Perú: entre el voto étnico y el paradigmático

Desde que Kenya Fujimori, de origen japonés, ganó las elecciones presidenciales de 1990, y se impuso ante el “hispánico” Mario Vargas Llosa, el voto étnico comenzó a notarse en el Perú.

Hasta antes de aquellas elecciones el ciudadano votaba por la “mayor capacidad” de tal o cual candidato, apoyando a los que admiraba como verdaderos “paradigmas”. Pero su voto mayoritariamente era inconsciente, generado por simpatía; es decir, por la percepción de los estados de ánimo del candidato (porque “le caía bien” al votante). Esto fue cambiando por varios factores y se hizo crónico desde el año 2001, en especial como resultado de la recuperación de la identidad cultural y nacional impulsada por el gobierno del general Velazco Alvarado desde octubre de 1968. Comenzado el presente siglo, los peruanos empezaron a votar más por identificación étnica1 que por otros factores; y de manera inconsciente por “empatía”, comprendiendo los sentimientos de los candidatos, hasta ponerse en su lugar.

Así los electores, se identificaron con los rasgos orientales (parecidos a los caracteres andinos) del candidato de origen japonés Kenya Fujimori; y no con los rasgos españoles del criollo, ahora premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa.

Con el posterior triunfo del “serrano” Alejandro Toledo (de Cabana, sierra de Ancash) en las elecciones del 2001, sobre el paradigmático Alan García, en casi toda la Sierra y Selva, el voto étnico se dejó notar mayoritario y maduro. El “cholo de Harvard”, le ganó al mayor y más fuertemente organizado partido político del Perú, con solo esta imagen.

Esta tendencia siguió en las siguientes elecciones regionales y locales, con la excepción del año 2006, en que ganó Alan García (último paradigma del simbolismo electoral criollo) a Ollanta Humala, favorecido por una imagen de “cholo”, potenciada por su hermano Antauro que venía publicando hace años un exitoso tabloide titulado precisamente “Ollanta”, con un discurso radical andino. Aquí surgió una suerte de polarización, que evidenció la presencia de dos tipos de votos: uno que podríamos llamar “voto paradigmático” y el otro “voto étnico”.

García sólo ganó en un departamento de la Sierra (en Pasco) y en otro de la Selva (en Ucayali), triunfando casi en todos los de la Costa. Así la polarización electoral fue entre “los criollos” de la Costa y “andinos-amazónicos” de la Sierra y Selva. Se deduce que los primeros votaron por un paradigma político, mientras que los segundos lo hicieron por un mestizo de genes claramente de origen serrano (de Cora Cora, Ayacucho).

En las siguientes elecciones del 2006, con el triunfo del mestizo Humala frente a Keiko Fujimori, se consolidó el voto étnico.

La segunda vuelta de Ollanta Humala con Keiko Fujimori, fue un verdadero duelo de “anti paradigmas”. Ollanta por su misma formación militar y falta de experiencia política era una nulidad en oratoria. Y Keiko, a pesar de haber pasado por el Congreso de la República, sus discursos eran deficientes, por decir lo menos. Cuando intervenía en el hemiciclo leía sus propuestas y cuando lo hacía sin papel escrito, sus palabras tenían una inconfundible tonada escolar.

Después de la consolidación del voto étnico, como decisivo para ganar las elecciones, las posibilidades de paradigmas como García y Kuczynski, se hicieron nulas por definición. A pesar de la oratoria y experiencia del primero y de la solvencia del profesional economista PPK, sólo podrían conquistar el cada vez más reducido voto “simpático-paradigmático”. La mayoría votaría siguiendo el patrón “empático–étnico”, cuya tendencia aumentaría, como resultado de una creciente recuperación de la identidad cultural y étnica2, sobre todo en la macro-región del sur andino.

En el actual proceso electoral (2016) el candidato que está captando el voto “empático–étnico”, es el provinciano cajamarquino, César Acuña, pero está siendo demolido como un “cholo con yaya”, y por un verdadero “bullying” electoral, tal como lo hicieron con Toledo. El denunciado “plagio” de su tesis universitaria de doctor, que sólo es un caso de omisión de citas maximizado por la prensa manipuladora; la reproducción del libro “Políticas Educativas” de quien fuera uno de sus profesores de maestría, primero figurando como coautor y después como autor individualmente, que no es más que un enredo editorial, aprovechando la falta de documentos que prueben los tratos; la donación de dinero en plena campaña, prohibido expresamente en la nueva ley electoral y finalmente su supuesta “compra-venta política” presuntamente realizada por el asesor fujimorista Vladimiro Montesinos, no es más que la feroz demolición del candidato que se atrevió a posicionarse en el segundo lugar de la voluntad de voto en las encuestas. Tal vez no logren anularlo, si no lo sacan finalmente de la carrera electoral, porque al parecer, a sus contrarios se les “está pasando la mano” y eso es electoralmente contraproducente, por “martirizarlo”, tal como lo hicieron con Toledo cuando se demostró que era mentiroso y que no quería reconocer a una hija “aparecida” en plena campaña electoral.

Lo que confirmaría esta “teoría del voto étnico”, sería el 30 por ciento de intención de voto de Keiko Fujimori. El voto étnicamente inconsciente (empático), beneficia a la hija, como lo hizo con su padre, el ex presidente Kenya Alberto Fujimori, (reo por delitos de lesa humanidad y corrupción), de manera falaz e impostora. Sus rasgos orientales en su semejanza a los rasgos andinos, otra vez la favorecen, a pesar que no es andina, sino de origen japonés; que no es provinciana, sino limeña; que no es emprendedora ni exitosa, porque siendo hija de un presidente nunca ha trabajado; y ha estudiado en los más caros colegios del Perú y Estados Unidos. Y lo peor, que no tiene ninguna experiencia de gobierno, salvo las funciones de primera dama usurpadas a su madre. En la medida que se supere ese equivocado voto empático-étnico, se irá desinflando.

Desde ahora es predecible que el predominio del voto “empático étnico”, impedirá el triunfo de los candidatos paradigmáticos criollos (Kuczynski, García, Mendoza, Barnechea, Olivera, Guerra, Simon, Diez Canseco y hasta Guzmán), aunque todos ellos se disfracen infructuosamente con indumentaria “indígena” en sus recorridos por la Sierra y Amazonía.

El vencedor, a pesar del marketing electoral, la manipulación y grandes inversiones en propaganda, dependerá como nunca antes, del ahora decisivo voto étnico, que va acompañado de la recuperación de la identidad cultural andina.

NOTAS:

(1) En encuesta de IPSOS S.A. publicada por El Comercio el 22 de julio del 2009, el 44 por ciento de los electores reconoció que tomaba en cuenta la raza de los candidatos al momento de votar.

(2) Mayor información y sustento se puede leer en el libro publicado por el autor de este artículo, que lleva el título de “Voto étnico en el Perú”, Arequipa, febrero del 2014.