Muchas gracias, Sr. Presidente, Sr. Secretario General, distinguidos delegados, embajadores y líderes mundiales.

Siete décadas de historia han pasado por este salón, con toda su riqueza y drama.

Desde donde estoy parado, el mundo ha escuchado a presidentes y primeros ministros en el apogeo de la Guerra Fría. Hemos presenciado la fundación de naciones. Hemos visto a los líderes de la revolución. Hemos visto a personas santas que nos inspiraron con esperanza, a rebeldes que nos conmovieron con pasión y héroes que nos alentaron con valor, todos aquí para compartir planes, propuestas, visiones e ideas en el escenario más grande del mundo.

Al igual que aquellos que estuvieron aquí antes que nosotros, nuestro tiempo es uno de grandes luchas, grandes riegos y opciones claras. La división esencial que se extiende por el mundo y a lo largo de la historia se ve de nuevo muy claramente. Es la división entre aquellos cuya sed de control los engaña haciéndoles creer que están destinados a gobernar a otros y a aquellas personas y naciones que solo quieren gobernarse a sí mismas.

Tengo el inmenso privilegio de dirigirme a ustedes hoy como el líder elegido de una nación que valora la libertad, la independencia y el autogobierno sobre todas las cosas. Estados Unidos, después de haber gastado más de 2.500 billones de dólares desde mi elección para reconstruir completamente nuestro gran ejército, es también, por mucho, la nación más poderosa del mundo. Esperamos que nunca tengamos que usar ese poder.

Los estadounidenses saben que en un mundo donde otros ven conquista y dominación, nuestra nación debe ser fuerte en riqueza, poderío y espíritu. Es por eso que Estados Unidos defiende enérgicamente las tradiciones y costumbres que nos han hecho quienes somos.

Al igual que mi amado país, cada nación representada en este salón tiene una historia, una cultura y una herencia preciadas que vale la pena defender y celebrar, y que nos brindan nuestro singular potencial y fortaleza.

El mundo libre debe acoger sus fundamentos nacionales. No debe intentar eliminarlos ni reemplazarlos.

Al mirar a nuestro alrededor y a todo este gran y magnífico planeta, la verdad es evidente. Si se quiere libertad, hay que enorgullecerse de su país. Si se quiere democracia, aferrarse a su soberanía. Y si se quiere paz, amar su nación. Los líderes sabios siempre anteponen el bien de su propio pueblo y su propio país.

El futuro no pertenece a los globalistas. El futuro pertenece a los patriotas. El futuro pertenece a naciones soberanas e independientes que protegen a sus ciudadanos, respetan a sus países vecinos y honran las diferencias que hacen que cada país sea especial y único.

Es por eso que en Estados Unidos nos hemos embarcado en un emocionante programa de renovación nacional. En todo lo que hacemos, estamos enfocados en potenciar los sueños y aspiraciones de nuestros ciudadanos. Gracias a nuestras políticas económicas en pro del crecimiento, nuestra tasa de desempleo nacional alcanzó su nivel más bajo en más de medio siglo. Impulsados por recortes masivos de impuestos y disminución de regulaciones, se están produciendo empleos a un ritmo histórico. Se han agregado seis millones de estadounidenses a las listas de empleo en menos de tres años.

El mes pasado, el desempleo entre afroestadounidenses y estadounidenses de origen hispano y asiático alcanzó sus tasas más bajas jamás registradas.

Hemos puesto en orden la vasta abundancia energética de nuestra nación, por lo que Estados Unidos es ahora el principal productor de petróleo y gas natural en el mundo. Los salarios están aumentando, los ingresos están aumentando y 2,5 millones de estadounidenses han salido de la pobreza en menos de tres años.

A medida que reconstruimos el poder inigualable del ejército estadounidense, también estamos revitalizando nuestras alianzas al dejar muy claro que se espera que todos nuestros colaboradores paguen su parte justa de la tremenda carga de defensa que Estados Unidos ha realizado en el pasado.

En el centro de nuestra visión para la renovación nacional se encuentra una ambiciosa campaña para reformar el comercio internacional.

Durante décadas, el sistema de comercio internacional ha sido fácilmente explotado por naciones que actúan de muy mala fe. A medida que los trabajos se subcontrataban, unos cuantos se hicieron ricos a expensas de la clase media.

En Estados Unidos, el resultado fue de 4,2 millones de empleos en manufactura perdidos y 15 billones de dólares en déficit comercial durante el último cuarto de siglo. Estados Unidos está ahora tomando esa acción decisiva para terminar con esta grave injusticia económica. Nuestro objetivo es sencillo: Queremos un comercio equilibrado que sea justo y recíproco.

Hemos trabajado estrechamente con nuestros colaboradores en México y Canadá para reemplazar el TLCAN con el nuevo, y que esperamos sea bipartidista, Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá.

Mañana me reuniré con el primer ministro Abe de Japón para seguir adelante con nuestro progreso en la finalización de un nuevo y excelente acuerdo comercial.

Mientras el Reino Unido se prepara para salir de la Unión Europea, he dejado en claro que estamos listos para finalizar un nuevo acuerdo comercial excepcional con el Reino Unido que aporte enormes beneficios a nuestros dos países. Estamos trabajando en estrecha colaboración con el primer ministro Boris Johnson en un magnífico acuerdo comercial nuevo.

La diferencia más importante en el nuevo enfoque de Estados Unidos sobre el comercio se refiere a nuestra relación con China. En 2001, China fue admitida en la Organización Mundial del Comercio. Posteriormente, nuestros líderes sostuvieron que esta decisión obligaría a China a liberalizar su economía y fortalecer las protecciones para proporcionar cosas que eran inaceptables para nosotros y para la propiedad privada y el estado de derecho. Dos décadas después, se ha demostrado que esta teoría estaba completamente equivocada.

China no solo se ha negado a adoptar las reformas prometidas, sino que adoptó un modelo económico que depende de masivas barreras comerciales, grandes subsidios estatales, manipulación de divisas, competencia desleal, transferencias forzadas de tecnología y robo de propiedad intelectual, así como también de secretos comerciales a gran escala.

Como solo un ejemplo, recientemente me reuní con el director ejecutivo de una excelente compañía estadounidense, Micron Technology, en la Casa Blanca. Micron produce circuitos de memoria utilizados para innumerables productos electrónicos. Para avanzar en el plan económico a cinco años del gobierno chino, una compañía propiedad del estado chino supuestamente robó los diseños de Micron, valorados en hasta 8.700 millones de dólares.

La compañía china obtiene patentes para un producto casi idéntico y Micron tiene prohibido vender sus propios productos en China. Pero estamos buscando que se haga justicia.

En Estados Unidos se perdieron 60.000 fábricas después de que China ingresara a la Organización Mundial del Comercio. Esto le está sucediendo a otros países en todo el mundo.

La Organización Mundial del Comercio necesita un cambio drástico. No se debe permitir que la segunda economía más grande del mundo se declare a sí misma como un país en desarrollo para jugar con el sistema a expensas de otros.

Durante años, estos abusos han sido tolerados, ignorados e incluso alentados. El globalismo ejerció una fuerte influencia sobre los líderes del pasado, lo que les hizo ignorar su propio interés nacional.

Pero en lo que respecta a Estados Unidos, esos días han terminado. Para confrontar estas prácticas injustas, impuse aranceles masivos a productos fabricados en China por más de 500.000 millones de dólares. Como resultado de estos aranceles, las cadenas de suministro ya se están reubicando de regreso a Estados Unidos y a otras naciones, y se están pagando miles de millones de dólares a nuestro Departamento del Tesoro.

El pueblo estadounidense está absolutamente comprometido a restablecer el equilibrio de nuestra relación con China. Espero que podamos llegar a un acuerdo que sea beneficioso para ambos países. Pero como he dejado muy claro, no aceptaré un acuerdo que no sea bueno para el pueblo estadounidense.

Mientras nos esforzamos por estabilizar nuestra relación, también estamos monitoreando cuidadosamente la situación en Hong Kong. El mundo espera que el gobierno chino cumpla con su tratado vinculante hecho con los británicos y registrado en las Naciones Unidas en el que China se compromete a proteger la libertad, el sistema legal y las formas de vida democráticas de Hong Kong. La forma en que China elija manejar la situación dirá mucho sobre su papel en el mundo en el futuro. Todos contamos con el presidente Xi como un gran líder.

Estados Unidos no busca conflictos con ninguna otra nación. Anhelamos paz, cooperación y el beneficio mutuo con todos. Pero nunca dejaré de defender los intereses de Estados Unidos.

Una de las mayores amenazas de seguridad que enfrentan las naciones amantes de la paz hoy en día es el régimen represivo en Irán. Todos conocemos el historial de muerte y destrucción del régimen. Irán no solo es el principal patrocinador estatal del terrorismo en el mundo; los líderes de Irán también están impulsando las trágicas guerras tanto en Siria como en Yemen.

Al mismo tiempo, el régimen está malgastando la riqueza y el futuro de la nación en una búsqueda fanática de armas nucleares y los medios para utilizarlas. No debemos permitir nunca que esto suceda.

Para detener la búsqueda de Irán de armas nucleares y misiles, retiré a Estados Unidos del terrible acuerdo nuclear con Irán, acuerdo al que le queda muy poco tiempo y que no permitía la inspección de sitios importantes y no incluía los misiles balísticos.

Tras nuestra retirada, hemos implementado severas sanciones económicas al país. Con la esperanza de liberarse de las sanciones, el régimen ha intensificado su agresión violenta y no provocada. En respuesta al reciente ataque de Irán a las instalaciones petroleras de Arabia Saudita, acabamos de imponer el nivel más alto de sanciones al banco central de Irán y al fondo de riqueza soberana.

Todas las naciones tienen el deber de actuar. Ningún gobierno responsable debe subsidiar la sed de sangre de Irán. Mientras continúe el comportamiento amenazador de Irán, no se levantarán las sanciones; se intensificarán. Los líderes de Irán habrán convertido a una orgullosa nación en una historia de advertencia de lo que sucede cuando una clase dominante abandona a su pueblo y se embarca en una cruzada por el poder personal y las riquezas.

Durante 40 años, el mundo ha escuchado a los gobernantes de Irán mientras atacan a todos los demás por los problemas que solo ellos han creado. Dirigen rituales de cantos de muerte contra Estados Unidos y trafican en un monstruoso antisemitismo.

El año pasado, el líder supremo del país declaró que Israel es un tumor canceroso maligno que debe extirparse y erradicarse, y que es posible y que sucederá. Estados Unidos nunca tolerará tal odio antisemita.

Los fanáticos han usado durante mucho tiempo el odio hacia Israel para distraer de sus propios fracasos. Afortunadamente, hay un reconocimiento cada vez mayor en un vasto Oriente Medio de que los países de la región comparten un interés común en combatir el extremismo y crear oportunidades económicas. Por ello es tan importante tener relaciones plenas y normalizadas entre Israel y sus vecinos. Solo una relación basada en el interés común, el respeto mutuo y la tolerancia religiosa puede forjar un futuro mejor.

Los ciudadanos de Irán merecen un gobierno que se preocupe por reducir la pobreza, acabar con la corrupción y aumentar los empleos; no robar su dinero para financiar y masacrar en el extranjero y en el país.

Después de cuatro décadas de fracaso, es hora de que los líderes de Irán tomen la iniciativa y dejen de amenazar a otros países y se concentren en construir su propio país. Es hora de que los líderes de Irán finalmente pongan al pueblo iraní primero.

Estados Unidos está listo para acoger la amistad con todos los que realmente buscan la paz y el respeto.

Muchos de los amigos actuales más cercanos de Estados Unidos, fueron nuestros peores enemigos. Estados Unidos nunca ha creído en tener enemigos permanentes. Queremos colaboradores, no adversarios. Estados Unidos sabe que si bien cualquiera puede hacer la guerra, solo los más valientes pueden elegir la paz.

Por esta misma razón, hemos recurrido a una audaz diplomacia en la península de Corea. Le dije a Kim Jong Un lo que realmente creo: Que, al igual que Irán, su país está lleno de un tremendo potencial sin explotar, pero que para cumplir esa promesa, Corea del Norte debe desnuclearizarse.

En todo el mundo, nuestro mensaje es claro: El objetivo de Estados Unidos es duradero, el objetivo de Estados Unidos es la armonía, y que el objetivo de Estados Unidos no es buscar estas guerras interminables, guerras que nunca terminan.

Con ese objetivo en mente, mi administración también persigue la esperanza de un futuro mejor en Afganistán. Desafortunadamente, los talibanes han optado por continuar sus despiadados ataques. Por lo que continuaremos trabajando con nuestra coalición de socios afganos para erradicar el terrorismo y nunca dejaremos de trabajar para hacer de la paz una realidad.

Aquí, en el Hemisferio Occidental, nos unimos a nuestros socios para garantizar la estabilidad y las oportunidades en toda la región. En esa misión, uno de nuestros desafíos más críticos, es la inmigración ilegal que socava la prosperidad, destruye sociedades y fortalece a los despiadados carteles criminales.

La inmigración masiva ilegal es injusta, insegura e insostenible para todos los involucrados: Los países de los que provienen y los países que se han mermado. Y se han mermado muy rápido, porque no se ha atendido a sus jóvenes y el capital humano se desperdicia.

Los países a los que llegan están sobrecargados con más migrantes de los que pueden aceptar de manera responsable. Por lo que los propios migrantes son explotados, asaltados y maltratados por despiadados coyotes.

Casi un tercio de las mujeres que hacen el viaje hacia el norte hasta nuestra frontera son agredidas sexualmente en el camino. Incluso, aquí en Estados Unidos y en todo el mundo hay una creciente industria artesanal de activistas radicales y organizaciones no gubernamentales que promueven el tráfico de personas. Estos grupos fomentan la migración ilegal y exigen la eliminación de las fronteras nacionales.

Hoy tengo un mensaje para aquellos activistas que están a favor de fronteras abiertas y que se esconden en la retórica de la justicia social: Sus políticas no son justas. Sus políticas son crueles y malvadas. Están alentando a las organizaciones criminales que se aprovechan de hombres, mujeres y niños inocentes. Ponen su propio falso sentido de virtud antes que la vida, el bienestar y un sinnúmero de personas inocentes. Cuando se socava la seguridad fronteriza, se socavan los derechos humanos y la dignidad humana.

Muchos de los países que están hoy aquí están enfrentando los desafíos de la migración incontrolada. Cada uno de ustedes tiene el derecho absoluto de proteger sus fronteras. Y, por supuesto, también lo tiene nuestro país. Hoy debemos resolver trabajar de manera conjunta para terminar con el tráfico de personas, poner fin a la trata de personas y acabar con el negocio de estas redes criminales de una vez por todas.

A nuestro país, puedo decirle sinceramente: Estamos trabajando estrechamente con nuestros amigos en la región, incluidos México, Canadá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Panamá para mantener la integridad de las fronteras y garantizar la seguridad y prosperidad de nuestro pueblo. Quisiera agradecer al Presidente López Obrador, de México, por la gran cooperación que estamos recibiendo, y por haber puesto a 27,000 soldados en nuestra frontera sur. México nos está mostrando un gran respeto, y yo los respeto a cambio.

En Estados Unidos, hemos tomado medidas sin precedentes para detener el flujo de inmigración ilegal. A todo aquel que considere cruzar ilegalmente nuestra frontera, escuche estas palabras: No pague a los traficantes de personas. No pague a los coyotes. No se ponga en peligro. No ponga a sus hijos en peligro. Porque si llega aquí, no se le permitirá la entrada. Se le devolverá de inmediato a su país. No será liberado en nuestro país. Mientras sea presidente de Estados Unidos, haremos cumplir nuestras leyes y protegeremos nuestras fronteras.

Para todos los países del Hemisferio Occidental, nuestro objetivo es ayudar a las personas a invertir en el brillante futuro de su propia nación. Nuestra región está llena de increíbles promesas: Sueños a la espera de ser realizados y destinos nacionales para todos. Y están esperando también ser realizados.

En todo el hemisferio hay millones de jóvenes trabajadores y patrióticos, ansiosos por construir, innovar y lograr. Pero estas naciones no pueden alcanzar su potencial si una generación de jóvenes abandona sus hogares en busca de una vida en otro lugar. Queremos que todas las naciones de nuestra región prosperen y que su gente prospere en libertad y en paz.

En esa misión, también estamos comprometidos a apoyar a aquellas personas en el Hemisferio Occidental que viven bajo una brutal opresión, como las de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Según un informe reciente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, las mujeres en Venezuela hacen fila durante 10 horas al día esperando alimentos. Más de 15.000 personas han sido detenidas como presos políticos. Los escuadrones de la muerte modernos están llevando a cabo miles de ejecuciones extrajudiciales.

El dictador Maduro es un títere cubano, protegido por guardaespaldas cubanos, que se esconde de su propio pueblo, mientras que Cuba saquea la riqueza petrolera de Venezuela para sostener su propio gobierno comunista corrupto.

Desde la última vez que hablé en este salón, Estados Unidos y nuestros colaboradores han formado una coalición histórica de 55 países que reconocen al gobierno legítimo de Venezuela.

A los venezolanos atrapados en esta pesadilla: Sepan que toda América está unida detrás de ustedes. Estados Unidos tiene vastas cantidades de ayuda humanitaria listas y en espera de ser entregadas. Estamos observando la situación de Venezuela muy de cerca. Esperamos el día en que se restablezca la democracia, cuando Venezuela sea libre y cuando la libertad prevalezca en todo este hemisferio.

Uno de los desafíos más serios que enfrentan nuestros países es el espectro del socialismo. Es el destructor de naciones y destructor de sociedades.

Los acontecimientos en Venezuela nos recuerdan a todos que el socialismo y el comunismo no tienen nada que ver con la justicia, no tratan sobre la igualdad, no tratan de ayudar a los pobres y ciertamente no buscan el bien de una nación. El socialismo y el comunismo son solo una cosa, el poder para la clase dominante.

Hoy repito un mensaje para el mundo que he dado en mi país: Estados Unidos nunca será un país socialista.

En el siglo pasado, el socialismo y el comunismo mataron a 100 millones de personas. Lamentablemente, como vemos en Venezuela, el número de muertos continúa en este país. Estas ideologías totalitarias combinadas con la tecnología moderna tienen el poder de ejercer formas nuevas y perturbadoras de represión y dominación.

Por esta razón, Estados Unidos está tomando medidas para evaluar mejor la tecnología e inversiones extranjeras y para proteger nuestros datos y nuestra seguridad. Instamos a todas las naciones presentes a hacer lo mismo.

La libertad y la democracia deben estar constantemente salvaguardadas y protegidas, tanto en el extranjero como a nivel nacional. Siempre debemos ser escépticos respecto de quienes desean conformidad y control. Incluso en las naciones libres vemos signos alarmantes y nuevos desafíos a la libertad.

Un pequeño número de plataformas de redes sociales está adquiriendo un inmenso poder sobre lo que podemos ver y sobre lo que se nos permite decir. Una clase política permanente es abiertamente desdeñosa, despectiva y desafiante de la voluntad del pueblo. Una burocracia sin rostro opera en secreto y debilita el gobierno democrático. Los medios de comunicación y las instituciones académicas empujan deliberadamente ataques contra nuestras historias, tradiciones y valores.

En Estados Unidos, mi administración ha dejado en claro a las compañías de redes sociales que defenderemos el derecho a la libertad de expresión. Una sociedad libre no puede permitir que los gigantes de las redes sociales silencien la voz del pueblo, y un pueblo libre nunca debe unirse ala causa de silenciar, obligar, suprimir o poner en una lista negra a sus propios vecinos.

Al defender los valores estadounidenses, afirmamos el derecho de todas las personas a vivir con dignidad. Por esta razón, mi administración está trabajando con otras naciones para detener la criminalización de la homosexualidad y nos solidarizamos con las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero y “queer” (homosexuales) (LGBTQ) que viven en países que castigan, encarcelan o ejecutan a personas por su orientación sexual.

También estamos defendiendo el papel de la mujer en nuestras sociedades. Las naciones que potencian a las mujeres son mucho más ricas, más seguras y políticamente mucho más estables. Por lo tanto, es fundamental no solo para la prosperidad de una nación sino también para su seguridad nacional buscar el desarrollo económico de las mujeres.

Guiada por estos principios, mi administración estableció la Iniciativa Mundial para el Desarrollo y la Prosperidad de la Mujer. La iniciativa es la primera estrategia gubernamental para el fortalecimiento económico de las mujeres, y trabaja para garantizar que las mujeres de todo el planeta tengan el derecho legal de poseer y heredar propiedades, trabajar en las mismas industrias que los hombres, viajar libremente y tener acceso a créditos e instituciones.

Ayer, también tuve el placer de recibir a líderes para sostener un debate sobre un irrefutable compromiso estadounidense: Proteger a los líderes religiosos y también proteger la libertad religiosa. Este derecho fundamental está bajo una amenaza creciente en todo el mundo. Es difícil de creer, pero el 80 por ciento de la población mundial vive en países donde la libertad religiosa está en un peligro significativo o incluso completamente prohibida.

Los estadounidenses siempre perseverarán en nuestro esfuerzo por defender y fomentar la libertad de culto y religión. Queremos y apoyamos la libertad religiosa para todos.

Los estadounidenses tampoco se cansarán de defender la vida inocente. Somos conscientes de que muchos proyectos de las Naciones Unidas han intentado hacer valer un derecho mundial al aborto inducido financiado por contribuyentes, justo hasta el momento del parto.

No es asunto en absoluto de los burócratas mundiales atacar la soberanía de las naciones que desean proteger la vida inocente. Como muchas naciones que están hoy aquí, nosotros, en Estados Unidos, creemos que cada niño, ya sea nacido o no nacido, es un regalo sagrado de Dios.

No hay ninguna circunstancia bajo la cual Estados Unidos permita que actores internacionales abusen de los derechos de nuestros ciudadanos, incluido el derecho a la legítima defensa. Es por ello que, este año, anuncié que nunca ratificaremos el Tratado sobre el Comercio de Armas de la ONU, que amenaza las libertades de los ciudadanos estadounidenses respetuosos de la ley. Estados Unidos siempre defenderá nuestro derecho constitucional a tener y portar armas. Siempre defenderemos nuestra Segunda Enmienda.

Los derechos y valores fundamentales que Estados Unidos defiende actualmente se inscribieron en los documentos fundacionales del país, los fundadores de nuestra nación entendieron que siempre habrá aquellos que creerán que tienen derecho a un poder y control real sobre los demás.

La tiranía avanza bajo muchos nombres y muchas teorías, pero siempre se reduce al deseo de dominación. No protege los intereses de muchos, sino el privilegio de unos pocos.

Nuestros fundadores nos entregaron un sistema diseñado para contener este peligroso impulso. Eligieron confiar el poder estadounidense a los más interesados en el destino de nuestra nación: Un pueblo orgulloso y apasionadamente independiente.

El verdadero bien de una nación solo puede ser perseguido por aquellos que la aman: Por ciudadanos arraigados en su historia, que se nutren de su cultura, comprometidos con sus valores, vinculados con su pueblo y que saben que el futuro es suyo para construirlo o perderlo.

Los patriotas ven una nación y su destino de una manera que nadie más puede.

La libertad solo se preserva, la soberanía solo se asegura, la democracia solo se sostiene, la grandeza solo se realiza por la voluntad y la devoción de los patriotas. En su espíritu se encuentra la fortaleza para resistir la opresión, la inspiración para forjar el legado, la buena voluntad para buscar la amistad y la valentía para alcanzar la paz. El amor a nuestras naciones hace que el mundo sea mejor para todas ellas.

Por lo tanto, a todos los líderes que están hoy aquí, únanse a nosotros en la misión más satisfactoria que una persona podría tener, la contribución más profunda que cualquiera pudiera realizar: Impulsar su nación, apreciar su cultura, honrar su historia, valorar a sus ciudadanos. Hagan que su país sea fuerte, próspero y justo. Honren la dignidad de su gente y nada estará fuera de su alcance.

Cuando nuestras naciones sean más grandiosas, el futuro será más brillante, nuestro pueblo será más feliz y nuestras alianzas serán más sólidas.

Con la ayuda de Dios, juntos nos libraremos de los enemigos de la libertad y venceremos a los opresores de la dignidad. Estableceremos nuevos estándares de vida y alcanzaremos nuevas alturas de logros humanos. Redescubriremos antiguas verdades, desentrañaremos antiguos misterios y haremos nuevos y emocionantes descubrimientos. Y tendremos una amistad más bella y más armoniosa entre las naciones como nunca antes.

Mis compañeros líderes, el camino hacia la paz, el progreso, la libertad y la justicia y un mundo mejor para toda la humanidad comienza en su país.

Gracias. Dios les bendiga. Dios bendiga a las naciones del mundo. Y Dios bendiga a Estados Unidos. Muchas gracias.