Llegada del secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, a la Cumbre de ministros de Defensa de la OTAN, en Bruselas, el 11 de febrero de 2016.

Los ministros de Defensa de la OTAN han decidido «reforzar la presencia avanzada en la parte oriental de nuestra alianza». Eso sirve para «defendernos de las grandes amenazas provenientes de Rusia», aclaró el secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter.

Con ese objetivo, Estados Unidos cuadruplica el financiamiento para la «Iniciativa de Reaseguramiento de Europa». Con una rotación de fuerzas (unos 6 000 soldados), esa iniciativa permitirá hacer más ejercicios militares de la OTAN (parece que no basta con los más de 300 ejercicios realizados en 2015), mejorar los aeropuertos, así como el preposicionamiento de armamento pesado y el despliegue permanente de unidades acorazadas en el este. Esto, subrayó Ashton Carter, «permitirá a Estados Unidos formar en Europa una fuerza armada de alta capacidad para desplegarla rápidamente en el teatro regional».

Acusando a Rusia de «desestabilizar el orden de la seguridad europea», Estados Unidos y la OTAN han reabierto el frente oriental, arrastrando así a Europa en una nueva guerra fría, que corresponde fundamentalmente a los deseos de Washington de interrumpir las relaciones entre Rusia y la Unión Europea, relaciones que no convienen a los intereses estadounidenses.

Al mismo tiempo, Estados Unidos y la OTAN están preparando otras operaciones en el frente meridional. En Bruselas, el jefe del Pentágono «acogió» (como si Europa fuese su propia casa) a los ministros de Defensa de la «Coalición Global contra Daesh», entre los que se cuentan –bajo el mando de Estados Unidos, junto a Italia– Arabia Saudita y otros patrocinadores del terrorismo de «marca islamista».

La reunión promovió un, tampoco bien precisado, «plan de la campaña militar» en Siria e Irak, donde las cosas no están funcionando bien para la coalición, no porque el Emirato Islámico esté ganando sino precisamente porque está perdiendo. Con el respaldo de Rusia, las fuerzas gubernamentales sirias están liberando partes cada vez más grandes del territorio que ocupaban el Emirato Islámico y otras formaciones armadas, que también están perdiendo terreno en Irak.

Después de haber simulado durante años que estaban luchando contra el Emirato Islámico, mientras lo abastecían secretamente desde Turquía, Estados Unidos y sus aliados piden ahora en Siria un alto al fuego por «razones humanitarias». Lo que que en realidad pretenden es que el gobierno sirio pare de liberar su propio país del Emirato Islámico porque –según ha declarado el secretario de Estado John Kerry, invirtiendo la realidad de los hechos– «mientras más terreno conquista Assad, más terroristas logra crear». Al mismo tiempo, la OTAN refuerza las «medidas de reaseguramiento» de Turquía, que está tratando de ocupar una franja de territorio sirio en la zona fronteriza.

En el norte de África, la coalición dirigida por Estados Unidos se prepara, afirmando que va a liberarlas del Emirato Islámico, para ocupar las zonas costeras libias de mayor importancia económica y estratégica. La intensificación de los vuelos desde el nudo aéreo de Pisa, limítrofe con la base aérea de Camp Darby, indica que la operación «bajo conducción italiana» ya se inició, con el transporte de armamento hacia las bases desde donde debe desarrollarse.

En el mismo marco estratégico se sitúa la decisión de los ministros de Defensa de la OTAN, adoptada «a pedido conjunto de Alemania, Grecia y Turquía», de desplegar en el Mar Egeo el Segundo Grupo Naval Permanente de la OTAN, actualmente bajo el mando de Alemania y que acaba de terminar «amplias operaciones con la marina turca».

La misión oficial de esa flota de guerra «no es detener o rechazar las embarcaciones de los refugiados sino proporcionar información contra el tráfico de seres humanos» colaborando con la agencia Frontex de la Unión Europea. Con el mismo objetivo «humanitario», también se envían, a solicitud de Estados Unidos, varios aviones radar AWACS, verdaderos puestos de mando volantes para el manejo del campo de batalla.

«La movilización atlántica es una buena señal», comenta Il Fatto Quotidiano [1], recordando que «no es la primera vez que la alianza atlántica se implica en una acción humanitaria». Exactamente como en Yugoslavia, Afganistán y Libia.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1Il Fatto Quotidiano es un diario italiano clasificado como de izquierda.