La reactivación de la investigación de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés) sobre los mensajes privados de Hillary Clinton –quien perdió las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre– no se centró en un problema de seguridad, sino en una serie de manejos que pudieran llegar incluso a caracterizarse como crímenes de alta traición.

Técnicamente, en vez de utilizar los servidores de seguridad del Estado federal, la entonces secretaria de Estado usó un servidor privado que había instalado en su domicilio para poder utilizar internet sin dejar rastros en una máquina del gobierno federal. El técnico privado de la señora Clinton había limpiado ese servidor antes de la llegada de la FBI, de manera que ya no era posible saber el por qué de la instalación de ese dispositivo.

La FBI observó inicialmente que el servidor privado no garantizaba el mismo nivel de seguridad que el servidor del Departamento de Estado. Por tanto, la señora Clinton había cometido una falta en materia de seguridad. Pero el FBI confiscó posteriormente el ordenador del exmiembro del Congreso estadunidense Anthony Weiner, el exesposo de Huma Abedin, la jefa del equipo de trabajo de Hillary Clinton. Y en ese ordenador aparecieron una serie de correos electrónicos de la exsecretaria de Estado.

Anthony Weiner es un político judío muy vinculado a los Clinton, que ambicionaba ser alcalde de Nueva York. Pero tuvo que dimitir como consecuencia de un escándalo esencialmente puritano: Weiner había enviado mensajes SMS eróticos a varias mujeres. Huma Abedin se separó de él oficialmente, pero en realidad no lo dejó.

Huma Abedin es estadunidense y se educó en Arabia Saudita. Su padre dirige una revista académica –en la que la propia Huma fue durante años secretaria de redacción–, publicación que recoge regularmente las opiniones de la Hermandad Musulmana. Su madre preside la asociación saudita de mujeres miembros de la Hermandad Musulmana y trabajaba con la esposa del presidente egipcio Mohamed Morsi, otro representante de la Hermandad Musulmana. Su hermano Hassan trabaja para el jeque Yusuf al-Qaradawi, el predicador y consejero espiritual de Al-Jazeera.

Durante un viaje oficial a Arabia Saudita, la exsecretaria de Estado visitó el colegio Dar al-Hekma con Saleha Abedin –la madre de Huma–, quien preside la asociación de Hermanas miembros de la Hermandad Musulmana.

Huma Abedin fue un personaje central de la campaña electoral de Hillary Clinton, junto a su director de campaña, John Podesta, quien fue jefe de personal de la Casa Blanca bajo la presidencia de Bill Clinton. Podesta es además el agente de influencia encargado de promover los intereses de Arabia Saudita en el Congreso de Estados Unidos, tarea por la cual percibe mensualmente la módica suma de 200 mil dólares. El 12 de junio de 2016, la agencia de prensa oficial de Jordania publicó una entrevista del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Ben Salman, quien defendía la modernidad de su familia argumentando que la familia real saudita financió –ilegalmente– en un 20 por ciento la pasada campaña electoral de Hillary Clinton, a pesar de tratarse de una mujer. Al día siguiente, la agencia anulaba el despacho que contenía esa información y afirmaba que su sitio web había sido hackeado.

Huma Abedin no es la única persona de la administración de Barack Obama vinculada a la Hermandad Musulmana:

 El medio hermano del aún presidente, Abon’go Malik Obama, que preside la Fundación Barack H Obama, es también tesorero de la Obra Misionaria de la Hermusulmana en Sudán. Abon’go Malik Obama se halla directamente a las órdenes del presidente sudanés Omar el-Bechir.

 Un miembro de la Hermandad Musulmana es miembro del Consejo de Seguridad Nacional estadunidense. Desde 2009 hasta 2012, fue Mehdi K Alhassani. No se sabe quién lo sustituyó, pero la Casa Blanca negaba que hubiera un miembro de la Hermandad Musulmana en el Consejo de Seguridad Nacional, hasta que se supo que Alhassani era efectivamente miembro de la cofradía.

 Rashad Hussain, embajador de Estados Unidos ante la Conferencia Islámica, también pertenece a la Hermandad Musulmana.

 Otros miembros de la cofradía debidamente identificados ocupan cargos menos importantes en la administración de Obama. Pero vale la pena mencionar en particular a Louay M Safi, actualmente miembro de la Coalición Nacional Siria y exconsejero del Pentágono.

En abril de 2009, 2 meses antes de pronunciar su famoso discurso en El Cairo, el presidente Obama recibió secretamente una delegación de la Hermandad Musulmana en la Oficina Oval. Anteriormente, había invitado a su investidura a Ingrid Mattson, la presidenta de la Asociación de Hermanos y Hermanas Musulmanes en Estados Unidos.

Por su parte, la Fundación Clinton empleó como responsable de su proyecto Clima a Gehad el-Haddad, uno de los dirigentes mundiales de la Hermandad Musulmana, quien había sido hasta entonces responsable de un programa de televisión coránica. Su padre fue uno de los cofundadores de la Hermandad Musulmana en 1951, cuando la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) y el MI6 decidieron reactivarla. Gehad dejó la Fundación Clinton en 2012 para convertirse, en El Cairo, en vocero del entonces candidato a la presidencia de Egipto Mohammed Morsi, y posteriormente pasó a ser vocero oficial de la Hermandad Musulmana a escala mundial.

Sabiendo que todos los líderes yihadistas del mundo provienen de la Hermandad Musulmana o de la orden sufí de los Naqchbandis –los dos componentes de la Liga Islámica Mundial– sería interesante tener un poco más de información sobre las relaciones de la señora Clinton con Arabia Saudita y la cofradía.

Resulta, por otro lado, que en el equipo de quien fuera adversario de Hillary Clinton, Donald Trump, estaba el general Michael T Flynn, quien trató de oponerse a que la Casa Blanca creara el Emirato Islámico (Daesh) y dimitió de su cargo de director de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa en señal de protesta. Y junto a él, también como miembro del equipo de Trump, figuró Frank Gaffney, un cold warrior histórico, actualmente catalogado como “complotista” por haber denunciado la presencia de miembros de la Hermandad Musulmana en el gobierno federal.

Por supuesto, desde el punto de vista de la FBI, todo respaldo a las organizaciones yihadistas constituye un crimen, sin importar la línea política de la CIA. En 1991, la FBI –y el senador John Kerry– provocaron la quiebra del BCCI, el banco pakistaní registrado en las Islas Caimán y ampliamente utilizado por la CIA en todo tipo de operaciones secretas con la Hermandad Musulmana, el mismo esquema que esa agencia estadunidense de inteligencia suele emplear con los cárteles latinoamericanos de la droga.

Fuente
Contralínea (México)