Emiratos Árabes Unidos acaba de confirmar su cambio de actitud hacia Irán al reconocer implícitamente su responsabilidad en el atentado que dejó un saldo de 24 muertos y 60 heridos en la ciudad iraní de Ahvaz, el 22 de septiembre de 2018, durante un desfile militar.

La ciudad de Ahvaz es la capital de la región árabe iraní de Khuzistán. El 22 de septiembre de 1980, el presidente iraquí Saddam Hussein trató de anexar esa población, provocando así la guerra entre Irak e Irán. En aquel momento, la inmensa mayoría de los árabes iraníes opusieron resistencia a la agresión iraquí. El desfile militar que fue objeto del atentado terrorista del pasado sábado conmemoraba un nuevo aniversario del inicio de aquella guerra, estimulada y financiada por las potencias occidentales contra la Revolución iraní del imam Khomeiny.

Varios grupos, como el Partido de la Solidaridad Democrática de Ahvaz (grupo respaldado por el MI6 británico y la CIA estadounidense que trata de aglutinar diversas minorías no persas de Irán) y la Organización de Liberación de Ahvaz (que cuenta con apoyo de los seguidores del extinto Saddam Hussein), organizan periódicamente protestas y atentados en la región de Khuzistán.

La autoría del atentado del sábado fue reclamada simultáneamente por el Frente Popular y Democrático de los Árabes de Ahvaz (supuestamente formado por varias organizaciones pro-iraquíes) y por el Emirato Islámico (Daesh), que incluso publicó un video grabado antes del atentado con los participantes en el atentado suicida.

Es importante recordar que el régimen de Saddam Hussein había abandonado el laicismo en el marco de su programa de «Regreso a la Fe». Después del derrocamiento de Hussein, los ocupantes estadounidenses prohibieron la participación del partido Baas iraquí en la política nacional y disolvieron el ejército iraquí mientras Irak pasaba a ser dirigido por medios chiitas vinculados a Irán. Ezzat Ibrahim al-Duri, ex vicepresidente de Saddam Hussein, era también el Gran Maestro de la Orden de los Nachqbandis (una cofradía sufista) y acabó concluyendo una alianza con la CIA y el MI6 para integrar sus hombres a Daesh y lograr así su revancha contra los chiitas. Todo eso explica por qué los dos primeros anuncios de autoría del atentado de Ahvaz conducían –aunque por caminos diferentes– a Washington y a Londres, lo cual llevó la República Islámica de Irán a emitir sus acusaciones contra las potencias occidentales y las monarquías del Golfo que apadrinan el terrorismo.

Sin embargo, un consejero de Mohamed ben Zayed, príncipe heredero de los Emiratos Árabes Unidos, ha declarado públicamente que su país acaba de lograr hacer llegar la guerra al territorio de Irán, con lo cual reconoce el papel de los Emiratos en el atentado de Ahvaz. Ese tipo de declaración no es sorprendente en el Medio Oriente. Por ejemplo, en 2015, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan expresó públicamente su regocijo ante los atentados que él mismo había ordenado en Europa.

La posición de los Emiratos Árabes Unidos con respecto a Irán ha cambiado ahora bruscamente.

Pero no ha sido a causa de la guerra contra Yemen, donde los emiratíes luchan contra los huthis, que a su vez cuentan con el respaldo de Irán. El cambio de actitud de los Emiratos Árabes Unidos hacia Teherán se debe más bien a la salida de Estados Unidos del acuerdo 5+1 (JCPOA) ya que durante las dos últimas décadas los emiratíes se enriquecieron gracias a las medidas que la República Islámica había tenido que adoptar para burlar las sanciones estadounidenses, principalmente a través del puerto de Dubai.

En este momento, Emiratos Árabes Unidos se considera enemigo de Irán y ha vuelto a resurgir la disputa bilateral sobre la posesión de un islote ubicado en el Golfo Arábigo-Pérsico.

Ante la promesa del presidente iraní Hassan Rohani de una «respuesta terrible» a los comanditarios del atentado, el ministro emiratí de Exteriores reaccionó desmintiendo las declaraciones anteriores del consejero del príncipe heredero.