El primer ministro heleno declaró que su gobierno “[esperará] la respuesta del gobierno alemán. […] Pero sea cual sea esa respuesta, esta vez no debemos permitir que el asunto quede latente. Esta vez insistiremos”. Su intención es “llegar a un acuerdo con Alemania para iniciar un diálogo como socios iguales, como amigos y aliados”. El gobierno alemán no esperó en responder a estas demandas, y por medio de su portavoz Steffen Seibert hizo saber que si bien son conscientes de la responsabilidad histórica de su país, “[…] la cuestión de las reparaciones alemanas ha sido resuelta de manera concluyente en términos legales y políticos”.

Grecia fue ocupada de 1941 hasta 1944 por el ejército alemán. En este periodo causó importante deterioro a puentes y caminos y la muerte de cerca de 10 mil griegos, además de obligar al Banco Central heleno a conceder importantes préstamos al ocupante sumando alrededor de 476 millones de marcos imperiales (Reichsmark) equivalentes hoy a 11 mil millones de euros (12.4 mil millones de dólares). En la década de 1960 la República Federal de Alemania (RFA) le pagó voluntariamente a Atenas 115 millones de marcos alemanes (cerca de 66.2 millones de dólares).

No obstante en el pasado, la RFA argumentó que mientras que perdurara la existencia de la República Democrática Alemana (RDA), no había forma de abordar el tema de forma conclusiva. En 1990 finalmente entró tal reunificación, y en el Tratado 2+4, el cual sellaría la unidad política alemana, se estipuló unilateralmente el fin de toda reparación de ahí en adelante. Por lo que la demanda de reparaciones a Grecia se vio nuevamente refutada, aún habiéndose cumplido la condición esgrimida por Bonn previo a 1990. Independientemente del color político, todos los gobernantes alemanes desde la reunificación han mantenido la postura de intransigencia acerca de las reclamaciones históricas de Grecia.

En 2010 el entonces primer ministro heleno Giorgos Papandreu tuvo que pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea, dado que como resultado de la crisis financiera internacional de 2008 su deuda superaba el 180 por ciento y la bancarrota era inminente. Finalmente en agosto 2018 el país dio por terminado el programa de ayudas, que supusieron cerca de 289 mil millones de euros en préstamos y acabó con la tutela de la troika.

Tsipras, electo en 2015 con altos índices de popularidad, y un programa de gobierno tendencialmente de izquierda bajo el partido Syriza, rápidamente tuvo que abandonar sus ambiciones y doblegarse a los mandatos de sus principales acreedores y sobre todo a la troika. Tras aprobar por 3 años cada reforma exigida y haber llevado todos los recortes a los salarios y pensiones altamente antipopulares tal y como se le pedía para desbloquear las ayudas, vuelve con una medida polémica, al reclamar de nueva cuenta reparaciones históricas, las cuales van dirigidas a nadie menos que su principal acreedor, Alemania.

Tsipras sostiene que el reclamo es un pendiente histórico, no ligado en ningún modo con la crisis de deuda pasada. Sin embargo con un nivel aún por encima de 180 por ciento de endeudamiento y un desempleo de alrededor de 18.5 por ciento, el primer ministro Tsipras y el partido Syriza tendrá que seducir a su electorado muy desencantado con las promesas rotas en 2015 y con un tejido social muy deteriorado con vistas a las elecciones del parlamento europeo el 26 de mayo de 2019.

La diputada en el Bundestag Heike Hänsel (Die Linke) afirmó a la prensa que “[el] rechazo persistente de esta petición por parte del Gobierno federal es vergonzoso y contradice la opinión jurídica de los servicios científicos del Bundestag alemán. […] Aparte del hecho de que el gobierno federal se remite a una posición que no ha sido aclarada y que no es vinculante en virtud del derecho internacional, se niega así la obligación moral y política de Alemania […].” El partido Die Linke exige así al gobierno tratar la petición de restitución de los préstamos forzosos, aparte de los temas de reparaciones de guerra en sí.

Mientras que esto sea un asunto meramente bilateral, estamos ante una confrontación de una postura contra otra. Pero en otra cosa se convertiría en el momento en que un tribunal internacional dirima sobre este asunto, donde Berlín tendrá que esgrimir sus mejores argumentos para ponerle nuevamente un dique a esta demanda histórica de parte los griegos.

Más allá del debate histórico que esto abre, Syriza podría verse ante una debacle política en las elecciones al parlamento europeo en mayo, y nacionales en octubre 2019. Ante una pérdida de credibilidad de la población así como de su propio electorado, aunque no sobresalga nada concreto de esta medida en particular, Tsipras busca recuperar algo de su aura de 2015 ahora venida a menos. El éxito que tenga en esto queda por verse aún en las urnas.

Fuente
Contralínea (México)