Conocedores de esta tendencia, desde hace tiempo algunas aplicaciones comenzaron a explotar ese gusto. En un momento en que la fotografía está pasando por un periodo de prueba, casi todos toman fotografías con sus teléfonos, muchas de ellas superan en belleza algunas de las que tenemos guardadas o colgadas en las paredes de nuestras casas; sin embargo, muchas de esas nuevas imágenes tienen la característica de ser falsas. Si bien ahora los colores son mejor registrados y la ayuda de los filtros produce imágenes mucho más agradables, las personas que ahí aparecen no son reales: piel perfecta, desaparecen lunares, cicatrices de cara y cuerpo.

No se muestra la realidad en la publicidad, pero tampoco en las redes sociales. Hemos aprendido bien.

La idea de que todos somos fotógrafos termina con la saturación de imágenes: a pesar de que algunas tomadas con un teléfono han ido a parar a museos, millones y millones de fotos que se comparten en redes sociales muy pronto pierden fuerza, interés e importancia, tanto para quien las toma como para quienes la observan. Ya casi nadie las imprime y la mayoría son olvidadas en un mar de archivos e incluso se pierden por alguna falla del disco duro. Nadie las extrañará.

El museo del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York en la inauguración de sus nuevas instalaciones presenta la exposición llamada Público, privado, secreto que muestra que el punto de vista de la fotografía se ha expandido a los formatos y plataformas digitales. Mientras tanto en Instagram sus 500 millones de usuarios dan 3 mil 500 millones de likes cada día, y también permite subir videos. Facebook la compró y ahora ambos servicios suman más de 2 mil millones de usuarios en total.

Desde que es una regla que los teléfonos inteligentes tengan incorporada una cámara, se ha promovido que la gente se tome millones de autofotos (no autorretrato, pues éste requiere como mínimo una intencionalidad y preparación) o mal llamadas selfies, pero resulta que los usuarios también encontraron un gusto generalizado por hacer videos.

Así han aparecido nuevas aplicaciones que han explotado esta tendencia con mayor o menor éxito. Grabación, edición sencilla y en unos minutos o segundos, algunos efectos especiales, chat integrado y la capacidad de compartir videos a todo el mundo son algunas de las opciones que ofrecen.

El principal servicio de video y más conocido es Youtube, que pertenece a Google. Ésta fue una de las primeras compras que superó los miles de millones de dólares, aunque apenas comenzaba y no era económicamente viable. Hoy cuenta con más de 1 mil millones de usuarios.

Lo interesante es la gran competencia que las redes sociales están generando para ser la plataforma favorita de video. Periscope, que presume de contar con más de 10 millones de cuentas y casi 2 millones de usuarios activos por día, entra en la categoría de video en tiempo real: la transmisión en directo de algún evento, marcha, denuncia o lo que molesta a las televisoras, la transmisión de programas y eventos deportivos de pago.

Otra aplicación es Vine –con 200 millones de usuarios activos­–, que permite realizar videos cortos que se repiten, los llamados loops, y ofrece hasta 140 segundos que incluirán publicidad, pago que será compartido con el creador del video.

En este negocio, para competir con Snapchat –quien sigue como independiente a pesar de ofertas de 3 mil millones de dólares–, Twitter compró Periscope y Vine. Snapchat cuenta con 100 millones de usuarios activos diarios; es un sistema de mensajería donde se comparten fotos y videos con efectos; ésta se encamina hacia la realidad aumentada y apunta a los usuarios adolescentes que huyen de plataformas donde hay presencia de adultos.

Otro sitio para compartir imágenes es Pinterest, empresa independiente con 100 millones de usuarios, donde se encuentran desde fotografías profesionales, fotografías icónicas, hasta infografías y está siendo utilizado por tiendas para mostrar su catálogo y enlazarlo a su tienda en línea.

Así, vemos una tendencia a que los servicios sean híbridos y, aunque en el mundo de las redes aparecen nuevos jugadores, sabemos que a fin de cuentas todo queda en manos de las mismas grandes empresas: las pocas independientes tienen que luchar contra corriente para seguir siéndolo.

Fuente
Contralínea (México)