Se trata del caso del maestro Carlos R Cervantes, quien por más de 22 años ha estudiado y laborado en la UNAM, y a quien le fue diagnosticada en 2013 esclerosis múltiple del tipo recurrente remitente, que deriva en inmovilidad motriz.

De acuerdo con su denuncia, de septiembre de 2016 a marzo de 2017 no se le reconoció su trabajo como coordinador de la Biblioteca de la Facultad de Música y, por lo mismo, no recibió pago alguno. “Ante los errores administrativos cometidos por la Facultad, prefirieron correrme y hacer parecer que nunca trabajé allí”, refiere.

Según su versión, fue la entonces recién nombrada directora de la Facultad de Música, maestra María Teresa Frenk Mora, quien le propuso –en septiembre del año pasado– continuar con la coordinación de la Biblioteca Cuicamatini; pues ese cargo ya lo venía desempeñando desde junio 2013. Por lo cual, realizó los trámites ante el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, institución a la que está adscrito.

“Solicité ante los consejos técnicos del Instituto y de Humanidades un cambio de adscripción temporal, con base al artículo 93 del Estatuto del Personal Académico de la UNAM, para ocupar el cargo de funcionario durante el tiempo que duren mis funciones, como coordinador. Amablemente, mi director [del Instituto], el doctor Pablo Mora me felicitó por el nombramiento y me recomendó que acudiera a la Facultad a ejercer el cargo de forma inmediata.”

Y así lo hizo. “La directora [de la Facultad de Música] me anunció como el coordinador de Acervos Musicales. Tomé la responsabilidad, continué con ella y realicé mis actividades y proyectos. Hasta ahí, todo iba bien, sobre todo por mi creación de dos nuevos servicios bibliotecarios que puse en marcha con el Departamento de Informática: la Fonoteca Virtual y el Servicio Especial para Ciegos y Débiles Visuales”.

Carlos R Cervantes explica que ese último proyecto fue celebrado por las autoridades, pues “la Facultad tiene alumnos con ceguera que se beneficiaran con el servicio al poder imprimir musicografía, trabajos personales, materiales educativos y tesis en [sistema] braille, cuyo costo de impresión ‘por fuera’ es elevado”.

Los problemas empezaron en noviembre del año pasado, refiere en su denuncia. “Pregunté en el Departamento de Personal de la Facultad si ya tenían el documento de aprobación del Consejo Técnico de Humanidades para que me comenzaran a pagar; al principio me dijeron que aún no les llegaba, pero que no me preocupara porque mi pago sería retroactivo al 1 de septiembre”.

Luego, asegura, habló directamente con la jefa de Personal, licenciada Verónica Silva, quien le habría hecho saber que la Facultad no tenía dinero para hacer el pago. “Incrédulo, hablé con la directora, quien me dijo: ‘No se preocupe, sí se le va a pagar y su pago será retroactivo’. Seguí esperando, pues los tiempos administrativos de la UNAM son lentos”.

Pese a mantener pláticas con las autoridades de la Facultad, el 28 de febrero de este año fue citado en la oficina del secretario técnico, maestro Luis Pastor Farril, su jefe directo. Allí también se encontraba la secretaria administrativa, licenciada Juana Esquivel Flores, quien le propuso firmar un contrato del 1 de diciembre de 2016 al 31 de agosto 2017.

“Me dijo que lo que me adeudan me lo pagarían con un cheque por salarios asimilados, que se depositaría en mi nómina, y me presentó una hoja que también tenía que firmar donde autorizaba ese tipo de pago. También me acercó una carta de renuncia voluntaria con efecto a ese mismo día, 28 de febrero. Me negué a firmar y les solicité que me informaran todo por escrito; que entendía que es atribución de la directora poner a quien ella quisiera, pero que después de tanto tiempo trabajando y sin remuneración económica merecía una explicación y agradecimiento por mis servicios, sin olvidar los pagos atrasados.”

De acuerdo con la denuncia, la secretaria administrativa llamó al abogado de la Facultad, quien le reiteró que firmara. Y luego amenazó: “Vas a tener que ir a la Oficina de la Abogada General a hacer un documento de rescisión de contrato y perderás hasta tu plaza académica”.

Él se negó, pero le dieron como plazo el viernes 3 de marzo. Dos días antes de vencer el ultimátum, durante la presentación de la nueva coordinadora de la Biblioteca de la Facultad, la directora habría asegurado que la separación del cargo del maestro cervantes se debía “a su enfermedad”.

“No sé por qué no se me habló con la verdad desde el principio; ya no sé si en verdad todo fue por un error administrativo o porque la directora me ve como un simple esclerótico inútil”, señala a Agenda de la Corrupción el maestro Cervantes.

Refiere que se trata de una enfermedad desmielinizante con un probable futuro de discapacidad motriz permanente. Hasta ahora, la esclerosis ha perjudicado su andar y, por ello, usa de bastón. “Eso, según yo, no me generaría problemas. Pero resulta que lo primero que pierdo es el trabajo, y en la UNAM, donde he estudiado y trabajado por más de 22 años. Quién me lo iba a decir”.

Ojalá la Universidad Nacional Autónoma de México atienda esta denuncia con celeridad y la resuelva a favor del trabajador; también que evite casos similares de discriminación por enfermedad o por cualquier otra razón, pues su espíritu y razón de ser es el humanismo.