El ministro de Exteriores de Francia, Jean-Marc Ayrault, se reúne en Moscú con su homólogo ruso, Serguei Lavrov.

Después de la destrucción, el 1º de octubre, del buque insignia de la marina de guerra de los Emiratos Árabes Unidos, los ejércitos de las petrodictaduras del Golfo vacilan en cuanto a proseguir solos la guerra contra la República Árabe Siria. Resulta evidente para todos que el misil tierra-mar que destruyó el navío de transporte rápido qatarí es un arma extremadamente sofisticada nunca vista anteriormente en ningún campo de batalla. No lo dispararon los houtis, ni los partidarios del ex presidente yemenita Saleh, quienes no disponen de ese tipo de arma, sino Rusia, secretamente presente en Yemen desde este verano.

La idea de que Estados Unidos deje de participar en la coordinación de las fuerzas yihadistas y que esta pueda quedar únicamente en manos de los aliados locales de Washington resulta extremadamente inimaginable, sobre todo teniendo en cuenta que la rivalidad entre Arabia Saudita y Qatar ha socavado constantemente las etapas anteriores de la guerra.

Washington se plantea por lo tanto seriamente la única opción que le queda: el enfrentamiento militar directo.

Estados Unidos ha solicitado la cooperación de los 64 países y las 3 instituciones internacionales que participan en su coalición, supuestamente contra el Emirato Islámico (Daesh), para iniciar un ataque contra Damasco. En la práctica, sólo están presentes Canadá, Francia, Holanda y el Reino Unido. El plan sería lanzar misiles crucero contra Damasco y Latakia y bombardear al Ejército Árabe Sirio. Este proyecto ya había sido anunciado a los miembros de la OTAN en el Consejo Atlántico del 27 de septiembre. El senador John McCain lo respaldó en el Wall Street Journal.

Esta operación implica una reorganización de la actual preparación de la liberación de la ciudad iraquí de Mosul, bajo control del Emirato Islámico. Ya en este momento todos han podido comprobar que el objetivo de la coalición encabezada por Estados Unidos no es el que había anunciado sino un simple cambio de ocupante en Mosul. El verdadero objetivo no es la entrega de Mosul a autoridades que representen el gobierno central de Irak, ni a sus habitantes históricos sino únicamente a los sunnitas iraquíes para crear un «Sunnistán». La coalición no bombardeó a los yihadistas del Emirato Islámico, pero no vaciló en acabar «por error» con una milicia de voluntarios chiitas que realmente trataban de liberar la ciudad de Mosul del yugo oscurantista. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan destapó el caldero al declarar al diario Sabah que cuando se libere Mosul esa ciudad pertenecería a sus habitantes y que «sólo los árabes sunnitas, los turcomanos y los kurdos sunnitas podrán permanecer alli». Dicho de otra manera, la coalición encabezada por Estados Unidos se dispone a terminar el trabajo que Washington había confiado al Emirato Islámico. Su verdadero objetivo es avalar la limpieza étnica puesta en práctica por los yihadistas, fundamentalmente la expulsión o masacre contra los cristianos y los kurdos yazidíes, para crear un Estado confesionalmente homogéneo.

Como ya hemos anunciado varias veces, el Emirato Islámico tendría que migrar de Mosul (en Irak) hacia las regiones sirias de Raqqa y Deir ez-Zor, como ya sucedió cuando abandonó Yarablus, sin presentar combate, ante el avance del ejército turco.

En reacción ante el proyecto de bombardeo contra la República Árabe Siria, Rusia reveló la instalación en Siria de nuevas baterías de misiles antiaéreos S-300 y S-400. Según los expertos rusos, ese armamento de destruir en vuelo no sólo cualquier avión –incluyendo los aviones furtivos– sino también los misiles crucero. Por tratarse de una situación que no se ha presentado nunca en el campo de batalla, esto es algo que nadie sabe a ciencia cierta. Lo que sí se sabe es que, desde hace siglos, los rusos no han mentido nunca en cuanto a las posibilidades de su armamento.

El anuncio ruso ha provocado gran agitación en Israel, donde los expertos están ahora convencidos de que fue ese armamento ruso el que derribó uno de sus aviones y averió otro cuando la aviación de Israel violó el cese de hostilidades durante la fiesta musulmana del Aid, el pasado 13 de septiembre. El estado mayor israelí ya dio por perdido el predominio aéreo de Israel, tanto en Siria como en Líbano.

Estados Unidos respondió haciendo que los yihadistas bombardearan la embajada de Rusia en Damasco. Y Rusia anunció la llegada al Mediterráneo de tres nuevos buques de guerra, mientras que su portaaviones –cuya llegada estaba planificada para julio– ya está en camino.

Consciente del peligro de guerra nuclear, Francia ha enviado a Moscú su ministro de Relaciones Exteriores. Este último ha presentado un proyecto de resolución que pretende proponer en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Alepo. Esta pudiera ser para los occidentales una manera de salir de esta confrontación con la frente alta. Todavía no he podido leer ese proyecto de resolución, así que no puedo comentarlo.

Pero la prensa francesa está publicando una avalancha de artículos sobre la crisis de Alepo basados en datos falsos. La parte oeste de Alepo alberga actualmente entre 1,4 y 1,5 millones de habitantes partidarios de la República Árabe Siria. Los barrios del este albergan entre 25 000 y 30 000 personas. La correlación no es por tanto de igualdad, como se pretende hacer ver, sino de entre 46 y 50 veces más habitantes bajo la protección del gobierno sirio. Fueron los yihadistas quienes no vacilaron en abatir a tiros a los habitantes del este de Alepo que trataron de huir durante la tregua del Aid. Fueron también los yihadistas quienes quemaron el convoy humanitario de la Media Luna Roja siria destinado a los civiles que ellos mismos retienen como rehenes en Alepo. Después de haber ofrecido, durante la tregua del Aid, a todos los habitantes del este de Alepo –tanto a los civiles como a los combatientes, a los sirios como a los extranjeros– la posibilidad de salir de la ciudad, el Ejército Árabe Sirio y sus aliados libaneses, rusos e iraníes iniciaron una operación contra los yihadistas, lo cual pone en peligro a los civiles aún retenidos como rehenes. El inicio de esa ofensiva está en perfecta concordancia con la aplicación de lo enunciado en la resolución 2249 del Consejo de Seguridad de la ONU –adoptada el 20 de noviembre de 2015– cuyo texto solicita a los Estados miembros de las Naciones Unidas:

«poner fin a los actos de terrorismo perpetrados en particular por el EIIL, también conocido bajo el nombre de Daesh, así como por el Frente al-Nusra y todos los demás individuos, grupos, empresas y entidades asociados a al-Qaeda».

Esa es exactamente la misma lógica que plantean Canadá, Estados Unidos, Francia, Holanda y el Reino Unido cuando anuncian que se preparan para bombardear a los 1,5 millones de habitantes de Mosul.

El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, comunicó a su homólogo francés, Jean-Marc Ayrault, varias enmiendas que quisiera ver incluidas en el proyecto de resolución. Propuso volver a los términos del acuerdo de cese de hostilidades del Aid. Pero es poco probable que Washington acepte ese regreso a la situación anterior, ya que eso sería reconocer que en Siria no hay rebeldes moderados. Con enmiendas o sin ellas, el proyecto será presentado el sábado al Consejo de Seguridad de la ONU. El presidente Vladimir Putin viajará a Francia el 19 de octubre.