Por orden de mi gobierno, informo a usted sobre los siguientes hechos, que revisten la más extrema urgencia.

El 20 de febrero de 2018, grupos terroristas armados posicionados en la Ghouta Oriental dispararon sobre la ciudad de Damasco y sus suburbios una lluvia mortal de proyectiles que, en el momento en que escribo la presente carta, ya habían dejado decenas de muertos y heridos entre civiles inocentes. Esta máquina de matar no ha tenido piedad con ninguna calle de la capital, ni con ninguno de sus barrios residenciales, escuelas, hospitales, clínicas, centros de servicios públicos, lugares de culto o sedes de misiones diplomáticas.

Esta peligrosa escalada iniciada por las organizaciones terroristas de la Ghouta Oriental, que en sólo horas han disparado contra Damasco más de 45 proyectiles, da continuidad a los ataques que esas organizaciones perpetran diariamente contra los habitantes de Damasco, abriendo fuego con cohetes y morteros. En estas 7 últimas semanas han disparado más de 1 500 proyectiles, matando e hiriendo a miles de civiles inocentes, en su mayoría mujeres y niños.

Estos ataques terroristas coinciden con las campañas de difamación que ciertos dirigentes de Estados occidentales y otros han desatado para respaldar y cubrir directamente a los terroristas, y para estimularlos a perpetrar más actos de terrorismo sin tener que rendir cuentas de ello. Es una nueva prueba de que esos responsables en el seno de los gobiernos de ciertos Estados miembros [de la ONU] son cómplices de los crímenes perpetrados por los terroristas contra los ciudadanos inocentes de Damasco y de Rif-Damasco [1] ya que niegan el derecho del Estado sirio a defender a sus ciudadanos, a combatir el terrorismo y constituir un frente contra los terroristas, contra quienes los financian y contra quienes los arman. Todo eso es parte del sórdido complot que esos dirigentes vienen aplicando desde hace cerca de 7 años, durante los cuales Siria ha sufrido los bombardeos y masacres perpetradas por los terroristas por órdenes de sus dirigentes y de quienes los dirigen desde las capitales de ciertos países occidentales y de países del Golfo que todo el mundo conoce.

Esos actos terroristas no impedirán que la República Árabe Siria siga combatiendo el terrorismo, ni sus esfuerzos por restablecer la seguridad y la estabilidad en beneficio del pueblo sirio, así como sus esfuerzos por reconstruir lo que han destruido los terroristas, sus aliados y quienes los financian y apoyan.

La República Árabe Siria pide al Consejo de Seguridad y al secretario general [de la ONU] que condenen inmediata y enérgicamente esta escalada terrorista, dirigida específicamente contra la capital, Damasco, y sus habitantes indefensos. Exhorta al Consejo a que asuma sus responsabilidades en cuanto a la preservación de la paz y de la seguridad internacionales y a tomar medidas disuasivas y punitivas contra los regímenes y gobiernos que respaldan y financian el terrorismo, conforme a sus resoluciones sobre el tema, específicamente las Resoluciones 2170 (de 2014), 2178 (de 2014), 2199 (de 2015), 2253 (de 2015) y 2368 (de 2017).

Finalmente, la República Árabe Siria declara que si ciertos Estados occidentales impidiesen al Consejo de Seguridad condenar estos crímenes terroristas, ello haría saber a los terroristas y a los regímenes que los apoyan que pueden seguir perpetrando sus actos de terrorismo y sus crímenes contra el pueblo sirio y manteniendo a los pobladores de la Ghouta Oriental y de otras regiones como rehenes del terrorismo, asediándolos y utilizándolos como escudos humanos, al servicio de los intereses de las organizaciones terroristas y de sus partidarios.

Le agradecería que tenga usted a bien distribuir el texto de la presente carta como documento del Consejo de Seguridad.

[1Rif Damasco, que se traduciría como “Damasco-campo”, es la apelación administrativa del territorio rural que rodea la ciudad de Damasco, capital de la República Árabe Siria. Nota de la Red Voltaire.