Las tropas de las tres Fuerzas Armadas Mexicanas cuentan 4 mil 276 enfrentamientos armados en 10 años y medio de “guerra” contra el narcotráfico. Por cada soldado o marino muerto, pierden la vida casi 16 supuestos integrantes de la delincuencia organizada. Los saldos concretos para soldados y marinos son de 285 efectivos muertos y 1 mil 538 heridos desde diciembre de 2006, cuando el panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa asumió la Presidencia de la República, y hasta mayo de 2017, en el quinto año de gobierno del priísta Enrique Peña Nieto.

Además, la cifra de los supuestos integrantes de la delincuencia organizada muertos en enfrentamientos con las Fuerzas Armadas llega a 4 mil 472, mientras que la de los heridos es de 530.

Los combates han ocurrido prácticamente en las 32 entidades federativas de la República, aunque marcadamente en Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Michoacán y Jalisco. Los datos se desprenden de dos documentos obtenidos por Contralínea por medio de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública: la Estadística del personal militar y civiles agresores fallecidos y heridos con motivo de las agresiones a personal militar, elaborado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), y el oficio 946/17 de la Unidad de Transparencia de la Secretaría de Marina (Semar).

Las tres Fuerzas Armadas Permanentes (el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, a cargo de la Sedena; y la Armada de México, a cargo de la Semar) cumplen en este junio 10 años y medio de desplegarse en el territorio mexicano para luchar contra los cárteles del trasiego de drogas con rumbo a Estados Unidos. A pesar del fracaso documentado de esta política desde el sexenio de Felipe Calderón, durante la administración de Enrique Peña Nieto se mantuvo intacta.

De acuerdo con el Uppsala Data Conflict Program, en México existen 41 grupos del narcotráfico que han sostenido enfrentamientos entre ellos y con el gobierno mexicano. Por número de acciones armadas, los más importantes son el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo, Los Zetas, el Cártel de Juárez, el Cártel de Tijuana, Los Caballeros Templarios, La Familia y el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Una guerra sin fin

Los datos de los documentos obtenidos por Contralínea de la Sedena y la Semar muestran que sí es una guerra lo que está viviendo México, aunque no esté reconocida, señala el doctor en sociología Guillermo Garduño Valero, especialista en Fuerzas Armadas y seguridad nacional. Tampoco está claro que lo que se busque sea realmente acabar con el narcotráfico.

Las víctimas mortales totales (que incluyen los ajustes de cuentas, los enfrentamientos entre cárteles y contra otras fuerzas federales, estatales y municipales) llegan a más de 150 mil, “lo que nos habla incluso de una guerra encarnizada; pero es una guerra no convencional, contra actores no estatales”, apunta el catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, doctor en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en América Latina por la Universidad de Pittsburgh.

Por su parte, el doctor Samuel González Ruiz, consultor internacional en materia de seguridad pública y delincuencia organizada y exfuncionario de la Procuraduría General de la República (PGR), señala que prácticamente nada cambió.

“Desafortunadamente no hay cambios. Sí hubo diferencias en los primeros años. Ahora la estrategia está siendo exactamente la misma y, por lo tanto, tiene el mismo resultado.”

Para el doctor en filosofía del derecho por la Universidad de Milán-Bolonia, la estrategia no cambiará por la relación entre los grupos de la delincuencia organizada y el Estado mexicano. “Cada sociedad tiene un tipo de delincuencia y de delincuencia organizada. Y esto depende del tipo de Estado”.

Considera que hace 25 años el modelo de Estado mexicano era autoritario. Y en su relación con la delincuencia organizada, a ésta “se le dejaba hacer” con tal de que no rebasara ciertos límites. La violencia entre los cárteles sólo era entre ellos, no era generalizada.

Con la llegada a la Presidencia de la República de un partido distinto al Revolucionario Institucional (PRI), según González Ruiz, se fragmentó la política y, por lo tanto, se fragmentaron los controles sobre estos grupos. Luego de 2 sexenios de gobiernos federales emanados del Partido Acción Nacional (PAN) y de 5 años de regreso al poder del PRI, “hoy lo que demuestra tal número de enfrentamientos es que el territorio mexicano no está controlado totalmente por la autoridad”.

Ejemplifica. En España hay más consumo de drogas que en México. Por lo tanto, hay más puntos de venta de drogas. Sin embargo, al año se cometen sólo 800 homicidios en un país con 50 millones de habitantes. Y quien ahí comete un homicidio, sea de la delincuencia organizada o no, es sentenciado. Eso no pasa en México. Por el contrario, lo que ocurre es un debilitamiento de las instituciones mexicanas.

“Del autoritarismo, pasamos a la debilidad completa”, considera el experto en seguridad, quien se desempeñó como titular de la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada en tiempos en que Jorge Madrazo Cuéllar era titular de la PGR y Ernesto Zedillo era presidente de la República (1994-2000).

Señala que donde más homicidios se registran es también donde más impunidad existe, “señal de que el Estado no está haciendo su trabajo, es decir, no está procesando, investigando y sancionando a la gente que está cometiendo los homicidios”. Y cuando “no hay ninguna capacidad de sanción, lo que se provoca es una guerra civil”.

Para el doctor Guillermo Garduño, los saldos de la guerra son negativos para el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada. A más de 2 lustros de estar en la calles, las Fuerzas Armadas Mexicanas no cuentan con una doctrina “ni un aprendizaje específico de cómo tratar este asunto”. Y es que el gobierno insiste en que la solución al narcotráfico es de carácter militar, “cuando de esa manera no es posible”.

El experto señala que el problema no va a solucionarse desde el punto de vista de la oferta, es decir, del combate a los cárteles, sino de la demanda, las personas que lo consumen

“Esto significaría transformar el enfoque con que se aborda el problema, pues hoy se le sigue viendo desde la criminalidad. En realidad, se trata de un problema totalmente diferente que supondría abordarlo como un asunto de salud pública.”

Letalidad de militares

La mayor carga de los combates ha recaído en los efectivos de la Sedena, quienes han sostenido –al menos– 3 mil 994 refriegas en todo el país con integrantes de los cuerpos armados de los cárteles del narcotráfico, según se desprende de los documentos obtenidos por Contralínea. Es decir, el 93.4 por ciento de todos los enfrentamientos han sido sostenidos por soldados del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.

Por cada enfrentamiento sostenido por efectivos de la Armada, se suscitan 14 de elementos del Ejército y la Fuerza Aérea.

También los saldos mortales entre las Fuerzas Armadas Mexicanas son más abultados en la Sedena. De los 285 efectivos muertos, 255 son soldados, el 89.47 por ciento del total de los uniformados abatidos. Un porcentaje similar es de los heridos: de los 1 mil 538, resulta que 1 mil 425 pertenecen al Ejército, el 92.65 por ciento.

Por su parte, la Semar ha sostenido 282 enfrentamientos armados con integrantes de la delincuencia organizada. Se trata del 6.59 por ciento del total. Los marinos muertos en estos combates llegan a 30, es decir, el 10.52 por ciento del total de militares que han perdido la vida desde 2006. Los marinos heridos suman 113, es decir, el 10.52 por ciento de todos los efectivos lesionados.

La letalidad que representa a los sicarios enfrentarse a integrantes de las Fuerzas Armadas es de casi 16 a uno. Mientras que en estos 10 años y medio de enfrentamientos entre militares y sicarios han muerto 285 soldados y marinos, los integrantes de la delincuencia organizada fallecidos suman 4 mil 472. Es decir, por cada efectivo militar abatido mueren 15.69 supuestos integrantes de la delincuencia organizada.

Las cifras obtenidas de la Sedena y la Semar revelan que, en los enfrentamientos, los integrantes de las Fuerzas Armadas casi no dejan heridos: la mayoría de quienes se les enfrentan o salen ilesos o muertos. En 4 mil 276 enfrentamientos entre supuestos delincuentes y militares se registran 530 civiles agresores heridos, contra 4 mil 472 muertos.

La letalidad es ligeramente mayor cuando de enfrentar a marinos de la Armada de México se trata. Mientras que por cada marino de la Semar mueren 18.6 delincuentes, por cada soldado de la Sedena mueren 15.34 sicarios.

Así, de los 282 combates con efectivos de la Armada, han resultado muertos 558 supuestos integrantes de los cárteles del narcotráfico. Y de los 3 mil 994 choques con efectivos del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos han resultado muertos 3 mil 914 elementos del crimen organizado.

El número de heridos asciende a 499 por los combates con elementos de la Sedena; y a 31 por los enfrentamientos con efectivos de la Semar. La tasa es de 0.12 heridos por cada choque con soldados; y de 0.10 heridos por cada encuentro armado con marinos. Así, prácticamente en cada batalla no hay delincuentes heridos: sólo muertos o detenidos.

Samuel González califica de “muy graves” los saldos para las Fuerzas Armadas luego de miles de enfrentamientos en el territorio nacional. “Si los mandas a la guerra [a los soldados y marinos] y las fiscalías no están preparadas para retener a las personas que ellos retienen, pues se va a hacer un desmadre. Ellos [los integrantes de las Fuerzas Armadas] detienen y las fiscalías y los jueces sueltan”.

Los militares siempre estuvieron preparados. Pero hoy, a decir de Samuel González, tienen mayor entrenamiento en materia de derechos humanos. Obviamente, quien está en un combate va tender a cometer más errores. Si vas a un enfrentamiento, puede ser que no tengas errores; pero si vas a muchos combates, pues vas a cometer más errores. Cuanto más estén en la calle, más desgaste tendrán”.

El doctor Garduño recuerda que a pesar de la militarización, pueblos enteros de varios estados de la República han quedado desiertos. El costo social no sólo es de muertos y heridos, sino de desplazados y desaparecidos. Son consecuencias inequívocas de una guerra.

“Y se trata de una guerra que no puede ganarse militarmente. Primero, los militares operan dentro del marco jurídico nacional, cuando el enemigo opera internacionalmente. Segundo, del problema sólo se ataca la oferta pero no la demanda; y no se trata de criminalizar a los consumidores de drogas, sino considerar el problema como un asunto de seguridad y de salud pública y darle un tratamiento diferente.”

Señala que la droga es un producto adictivo. Es decir, quienes la consumen constituyen un mercado permanente de quienes la venden. “El gasto de los usuarios es permanente, diario, cotidiano”.

Guillermo Garduño agrega que todos estos enfrentamientos en realidad sirven de muy poco para acabar con el problema. Mientras, el desgaste para las Fuerzas Armadas “es pavoroso”.

A pesar de que sean más los muertos de parte del narcotráfico, son los cárteles los que llevan la iniciativa, la ofensiva. Las Fuerzas Armadas sólo actúan en respuesta y con una moral cada vez más menguada.

“El narcotráfico se ha podido meter, por ejemplo, a los componentes de inteligencia del Estado mexicano. Es parte de la derrota moral que aqueja a las Fuerzas Armadas Mexicanas.”