Crímenes del violentismo terrorista

En épocas en que la información es velocísima, en tiempo real, es imprescindible que todos los gobiernos instalen una línea coherente de trato al terrorismo. Si hay canales televisivos, estaciones radiales y medios impresos, todos, ABSOLUTAMENTE TODOS, están constreñidos a dar a conocer qué fue el violentismo terrorista, sus crímenes de lesa humanidad, los abominables atentados contra la propiedad pública y privada y quiénes fueron sus tristes protagonistas, con nombres y apellidos, directos o indirectos.

El violentismo terrorista costó al país la vida de más de 25 mil ciudadanos y decenas de miles de millones de dólares en pérdidas materiales a la Nación. https://www.facebook.com/amadorrivastorres/videos/1073013722748997/

Pero hay una lucha política e ideológica que debiera verificarse en los ámbitos sindicales, gremiales, de toda índole y fue y es responsabilidad de los partidos políticos.

La muy evidente tragedia es que en Perú NO EXISTEN LOS PARTIDOS POLITICOS. Hay clubes electorales duchos en “preparar” alfiles angurrientos para saquear los fondos del Estado y las luchas intestinas se agudizan cuando hay elecciones. Repartir el botín fiscal es una tarea en que se han especializado no pocos delincuentes que manejan juzgados, direccionan a magistrados para sus dictámenes, se compran bienes inmuebles millonarios, viven fuera del país con fondos de procedencia ignota y se permiten “opinar” vía Facebook, Twitter y demás redes sociales con la ayuda rastrera de mastines asalariados.

Los clubes electorales sólo ensamblan esfuerzos rentables. El terrorismo, la violencia que viene de la desigualdad y la fractura en el reparto de la riqueza en el Perú, no interesa ¡para nada! a las corporaciones porque su fin no es la revolución social sino la picardía en los contratos o licitaciones con nombre propio y coimas cifradas en bancos europeos o en paraísos fiscales.

El desinterés manifiesto y, peor aún, el repudio instantáneo de los jóvenes hacia los mal llamados “partidos políticos” es moneda común y nadie puede desmentir el lacerante aserto. Las nuevas promociones sólo han visto corrupción, robo, monra, inmoralidad, en sus líderes y por eso abominan de militar en cualquier congregación.

Describo, para mejor ilustración del lector, un caso significativo. El Apra que durante decenios representó una opción política con la adhesión de cientos de miles y millones de ciudadanos, hoy ya no existe en gran parte del Perú. Acaban de desalojarlos, por falta de pago, de su local en Cajamarca donde en 1933 se levantaran huestes rebeldes y con el liderazgo, entre otros valientes, de Carlos Malpica Rivarola. En La Libertad han perdido desde la alcaldía de Trujillo hasta el gobierno regional del departamento. Gracias al alanismo depredador lo que antaño fuera clarín y esperanza de lucha, hoy tan sólo es recuerdo, añoranza, falta de fe y aprovechamiento del logotipo por unos cuantos rufianes que no sueltan el manubrio en decadencia absoluta.

Del resto de agrupaciones tampoco hay mucho que decir. Todos tornaron electoreros, aprovechadores de coyuntura y vividores del mundo formal de una democracia boba y complaciente con los grupos de poder criollos y foráneos, en tiempo real.

Entonces si quienes estaban comisionados para luchar políticamente contra el terrorismo y todas sus manifestaciones, no existen, ¿qué queda como alternativa?

La respuesta tiene que llegar luego de un gran debate en que todos asuman su responsabilidad activa y cívica. Como está el asunto, es vía fácil para los violentistas que a pesar de lo arcaico y destructivo de su mensaje, incurren en accionar más orgánico y efectivo hasta que se les haga frente y demuestre que su insania no volverá a ensangrentar al Perú y que es hora de ganarles la batalla, sepultar su odio enceguecido pero también de alumbrar, con fanales potentes, el camino revolucionario por un Perú libre, justo y culto.