El salario como demagogia

Nuevamente se encuentra en debate la oferta política o caballito de batalla en elecciones: “el incremento del salario mínimo” que actualmente es de S/ 750, siendo el segundo más más bajo de región después de Bolivia; para que llegue a S/ 900 ó S/ 1,000 mensuales.

Según diversas opiniones a favor y en contra, unos dicen que ocasionaría el incremento de la informalidad de las pequeñas y mediana empresas (PYMES), porque ocasiona mayores costos empresariales y que sería inoportuno en estos momentos de desaceleración de la economía y genera desempleo en vez de lo contrario, y otros que es aceptable por el incremento de la inflación y el incremento de la productividad ya que su actualización está atrasada.

Pensamos que es cierto que el salario mínimo nacional es bajo para ayudar a costear la canasta familiar y su aumento tendría un impacto positivo en la economía familiar, porque incrementa la demanda de bienes y servicios mejorando el nivel de ventas y ganancias de las pequeñas y medianas empresas y acelera el círculo económico; adicionalmente, genera satisfacción en los trabajadores y coadyuva a la estabilidad social. Sin embargo cuando se promulga la medida, se nota que las pequeñas y medianas empresas casi nunca cumplen con pagar el nuevo salario fijado por norma; no solamente por ausencia de una adecuada fiscalización estatal, sino que existe una mano de obra excedente no calificada proveniente del campo en el mercado.

No olvidemos que la migración del campo a la ciudad ha generado que en el mejor de los casos los “campesinos sub empleados” contribuyan marginalmente a la producción total, y que la competencia de esta reserva laboral mantiene los salarios bajos inclusive si la economía se enriquece, tal como lo sostenía el Premio Nobel en Economía W. Arthur Lewis.

De esto debe tomar nota el Consejo Nacional de Trabajo, lo que se debe intentar hacer con carácter de urgente, es elaborar un Plan Estratégico Nacional (Estado-Privado) que se implemente en el mediano y largo plazo y que tenga como finalidad, entre otros, mejorar la distribución de los recursos para aumentar el nivel de vida de los trabajadores.

Sin embargo tampoco, debemos olvidar al pensador Robert Owen quien decía que: “La clase trabajadora puede ser perjudicada, degradada u oprimida de tres maneras: descuidándolos en la infancia, cuando se los sobrecarga de trabajo o cuando se les paga bajos salarios por su trabajo.”