El ministro de Defensa de Rusia, Serguei Choigu, presentó un balance de las acciones militares rusas en Siria. En un año, señaló, «liberaron 586 localidades y más de 12 000 kilómetros cuadrados de territorio, eliminaron alrededor de 35 000 terroristas, entre los que se hallaban más de 2 700 personas provenientes de Rusia y de los países de la CEI». El ministro ruso comparó esos resultados a los de Estados Unidos, país que dice luchar contra los terroristas cuando en realidad los apoya en contra de la República Árabe Siria.

 Por su parte, la Duma (el parlamento ruso) aprobó por unanimidad el acuerdo ruso-sirio que autoriza el despliegue por tiempo ilimitado de la aviación rusa en la base siria de Hmeimim. Ese acuerdo, firmado secretamente en agosto de 2015, fue presentado a la Duma como medio de hacer pública la posición rusa. La Duma precisó que la presencia militar rusa en el Levante es indispensable para la lucha contra el terrorismo.

 Al mismo tiempo se iniciaron los mayores ejercicios militares ruso-egipcios desde la época de Gamal Abdel Nasser. El estado mayor ruso indicó que esas maniobras permitirán coordinar acciones entre las fuerzas armadas de Rusia y Egipto en el marco de la lucha contra los yihadistas, principalmente en el desierto. Rusia oficializó así su despliegue militar en ese país, además de Siria y Yemen, aunque por el momento su presencia en Yemen sigue sin ser oficial.

 Varios generales estadounidenses han resaltado que la situación nunca había sido tan grave desde la época de la guerra de Corea. Según ellos, un enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia sería breve, pero de envergadura nunca vista anteriormente en la Historia. El general Mark A. Milley, jefe del estado mayor de las fuerzas terrestres de Estados Unidos, afirmó que las fuerzas navales y las fuerzas aéreas de ambos países se neutralizarían mutuamente y que los combates más encarnizados serían precisamente batallas terrestres. En recientes declaraciones, el embajador Charles W. Freeman Jr. advirtió contra toda veleidad de recurrir a la fuerza entre dos países que han logrado hasta ahora evitar la guerra nuclear.

 El PKK, o sea los kurdos de Turquía, aprovechó la situación para ocupar la localidad de Yarablus, en el norte de Siria. Mientras tanto, Turquía rechazaba la protesta de Irak contra la presencia militar turca en territorio iraquí. Ankara se niega a retirar sus soldados del territorio iraquí y subraya que Irak, donde hay presencia militar de una treintena de países, sólo denuncia la presencia militar turca.

 Muy importante es el hecho que, considerando que al estar demasiado inmersos en su propio enfrentamiento Washington y Moscú no tratarían de intervenir, el ejército israelí atacó la zona adyacente a las alturas de Golán ocupado.

En agosto de 2014, Tel Aviv se las arregló para que los cascos azules de la Fuerza de Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS) fueran expulsados de la línea de demarcación del Golán y los reemplazó con yihadistas de al-Qaeda. El primer ministro israelí Benyamin Netanyahu incluso se retrató con algunos de los 500 yihadistas heridos que recibieron atención médica en el Ziv Medical Center de Israel. En junio de 2016, Netanyahu declaraba públicamente que nunca devolverá el Golán a Siria. Considerando que el primer ministro israelí había ido demasiado lejos, Estados Unidos y Rusia se pusieron de acuerdo sobre la redacción de un proyecto de resolución que intimaba Israel a cesar su apoyo a los terroristas y a permitir el regreso de los soldados de la ONU. Esa resolución, que debía haber sido presentada al Consejo de Seguridad en agosto, no sobrevivió a la deterioración de las relaciones entre Moscú y Washington.

La artillería israelí cañoneó el lado sirio durante toda la tarde y la aviación de Israel disparó también contra el territorio sirio desde el espacio aéreo israelí. Los yihadistas operaron con apoyo aéreo de Israel.

Si Israel y los yihadistas lograran abrir un corredor entre la zona desmilitarizada siria y la región libanesa conocida como las granjas de Shebaa, tendrían la posibilidad de extender la guerra al sur del Líbano. Los pobladores drusos de esa zona, fieles al príncipe Talal Arslan a la República Árabe Siria, se hallarían entonces en peligro de ser exterminados por los yihadistas.

 En el plano diplomático, Estados Unidos exigió una investigación por «crímenes de guerra» sobre la ofensiva sirio-rusa contra los yihadistas que ocupan varios barrios en el este de Alepo. El representante del secretario general de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, propuso garantizar el paso seguro de los grupos armados si estos deciden salir del este de Alepo hacia Idlib, para poner fin a los combates y salvar a los civiles. Pero Francia rechazó ese compromiso, sugerido en nombre de Washington por el director de Asuntos Políticos de la ONU, el estadounidense Jeffrey Feltman.

Después de consultar con Israel, Francia decidió no incorporar a su proyecto de resolución las enmiendas que su ministro de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, había negociado con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, y presentar ese proyecto este sábado en el Consejo de Seguridad de la ONU. El ministro francés de Exteriores viajará a Nueva York para defender personalmente el proyecto de resolución de Francia ante el Consejo de Seguridad.

El proyecto francés pretende prohibir todo bombardeo artillero o aéreo contra el este de Alepo y prohibir que cualquier aeronave militar sobrevuele la ciudad. Rusia confirmó de inmediato que recurrirá al veto. Aunque aún se desconoce la posición de China es muy posible que veamos este sábado el quinto veto de Moscú y Pekín contra las iniciativas de la OTAN en relación con Siria. Siria se convertiría entonces en el principal tema de fricción internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Esta situación de estancamiento podría poner en peligro el futuro de las Naciones Unidas.