determinó a su paso por Palacio. Por lo pronto marco una diferencia sustancial: Haya murió pobre y en casa ajena, no tenía cuentas bancarias sino libros y riqueza espiritual. Con sus yerros e imprecisiones fue un capitán de multitudes que apreciaron sus aciertos, su verbo vibrante y honrado y su lucha incesante contra los virreinatos del espíritu.