Germán Doig, Juan Pablo II, Luis Fernando Figari

Embebido como estaba, ayer martes, de preocupaciones por cuentas pendientes que honrar, casos y denuncias por estudiar y acometer, castigado, como todos, por un sol que no da tregua, no reparé en la grosería en que incurrió el Consejo Directivo del Congreso al declinar, con los votos masivos del fujimorismo, la abstención pusilánime del grupo alanista y de Acción Popular y los favorables del Frente Amplio y Peruanos por el Kambio, la investigación en torno a las violaciones ocurridas en la secta Sodalicio.

Y como hoy es miércoles y me impongo, a mitad de semana, del brulote, hay que retratar con propiedad a los infractores en su integral vergüenza y en el día.

¡Así como lo oye! No se escudriñará el sórdido capítulo en que unos facinerosos en nombre de la fe, abusaron sexualmente de sus pupilos y, en el colmo de la desverguenza y la perversión, ocultaron la comisión de sus aberraciones y se protegieron entre sí.

No ha pasado mucho tiempo desde que el Vaticano en comunicado oficial, blindó al cabecilla Luis Fernando Figari, contra las acusaciones de violador de que fue objeto él y otros. Causa risa recordar que sodálites pretendieron hacer santo a Germán Doig. ¡Pamplinas!
¡Ni qué pensar en poner en debate el Concordato ilegal y jamás debatido por ningún Congreso del Estado Vaticano con Perú! Impuesto entre gallos y medianoche, sin siquiera publicación en El Peruano, a partir de 1980, el pueblo peruano debe sufragar sólo a la Iglesia Católica lo que configura un genuino privilegio excluyente con todo el resto. ¿No es acaso una definición que el Estado peruano es laico? El totalitarismo católico en el Perú http://www.voltairenet.org/El-totalitarismo-catolico-en-el

Repare el lector la fecha del ensayo que fue más de un decenio antes que otras publicaciones de resonante éxito editorial y comercial, aunque inexactas y mezquinas con el relevante trabajo heroico hecho, por ejemplo, por el oftalmólogo arequipeño Héctor Guillén Tamayo, genuino e imbatible pionero en la lucha contra el Sodalicio.

El resultado de un debate principista sobre el Concordato abortaría en el mismísimo pórtico porque si el Consejo Directivo del Congreso declina tratar el detalle sobre las violaciones de la secta Sodalicio, ¿qué va a tocar los privilegios de que goza, huérfana de cualquier autorización parlamentaria o aprobación constitucional el tratado internacional írrito que favorece a la Iglesia Católica?

El hecho en sí representa el consentimiento expreso que en Perú se puede incurrir en violaciones sexuales en nombre de la fe porque se empieza a sentar “doctrina” respecto de un asunto que jamás será discutido, debatido o sancionado. ¡Cómo deben estar refocilándose los bellacos cucufatos!

En ocasión de festejarse el sacrificio de las obreras textiles norteamericanas que devino en el Día Internacional de la Mujer, condenando la inconducta del Congreso, rindo homenaje a la mujer peruana que trabaja en el campo, en la oficina, en las direcciones de sus empresas. Una palabra de aliento y admiración a aquéllas que hacen de mamá y papá, por separación, divorcio o independencia, mantenida a pesar de los prejuicios sociales. A todas ellas, columna vertebral de una sociedad fragmentada en un mosaico hasta hoy incurable, el cariño y reconocimiento a su pundonor interminable, frondoso como optimista.