El Arte negro de Goya

La sangre y pasión más exuberante que se muestra en el grande e importante museo de Madrid, El Prado, es sin duda la colección oscura de las pinturas negras de Goya.

El genio ilustre murió en Francia, Burdeos, el 16 de abril de 1828 con 82 años, en 1899, sus restos fueron trasladados a la ermita de San Antonio de la Florida, en España.

La densa, siniestra y profunda decoración de la quinta del sordo, a donde fue a vivir Goya en el ocaso de su vida, fueron las pinturas negras, catorce aterradores murales, inconcebibles pero muy descriptibles en sus proporciones y dimensiones.

El apelativo de esta quinta, no estuvo inspirado en la enfermedad de Goya sino en el antiguo propietario, un granjero que también estaba sordo. La historia cuenta que “Don Paco” tuvo problemas de salud relacionados al sistema auditivo, otros señalaron trombosis, hay quienes dicen que tuvo el síndrome de Meniere, otros que fue un problema de exceso de exposición a materiales nocivos con los que tenía que pintar y algunos rumores inciertos sostuvieron que se debió a una vida de promiscuidad, a una enfermedad venérea.

Lo cierto es que se acostumbró así a vivir y lejos de suicidarse se alentó a continuar aunque sus detractores quisieron liquidarlo y sacarlo del círculo de élite en el que estaba en los años maduros de su existencia, olvidando de esa forma las duras jornadas de trabajo a los que fue sometido desde los días de su juventud.

A los más de sesenta años la cumbre de su talento se demuestra con la obra de los fusilamientos del 3 de mayo donde logró proyectar el dolor de la guerra y nos supo encuadrar en sus grandes misterios que tuvo sus majas, a escondidas, sin que según él nadie lo supiera pero era ya un secreto a voces que aquellas damas de indescriptible belleza y voluptuosas formas, fueron sus amantes y tuvo la gentileza y caballerosidad de plasmar como perpetuar la sensualidad más allá de un pincel, de una paleta de colores, más allá de sus profundos abismos con aquella dama que le robó la cordura y lo llevó a adelantarse en su tiempo y retratar las proporciones de su templo, de su humanidad, nada de lo aprendido es suficiente, sólo sé que no hay paredes que puedan esconder que de todas sus majas, Goya tuvo una favorita.

Es conocido por todos que le costó llegar a la corte, retratar y pintar a la monarquía española pero aun así con tan sólo cuarenta años, estaba posicionado como uno de los mejores pintores jóvenes de Europa, su infalible paso por Italia fue necesario para catapultar su popularidad, Goya estaba muy bien constituido en lo que quiso mostrar, en su pintura de, El quitasol, nos transmite vida, apogeo, seguridad y luminosidad, cayó rendido y compenetrado con todos los genios de época.

La soledad y el aislamiento en los últimos años de su vida, se refleja, en la hostilidad macabra con rostros con gestos grotescos y deformados del famoso aquelarre presidido por el macho cabrío en una noche oscura y tenebrosa, cada brujo con sus respectivos poderes se someten con profundo temor y temblor al gran patrón, al jefe de jefes, a satanás.

¿Qué pudo haber llevado a este artista del pincel cualitativo y cuantitativo a reflejarse en su alma negra?, ¿o fue sólo una habilidad creativa?, las leyendas urbanas sangrientas, relatan que cuando joven al fracasar en dos concursos en 1763 y 1769 convocados por la academia de San Fernando hizo un pacto con el diablo a cambio de fama y fortuna, y que sus ojos y la noche fueron testigo de muchas muertes y maldades injustas hechas por los sacerdotes satanistas y que tantos fueron los gritos desgarrados que oyó de aquellas víctimas que se quedó sordo.

Saturno devorando a su hijo y las demás pinturas negras, revelan ocultismo, chamanismo, brujería, hechicería, canibalismo, adoración al diablo, espiritismo, sacrificios humanos, asesinatos, conjuros, sortilegios, pócimas, magia negra, encantamiento, adivinación, Sócrates decía: habla para conocerte, ¿en el caso de Goya, pintó y hurgó en su interior, de esa forma logramos saber algo más de él, algo incierto de lo cual ignoraba?.

Verdad o no, logró tanto como lo hizo Tiziano en su momento, hoy a casi doscientos años de su muerte sigue generando morbo y mantiene un lugar de privilegio en unos de los cuatro más imponentes museos del mundo.