El gobierno de Francia intervino ante el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed ben Salman, a favor de la liberación del primer ministro libanés, Saad Hariri, quien se hallaba detenido en el hotel Ritz de Riad junto a varias personalidades sauditas arrestadas durante un golpe palaciego.

Anteriormente, Saad Hariri había anunciado por televisión, desde el mismo hotel Ritz, su renuncia al cargo de jefe del gobierno libanés. Pero en virtud de la Constitución libanesa, Hariri debe mantenerse temporalmente en el cargo en espera de la designación de un sucesor. Después de su alocución televisiva, Saad Hariri confirmó oficialmente, por teléfono, su dimisión al presidente libanés Michel Aoun, pero sin precisar la causa de su decisión.

En un discurso transmitido posteriormente por televisión, el secretario general del Hezbollah, sayyed Hassan Nasrallah, asumió la defensa de Saad Hariri, líder de la coalición adversaria del partido de la resistencia libanesa, y denunció la renuncia del primer ministro como una nueva muestra de la injerencia de Arabia Saudita en los asuntos internos del Líbano.

En la mañana del lunes 6 de noviembre, el presidente libanés Michel Aoun reunió un Consejo de Defensa para decidir las respuestas a la inesperada ausencia del primer ministro. El presidente Aoun no parece considerar como válida una dimisión que le fue comunicada telefónicamente y sólo debería tenerla en cuenta si el primer ministro volviese al Líbano para anunciársela personalmente.

La clase dirigente libanesa está dando prueba de serenidad, con excepción del ex director de la policía, Achraf Rifi, quien regresó del exilio para reemplazar a Saad Hariri. Según Achraf Rifi, el presidente Aoun debe asumir su responsabilidad y designar urgentemente un nuevo primer ministro.

El primer ministro libanés Saad Hariri tiene también la nacionalidad saudita, lo cual le impide gozar de inmunidad diplomática en el reino de los Saud.