«Timber Sycamore» (Madera de sicomoro), así se llama la operación destinada a armar y entrenar «rebeldes» en Siria, «autorizada secretamente por el presidente Obama en 2013». Lo anterior aparece documentado en una investigación publicada el 23 de enero de 2016 en el New York Times [1].

Cuando el presidente Obama puso en sus manos la realización de esa operación secreta, «la CIA ya sabía que tenía un socio dispuesta a financiarla: Arabia Saudita». Junto con Qatar, el reino wahabita «proporcionó armas y miles de millones de dólares, mientras que la CIA dirigió el entrenamiento de los rebeldes».

La entrega de armas a los «rebeldes», incluyendo a «grupos radicales como al-Qaeda», había comenzado en el verano de 2012, cuando –a través de una red montada por la CIA– agentes secretos sauditas compraron en Croacia miles de fusiles AK-47 con millones de proyectiles, armamento posteriormente introducido en Siria por agentes qataríes a través de Turquía, así como cohetes portátiles chinos FN-6 comprados en el mercado internacional. Como el flujo de armas era totalmente libre, a finales de 2012, el entonces director de la CIA David Petraeus convocaba a sus aliados a una reunión en Jordania y les impuso un control más estricto de la CIA sobre el conjunto de la operación.

Meses después, durante la primavera de 2013, el presidente Obama autorizaba la CIA a entrenar «rebeldes» en una base situada en Jordania y en otra base ubicada en Qatar y a entregarles armamento, como los cohetes antitanques TOW, contando siempre con los miles de millones del «mayor contribuyente»: Arabia Saudita. Nada nuevo en ese tipo de operaciones.

En efecto, en los años 1970 y 1980, Arabia Saudita ayudó a la CIA en una serie de operaciones secretas.
 En África, específicamente en Angola, la CIA apoyaba, con financiamiento saudita, a los rebeldes que operaban contra el gobierno de Luanda, aliado de la URSS.
 En Afganistán, donde «para armar a los muyahidines en contra de los soviéticos, Estados Unidos inició una operación que costaba varios millones de dólares al año, que los sauditas pagaron dólar sobre dólar a través de una cuenta de la CIA en un banco suizo».
 En Nicaragua, cuando la administración Reagan emprendió el plan secreto para ayudar a los contras, los sauditas financiaron la operación de la CIA con 32 millones de dólares a través de una cuenta en las Islas Caimán.

Con esas operaciones, así como en otras, igualmente secretas, incluyendo la actual operación contra Siria, se cimentó «la larga relación entre los servicios secretos de Estados Unidos y los de Arabia Saudita». A pesar del «acercamiento diplomático» de Washington con Irán, que no cuenta con la simpatía de Riad, «la alianza persiste, y se mantiene a flote sobre un mar de dinero saudita y el reconocimiento del interés mutuo de ambas partes». Eso explica por qué «Estados Unidos se resiste a criticar a Arabia Saudita cuando se habla de sus violaciones de los derechos humanos, del tratamiento que allí reciben las mujeres y del respaldo [saudita] al ala extremista del islam –el wahabismo–, que sirve de inspiración a numerosos grupos terroristas». Y también explica por qué «Obama no condenó a Arabia Saudita por la decapitación del jeque Nimr al-Nimr, el disidente religioso chiita que había desafiado a la familia real».

A ello se agrega también el hecho, que el New York Times no menciona, que el secretario de Estado John Kerry, de visita en Riad, reafirmó el 23 de enero de 2016 que «en Yemen, donde la insurrección houti amenaza a Arabia Saudita, Estados Unidos está junto a sus amigos sauditas».

Desde hace casi un año esos amigos de Estados Unidos están masacrando a los civiles en Yemen, bombardeando incluso los hospitales, con ayuda de Estados Unidos, que les proporciona datos de inteligencia (o sea, les indica los objetivos a bombardear), armamento (como las bombas de fragmentación) y apoyo logístico (como el aprovisionamiento en vuelo de carburante a los cazabombarderos sauditas).

Son los mismos amigos con quienes el primer ministro italiano Matteo Renzi se reunió oficialmente en noviembre de 2015 en Riad, garantizándoles tanto su respaldo como las bombas de Italia en la «lucha común contra el terrorismo».

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1U.S. Relies Heavily on Saudi Money to Support Syrian Rebels”, Mark Mazzetti & Matt Apuzzojan, The New York Times, 23 de enero de 2016.