Muchos actores políticos son hipócritas, en público dicen una cosa y por debajo de la mesa hacen lo contrario. Esa duplicidad puede estar justificada y ser muy forma hábil de actuar ante situaciones de conflicto, si esos actores políticos defienden intereses o principios definidos. Pero es insoportable cuando esos actores varían su actitud no sólo en apariencia sino también en cuestiones de principios.

En 30 años, la Unión Europea se ha convertido, de la institución previsible que antes era, en una burocracia que defiende intereses cambiantes y oscuros. Hace 3 años que viene pisoteando sistemáticamente los ideales que dice defender. Veamos 5 ejemplos:

• En 2005, los franceses y los holandeses votaron contra el Tratado que establecía una Constitución europea.

La Unión Europea detuvo entonces les referéndums previstos en Dinamarca, Irlanda, Polonia, Portugal, la República Checa y el Reino Unido. Y más tarde, en 2007, modificó unos cuantos elementos puramente formales de aquel Tratado e impuso su adopción por el Consejo Europeo [1] bajo el nombre de Tratado de Lisboa.

Pero en Irlanda hubo que organizar un referéndum de todas maneras, porque así lo imponía la Constitución de ese país, y la población rechazó el Tratado. La Comisión Europea afirmó que el texto no se había entendido bien, y logró que los irlandeses tuvieran que pronunciarse nuevamente sobre el mismo texto, sin modificación alguna, y que lo aprobaran.

• En 2014, un país del este de Europa fue víctima de un golpe de Estado que puso en el poder a nazis confesos. Varias regiones de ese país se sublevaron para restaurar la legitimidad constitucional. Una de esas regiones organizó un referéndum para separarse del Estado central y reintegrarse a un Estado federal democrático del que ya había formado parte en el pasado.

La Unión Europea optó por apoyar el golpe de Estado y respaldar al nuevo régimen, con nazis y todo. Pero denunció el carácter, según ella, anticonstitucional del referéndum organizado en la región rebelde y aplicó represalias al Estado que había aceptado la reintegración de esa región.

Con esa actuación, la Unión Europea respaldó públicamente a nazis confesos, se apoyó en una legalidad que el golpe de Estado había abrogado, puso esa legalidad por encima de la legitimidad que los nuevos gobernantes no tenían y declaró una guerra económica contra un Estado que no estaba de acuerdo con ella.

• Tres meses después, en junio de 2014, la Unión Europea prohibió la realización de una elección presidencial en los consulados de un país del Medio Oriente.

Con esa actuación, la Unión Europea violó de manera absolutamente flagrante la Convención de Viena.

Estimando que el posible vencedor de aquella elección no debía presidir el país, la Unión Europea se negó de antemano a reconocer la votación, que de todas maneras se desarrolló en el país en cuestión y en todos sus consulados en los países que no pertenecen a la Unión Europea.

Cuando se anunciaron los resultados de aquella votación, todas las embajadas extranjeras en ese país –incluyendo las de varios miembros de la Unión Europea– reconocieron que la votación se había desarrollado de manera legal y honesta. Pero la Unión Europea mantuvo su negativa a reconocerla.

• Tres años después, en septiembre de 2017, un clan familiar que ejerce el poder sin mandato electoral en una región del Medio Oriente y que ocupa ilegalmente campos petrolíferos vecinos organiza unilateralmente un referéndum de independencia… habiéndose ocupado previamente de expulsar a los habitantes de las zonas que había conquistado.

En resumen, la Unión Europea consideró que la inestabilidad reinante en esa parte del mundo hacía imposible la realización de una elección presidencial… pero que sí era posible organizar un referéndum de independencia. Y declaró que el referéndum era legítimo pero que el momento no era apropiado.

• Sólo unos días después, en el seno mismo de la Unión Europea, un gobierno regional organiza unilateralmente un referéndum de independencia para no tener que compartir con el resto del país las riquezas que posee.

La Unión Europea, que subvencionó ampliamente las asociaciones independentistas, no ha querido pronunciarse sobre ese referéndum que –contrariamente a los mecanismos de la justicia en Polonia y Hungría– es, según ella, una cuestión interna de un país miembro.

Y cuando el gobierno de ese país hace un uso anticonstitucional de la fuerza para impedir la realización del referéndum, igualmente anticonstitucional, la Unión Europea no reacciona ante ese comportamiento, digno de una fuerza de ocupación.

• Dejando de lado nuestro sentir personal sobre franceses, holandeses, irlandeses, sobre los ucranianos de Crimea, los sirios, los iraquíes kurdos o los españoles de Cataluña, lo cierto es que la Unión Europea no ha tratado, en ninguno de esos casos, de conocer y respetar el libre albedrío de las poblaciones. Y tampoco ha mostrado un comportamiento lógico sobre la cuestión de fondo.

[1El Consejo Europeo se compone de los jefes de Estado o de gobierno de los países miembros de la Unión Europea más el presidente de la Comisión Europea y el presidente del propio Consejo Europeo, quien preside las reuniones de esa instancia. Nota de la Red Voltaire.