Rateros blancos dan golpe de Estado a cholos

“¿Notaste –me dicen hasta tres fuentes siempre bien informadas- que los caídos y sospechosos de mil y un enjuagues, son todos cholos? Acaba de producirse un golpe de Estado de los rateros blancos, de apellido y mucho billete, contra los recién llegados que representan a los cholos de la nueva hornada de ladrones y pillos”.

En un país de plástico como el Perú en que abundan los gestos, muecas, disfuerzos e ignorancias a granel y el idiota es analista y el plagiador, sabio, lo anterior puede parecer resentimiento o amargura. No obstante la premisa es atroz: que somos una sociedad en que la clase cleptocrática gobierna al margen de quien esté en Palacio.

¿Somos una sociedad de ladrones?

Dramáticamente cierto es que no se trata igual a todos. Sólo hay conmoción con la muerte de los tres bomberos héroes porque la realidad de aquellos es aberrante: sin respaldo, ni seguros de vida, precariedad atroz –como todo en Perú- y no incurrimos en augurio alguno al afirmar que en pocos días, la circunstancia será olvidada. En nuestro país se cultiva, desde la infancia, la pésima costumbre de la mala memoria.

Como el golpe de Estado blanco contra el proletariado cholo rateril no triunfó del todo, muchos de sus presuntos patrocinadores claman hoy por serenidad y deben tragarse en público, las reiteradas blasfemias que cantan en privado y con desprecio para los marrones como define con tanto humor, el ingenio de los chicos de El Panfleto, a la mayoría de peruanos.

Entonces, todo ha vuelto a su nivel, aunque hay bajas, todas de los que están considerados arribistas o nuevos ricos o simplemente “audaces”. La sociología tiene un rico filón de estudio, porque aquí los ladrones desde sus tatarabuelos, consideran que para robarle al Estado también hay que tener pedigree y, ciertamente, color blanco.

La estupidez navega por calles y plazas e infecta casi todos los ámbitos de la vida nacional. Para darse pisto una parlamentaria no tuvo más peregrina –e ignorante- idea que meter a los de Hezbollah en un tema minero peruano. Los dislates de aquella ya podrían ser coleccionados en un libro de anécdotas. ¡De repente hasta el Congreso publica el tomo en edición de lujo y con prólogo de algún intelectual de quiosco!

Bien anticipó con letras de fuego y crítica insobornable Manuel González Prada: esto no es república, es mojiganga.

Tomado de Senal de Alerta