Innegable cuesta abajo la rodada

Ni el más entusiasta vividor o servidor, a la postre es lo mismo, de la administración Kuczynski se atreve a negar lo que asoma como indetenible avalancha: la destitución del presidente por permanente incapacidad moral.

Pero el inevitable nadir de PPK impulsará consigo la convocatoria de nuevas elecciones generales. Es decir los 130 huéspedes precarios del Congreso tendrán que comprender que ellos serán también de la partida. No es difícil adivinar que varias decenas ya están armando las campañas reeleccionistas. La ecuación estrujar las mamas del Estado y tener prensa –el cuarto de hora de fama- y ser llamado doctor o doctora, es un placer sublime para estos personajes.

El canibalismo con saco y corbata que se practica en Perú y a la que llaman “política” encontrará en pocas semanas instantes supremos de desverguenza irredimible. Mientras tanto los analistas, estrategas, politólogos y demás personas dedicadas a pontificar de acuerdo a las estaciones y al viento que sufraga las faltriqueras, persistirá en mil exégesis, ninguna de las cuales sirve gran cosa. Si algo.

¿Es una tragedia reconocer nuestra incapacidad nacional para actuar como seres decentes y constructores de una sociedad igualitaria, justa, culta y libre? ¿Cómo explicar que el Estado polemice con balas y asesine a productores agrarios que reclaman lo que le niegan desde hace decenios? ¿De qué manera comprender el dolor de quienes están muy lejos de Lima pero que son igual de peruanos que cualquiera de nosotros?

¡Ni un elefante con una pata fracturada, miope o con urticaria aguda, habría sido tan torpe en su comportamiento como fue el presidente PPK con el indulto y gracia a Alberto Fujimori. En las horas que vienen Perú tomará conocimiento de cómo la Corte Interamericana de Derechos Humanos le dirá de sus gravísimos yerros en contra de sentencias de los que la Nación fue disciplinada cumplidora.

Nadie ayudó a calcular al presidente PPK. O no se dejó ayudar o, de repente, aún no comprende que los negocios, finanzas y actividades lucrativas, no pertenecen al ámbito de un jefe de Estado. En cualquier caso la indignación es monumental y todo indica que esta vez el número de votos sí será realidad y la vacancia, el resultado rotundo.

No sería fracaso sólo de PPK. Los hombres y mujeres que están en la cosa pública desde hace más de 30 ó 40 años están demostrando su mediocridad absoluta, orfandad de luces de Estado y un conservadurismo que sólo admite como solución su ¡licenciamiento total! ¡Viejos a la tumba! Y hay jóvenes que tienen el alma vieja.

Aquí la trampa es ley. Peor aún: la celebran tirios y troyanos. La televisión y, en general, los miedos de comunicación, con rarísimas excepciones, vomitan adefesios que embrutecen durante las 24 horas. En lugar de llamar a polémica de ideas o confrontación de planteamientos, el caballazo, la imposición, el latigazo, forman parte del fallido ADN social peruano.

Al débil mental se reputa como formador de opinión. Al bufón que se pasea de canal en canal, diciendo siempre las mismas bobadas, se tilda de periodista. Don Nadie y Doña Ninguna están en primera fila de la línea de mando en el Perú. ¿Cómo entender de otro modo, la cuasi bicentenaria seguidilla de sórdidas estupideces incurridas y que registra nuestra maquillada historia nacional?

Cuesta abajo la rodada. Lo mismo un burro que un gran profesor. Verdades del tango.