“La vida no es fácil, para ninguno de nosotros. Pero… ¡Qué importa!. Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo”

Marie Curie

Cada video que veo de las desgracias ocasionadas por los desastres naturales que afectan a mi país, me desgarran y me decepcionan una vez más, del sistema, de la política y de los individuos que forman parte de ella.

Con las manos con sudores de nervios y nostalgias, con impotencia, dolor y lágrimas de frustración que no puedo contener a la distancia.

El gobierno con sus aires de desplante de indolencia, se comporta como una cofradía de ideologías donde no importa el fin ni los medios.

A los 31 años no me interesó nunca la política, nunca pertenecí a ningún partido ni simpaticé con alguno en mi país, hasta que por circunstancias de la vida, conocí a quién hoy es mi esposo, hijo de un líder con más de 40 años en la acción pública de un partido arcaico llamado Apra.

"Soy político", me dijo, y le pedí que lo demuestre, desde caminar por los pueblos más abandonados del Perú, subir a la punta de los cerros a llevar mensajes de esperanza, ayudar a los enfermos, dar de sus honorarios donaciones para alimentar a niños sin sonrisas, hasta tener coraje y valentía para denunciar a otros políticos que solo destruían la ilusión con trucos baratos de populismo.

Descubrí entonces que lo que yo estuve haciendo cinco años antes de conocerlo y hoy desde hace doce años, era política, pero de otra forma y dimensión y de otro estilo, sin mentir, enfrentando y confrontando hasta lograr el objetivo, descartando calumnias y difamaciones.

Sin embargo, me mantengo al margen, no me considero aprista ni me atraen sus propuestas, pero respeto y admiro a pocos valientes que perduran fieles.

Ser esposa del hijo del amigo de Alan García Pérez, del número 2 del Apra, no me hace una privilegiada, tener corona ni andar en fiestas ni en cócteles de famosos y pudientes, no me hace pasear por campos de golf, practicar equitación en mis ratos libres, ni dar paseos en yates de lujo cada fin se semana.

Tampoco estoy ajena al odio y la maldad que mucha gente pueda tenerme por el simple hecho de heredar los repudios a un partido, a un supuesto nepotismo, del cual no participo porque jamás he desempeñado funciones públicas, no tengo nada que ver, pero ese es el derecho de piso que a veces tengo que pagar.

No me he librado de la exclusión y marginación de otros poderosos políticos, ni de sus venganzas injustas ni en Perú ni en España que es el lugar donde vivo en la actualidad.

Pero lo que no te mata te da la fuerza suficiente para seguir luchando y fue así el 2011 que denuncié al actual alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, por la injusticia cometida en contra de una niña inocente llamada Milagros Cerrón Arauco, que sufre de una enfermedad rara llamada sirenomelia, la niña fue donde Oprah Winfrey, don Francisco y recibió apoyo de Celine Dion pero de todo eso no ganó nada más que ser utilizada para otros temas, y esto no lo invento ni lo digo yo, lo denunciaron los padres de Milagritos desde antes de mi participación en la denuncia hasta ahora. Pero fuimos tan ciegos que no le creímos a Ricardo Cerrón, un pobre hombre ignorante ni a quien escribe que solo había sido una chiquilla a la que un individuo agarró a punta de patadas y puñetes.

El tiempo ha pasado y demostró que la denuncia había sido real, que la niña sigue enferma y que su padrino, el gran alcalde, no es más que un fanfarrón sin sentimientos que no sabe construir, solo destruye, lo observamos en cada una de sus obras que se caen a pedazos.

Finalmente creo que estar casada con un político, no es tan negativo, ya que las palabras, meditar, exhortar, discernir y escudriñar están siempre en nuestra vida cotidiana y nos permite ver la otra cara de la moneda y ponernos en los zapatos de los demás.

El sacrificio, estudio, trabajo y esfuerzo se respira en nuestra casa, y casarse con una abogada recalcitrante y activista social como yo, es para dar batalla a cualquier político, así que sigo en el cuadrilátero con todo lo que pueda aportar y ayudar a mi país y a mis hermanos peruanos.

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