I. El libro El priísta que todos llevamos dentro, busca a la subcultura –más que política– electorera del dinosaurio priísta sexenal empollado por la metamorfosis: PNR-PRM que parió el huevo, no de la serpiente (en términos de las crónicas de la Alemania embarazada del nazismo por la derrota de la primera guerra mundial, tituladas: El huevo de la serpiente de Eugenio Xammar), sino del gigantesco… ¿y eterno? lagarto de apellido alemanista y que a partir de 1940, cuando nace el PRI tal cual, cada sexenio muere y nace-renace con Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De La Madrid, Salinas, Zedillo. Y el mismo dinosaurio revolcado, con Fox y Calderón; para debatirse entre la vida y la muerte con Peña (John Long: Dinosaurios, traducción de Begoña Pons Adame, editorial Océano de México). Con estira y aflojas, esta familia de dinos emparentó y cedió a la convivencia que actualmente lleva visos de coaliciones y alianzas, con miras a gobiernos mixtos en torno a un Jefe de Estado y un Jefe de Gobierno, y con alternancias fallidas y complicidades para “no resolver con más democracia los problemas de la democracia”. El PRI en el centro con sus alas: a la derecha el PAN, y a la izquierda cada vez menos un PRD y cada vez más Morena, con sus respectivos satélites: PT, Verde, Convergencia, Panal, etcétera.

II. Así es que para ir tras las huellas del “priísta que todos llevamos dentro”, María Scherer Ibarra y Nacho Lozano, entrevistaron a esos 36 priístas, panistas, expriístas, perredistas, morenistas, críticos del priísmo. A la pregunta central de: si llevan dentro a un priísta, respondieron que también llevan un panista, otros un lópezobradorista; el tríptico que domina la escena electorera. Ni Fox ni Calderón dejaron huella, pues se comportaron como panistas que llevan dentro un priísta. Le cuelgan el milagrito de la frase a Carlos Castillo, como que vio de qué pata de dinosaurio cojeaban. La pregunta es para que esos integrantes de la élite en los poderes federales, de las entidades, municipales, de los partidos y las legislaturas, se examinen y digan si tienen o no dentro a un priísta-dinosaurio. Y entre que “sí”, “no sé” o “a lo mejor”, no pocos dejaron asomar a ese dino. No “fui priísta típico… Manlio es el pequeño priísta que llevamos dentro… el priísta que llevo dentro es muy pequeño… a lo mejor traigo algunos (priístas) hasta reforzados… los mexicanos somos priístas antes de nacer… Del PRI del nacionalismo revolucionario conservo mucho”.

III. En la parte final del libro, titulada “Por sus frases los conoceréis”, los reporteros autores de este libro, entresacando otras de las entrevistas, podrían haber enriquecido ese catálogo. Por ejemplo: ¿llevamos un priísta dentro?: Sin duda alguna. O la otra respuesta categórica: “Sí, cómo no”. Otros dicen llevar dentro a Salinas. Y es que como quedó dicho arriba, en cada sexenio ha renacido un PRI. Y es posible que ese priísta que llevan dentro es Miguel Alemán, Ruiz Cortines… o Peña Nieto. Casi todas las entrevistas son un psicoanálisis periodístico. Para concluir que casi todos llevan un priísta dentro, un priísta sexenal. Scherer Ibarra y Lozano encontraron a los priístas fuera del clóset. Y políticos, politicastros y grillos de todos los partidos reconocieron, que algo, poco o mucho le deben al priismo que se está resistiendo a morir y busca sobrevivir contra las candidaturas independientes, tentando lo posible-imposible de las coaliciones, las alianzas de su centro-derecha a la ultraderecha para implantar el presidencialismo semiparlamentario. Esto para que “el priista que todos llevamos dentro” no muera del todo.

Ficha bibliográfica
_Autores: María Scherer Ibarra/Nacho Lozano
Título: El priista que todos llevamos dentro
Editorial: Grijalbo-2016

Fuente
Contralínea (México)