El gobierno turco obligó a los responsables de 18 iglesias judías y cristianas a firmar una declaración en la que afirman gozar de libertad de culto en Turquía. Entre los firmantes figuran el patriarca greco-ortodoxo Bartolomé I, el obispo armenio Aram Atesyan y el gran rabino Ishak Haleva.

La agencia nacional de noticias Anadolu difundió el texto de la declaración [1], que fue posteriormente citada por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan como prueba de que él no persigue a los cristianos.

Todo esto sucede en el contexto del pedido de extradición que el gobierno turco presentó a Estados Unidos contra el predicador musulmán Fethullah Gulen –ex colaborador de la CIA que reside en suelo estadounidense–, de la negativa estadounidense a extraditarlo y del arresto –como respuesta del gobierno turco– del pastor evangélico estadounidense Andrew Brunson.

De hecho, Ankara está tratando de lograr que Washington acepte intercambiar un líder religioso por otro y el presidente Erdogan utiliza la declaración obtenida de las iglesias armenia y ortodoxa para mostrar que en Turquía se respeta la libertad de culto.

Sin embargo, la legislación turca prohíbe la construcción de lugares de culto para los cristianos, Turquía no reconoce el patriarcado ecuménico de Constantinopla, los seminarios cristianos fueron cerrados por la policía turca en 1971 –lo cual impide desde entonces la formación sacerdotes y pastores– y los edificios de numerosas iglesias y monasterios han sido confiscados.

Como puede verse en la foto que acompaña esta información, el presidente Recep Tayyip Erdogan ahora saluda haciendo con sus manos el signo que identifica a los miembros de la Hermandad Musulmana.

[1“Azınlık cemaatlerinden ’baskı’ iddialarına yalanlama”, Anadolu Ajensi, 31 de julio de 2018.