¡Palabreo y verborragia!

A los funcionarios del Estado, en cualquier rama burocrática, les paga el pueblo con sus impuestos. Por tanto, su deber irrenunciable y único es defender el bolsillo del contribuyente.

El ciudadano de a pie no le mantiene al burócrata para que se parcialice o muestre simpatías o haga panegíricos vomitivos hacia alguna o algunas instituciones. Que sean dependencia de Naciones Unidas no garantiza una ejecución razonable y de alta performance si se carece de experiencia o antecedentes probados. Es el caso de los pasaportes electrónicos.

En su perorata, mejor dicho, en su apología de OACI-ICAO (Organización de Aviación Civil Internacional), y desde las alturas de su poder omnímodo como Superintendente Nacional de Migraciones, Boris Potozén se expidió ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, el 18 de abril del 2016, muy suelto de huesos y con afirmaciones harto discutibles.

Dijo que OACI-ICAO era la entidad de NNUU y la más-más en temas del pasaporte electrónico. Lo curioso –y pueden constatarlo en el artículo de ayer de esta serie sobre crímenes contra el Estado- es que OACI-ICAO no supo contestar puntualmente al autor sobre ¿en qué países y en qué fechas había liderado procesos de pasaportes electrónicos?

¡Por supuesto que el señor Potozén NO se tomó la molestia de aclarar el asunto ante la Comisión congresal! ¡La verdad a secas es que él también, como OACI-ICAO, carecían de una respuesta categórica por la simple razón que JAMAS había llevado a cabo un proceso de pasaportes electrónicos en ninguna parte del mundo!

En buen castellano, gracias al señor Boris Potozén Bracco que impulsó un convenio con OACI-ICAO, se dio a este organismo, en bandeja de plata, un conejillo de Indias llamado Perú, para que hicieran su primera vez en torno a pasaportes electrónicos.

Casi, casi como poner en el timón de un Mercedes Benz o de un Volkswagen a un ciudadano que jamás ha manejado un auto y apenas y con mucho esfuerzo una moto-taxi. El aventurerismo no puede ser más escandaloso e insultante.

Los resultados los vio todo el país cuando largas colas de ciudadanos pugnaban, rodeando a Migraciones, por obtener su pasaporte electrónico y los mandaban a retornar en semanas. Hoy mismo, el deficiente sistema de la monopólica empresa franco-mexicana Imprimerie Nationale-Gemalto, persiste en fallar y los documentos se entregan, no en dos horas, sino en 4 ó 5 semanas.

Lo barato sale caro. Es que el tema tuvo un direccionamiento extraño desde el comienzo. Los proveedores concursantes tuvieron que ir a Montreal (sede de OACI-ICAO), para conversar en torno a sus cuestionamientos del proceso y las respuestas fueron parciales, insuficientes y todo terminó porque un funcionario de OACI levantó la sesión con un grito y ¡chau!

¿A esto denomina “dar mucho por la integridad del país”, el señor Potozén?

La participación de OACI-ICAO, de repente sin que lo supiera, aunque cobró casi US$ 1 millón de dólares por su “conducción” en el proceso, fue muy proclive para endosar la buena pro a los que ganaron: Imprimerie Nationale-Gemalto. Quien quiera seguir la enorme lista de acontecimientos pormenorizados y ¡lo que es peor! sin respuesta o aclaración alguna, tiene la chance de abrir el archivo Word adjunto.

Recuérdese que en diciembre del 2015, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos en Bruselas, sede de la Comunidad Europea, celebró jubilosamente la Exención de la Visa Schengen para su país. En cambio, en el mismo lugar y protagonizando un tristísimo ridículo, el jefe de Estado peruano, Ollanta Humala, debió admitir la ineficiencia propia para cumplir idéntico propósito. ¿Por qué ocurrió el fracaso? ¡Por la simple razón que Imprimerie Nationale-Gemalto, no había hecho el pasaporte electrónico aún!

Los legisladores o congresistas no suelen ser personajes con gran información detallada y completa. Aún así dispararon preguntas a Potozén y él hizo cuanto le fue posible para hablar generalidades. Pero habemos quienes tenemos excelente memoria y vamos a seguir recordando vergonzosas actuaciones como las de un diplomático y una ingeniero ante la misma Comisión parlamentaria.

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