El pasado 14 de marzo, se celebró una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York en relación con el incidente químico en Salisbury (Gran Bretaña) –el llamado caso de Serguei Skripal. Esta reunión se celebró a puertas abiertas, en público por solicitud de Rusia. La parte rusa dio una respuesta dura y argumentada a las acusaciones infundadas contra nosotros, contra las insinuaciones y ultimátums de Londres apoyados, sin entrar en detalle, por la representante especial de Estados Unidos ante ese organismo internacional, Nikki Haley.

El embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, declaró que Rusia está dispuesta a cooperar con los organismos de instrucción británicos a tenor del Convenio sobre la Prohibición de las Armas Químicas, dado el hecho que una víctima de este incidente es la ciudadana de Rusia, Yulia Skripal. Nos respondieron con una nueva dosis de propaganda dirigida a un auditorio emocional, modesto que no está al tanto.

Para confirmar que sus intenciones son serias la delegación rusa propuso elaborar en el mismo día una reacción coordinada del Consejo de Seguridad de la ONU al incidente que no sea políticamente sesgada, de conformidad con el Derecho Internacional. Evitamos cualquier injerencia en los asuntos internos de un Estado soberano (en este caso, Gran Bretaña) y en la investigación nacional. Londres y otros países occidentales suelen cometer ese tipo de injerencia.

Citamos el texto completo del borrador de nuestro documento: 

«Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU están preocupados por la información sobre el supuesto uso de una sustancia tóxica en Gran Bretaña y exhortan a todos los países miembros implicados a dar consultas y cooperar en la investigación de esta situación de conformidad con sus compromisos estipulados en el acápite 2 del Artículo IX del Convenio sobre la Prohibición de las Armas Químicas.

Los miembros del Consejo de Seguridad confirmaron de nuevo su fidelidad al Convenio sobre la Prohibición de las Armas Químicas y recordaron que era necesario conseguir la paz libre de las armas químicas.»

Mientras, las enmiendas propuestas por la delegación británica que tergiversan el sentido del documento obligaron a suspender toda la actividad en torno a éste y, de hecho, hicieron fracasar su aprobación.

Así las cosas, Londres, en el marco de sus acciones provocativas e histéricas de los últimos días, demostró de nuevo que no estaba interesada en llevar a cabo una investigación exhaustiva y fiable del incidente en Salisbury. Esto no nos sorprendió.