Magistral manejo de la voz de Victoria Villalobos

Grande fue mi sorpresa al entrar a dar la primera clase de un curso de licenciatura, cuando me encontré que uno de mis alumnas iba a ser Victoria Villalobos, a quién había escuchado cantar diversas veces en los repertorios más diversos. Algunas veces en la peña de su padre, el eximio compositor e intérprete de música afroperuana José Villalobos. Era sobrina también de Arturo Cavero, que con su peculiar e inconfundible estilo ayudó al increíble auge de la música peruana en las últimas décadas. Su formación inicial para el canto se hizo en la mata de la canción popular. En otra ocasión, en otro concierto, me sorprendió y agradó escucharla cantando a Mozart. Así comencé a descubrir su bella y equilibrada voz, que combina una rigurosa formación técnica y esa necesidad de reflexión para interiorizarlo antes de cantarlo, lo que es imprescindible cuando se aborda cualquier obra del genio de Salzburgo.

Victoria se formó en Perú y también en Argentina y Chile. Familiarizarse con la forma tan diferente a la nuestra con la que se habla el idioma español en esos países sin contaminarse mucho con sus acentos, no es fácil. Ella maneja su voz con maestría y, sobre todo, su dicción es de una extrema claridad y a lo largo y ancho de una canción en cualquier género. No hay una aceleración indebida, ni innecesarios contrastes en la interpretación de cualquier canción, por larga o corta, fácil o difícil que ésta sea.

Una interpretación de Victoria, es toda una clase de música, y de allí, el título que pongo a este corto artículo. Su forma de interpretar, sobre todo a Pinglo https://www.youtube.com/watch?v=Mx8zFijH9z4, es de veras único y original y está trayendo un aire nuevo a la interpretación de las obras del bardo. Las letras de Pinglo ya poseen en ellas, muchas veces una increíble musicalidad y eso es algo que ella logra rescatar antes que se introduzca el acompañamiento, como una versión que hace de “El Plebeyo” que me parece magistral. Ella hace la introducción “ a capella” del texto desnudo, vestido solo con su melodiosa voz. Nos describe la ciudad, la noche, el relativo silencio, el escenario y el drama del personaje del vals. Recién cuando se introduce la frase “El amor siendo humano, tiene algo de divino…”, entra el acompañamiento. Para quien sepa escuchar, esa forma de interpretar la obra, crea un efecto único. Las voces interpretativas de Jesús Vásquez o del incomparable Alejandro Cortez, entran después de la guitarra. Son bellas también, pero lo de Victoria es bello y novedoso.

Así también, en otras obras de Pinglo, Victoria nos lleva de la mano, siempre con esa voz que puede subir y bajar sin ninguna brusquedad, a veces enfática o llevando las cosas al tono de la confidencia, pero nunca rompiendo la dinámica. Logra lo mismo con las obras de Chabuca Granda que ha abordado.

La cantante ya nos dio bastante y sin duda nos dará mucho más. Además la generosidad y sencillez de su personalidad, son parte de su atractivo. La maestra sabe bien, que hacer un arte del canto es justamente ese raro equilibrio entre expresar y comunicar. No todos llegan allí. Muchos cantan, pocos comunican. Victoria sí.

Se luce interpretando a Pinglo