Un solo camino para los delincuentes: ¡la cárcel!

“Ese es un pendenciero. Sí la supo hacer. A ese no lo agarran. El Poder Judicial es suyo. Nunca”, y términos por el estilo que denotan varias cosas a la vez, en primer lugar que nadie cree en la honradez de AG (Animal Gordo) y que su sola mención se vincula al delito, llámese cohecho o lavado de activos, en la organización criminal que le imputa una fiscalía, que ameritan prisión preventiva de entrada.

En Perú, por la proterva devaluación del lenguaje y su significado, la viveza criolla, trampa desleal, la ausencia de escrúpulos, el timo, estafa, engaño y demás taras del hampa, pasaron a ser menú criollo desde las altas esferas del gobierno, parlamento, gobiernos regionales, municipalidades y todo estamento de algún poder ciudadano. El hombre y mujer de la calle asumieron, bombardeados por los miedos de comunicación, esas aberraciones como “normales”.

El tabladillo o pupitre político devino en el vertedero de piezas oratorias efectistas, llenas en giros primarios busca-aplausos y vítores, pero desnuda de savia o contenido lógico o posible. El charlatán se apoderó de la plaza, la envileció hasta la náusea e hizo pasar gatos por liebres, miles de veces.

En días pasados Marcelo Odebrecht confirmó ligazones, óbolos millonarios y coimas a muchos protagonistas de la política peruana, aspirantes y ex presidentes, empresarios y pelafutanes del entorno y dijo que su lugarteniente en Perú, Jorge Barata, debía precisar los detalles y montos. Entre los aludidos figuraba AG (Animal Gordo) que debe estar temblando y en pánico por lo que pueda revelar Barata.

La madrugada de ayer lunes notició al país entero que los capitostes empresariales se iban tras las rejas y que el insolente poder dinerario, social y abusivo de quienes forman parte del exclusivo núcleo de los dueños del Perú, poco podía ya contra un Ministerio Público decidido a poner los puntos sobre las íes. ¡Enhorabuena!

AG (Animal Gordo) institucionalizó la mentira y la traición. El apuñalamiento, la maniobra artera, la destrucción de su propio movimiento político, antaño voz y clarín decente y en las calles, dan cuenta de esta cancerosa trayectoria.

Si la justicia que empieza a sentar sus reales genuinos de voz reflexiva y enérgica, persiste con nobleza en este rumbo, el grito de ¡Falta AG! (Animal Gordo), podrá ser reemplazado con el palmiano titular de la tradición: ¡A la cárcel todo Cristo!

Esperemos con paciencia que hay ya fanales de luz potente y esperanza.