En el sonado caso de las amenazas y humillaciones cometidas contra
la periodista y luchadora social, Lydia Cacho Ribeiro, el comportamiento
de un gobernador, el del Estado de Puebla, Mario Marín, y el de
un empresario apodado “el Rey de la Mezclilla", explica, con escuchas
telefónicas incluidas, de qué hablamos cuando hablamos de impunidad
y sus componentes perversos, obscenos y deshumanizados.

Mediante el teléfono, los personajes señalados dicen que la periodista
irá a parar a la cárcel y que allí se crearán las condiciones para que
otras reclusas la sometan a violaciones.

Lydia Cacho Ribeiro viene denunciando la existencia de una red de
pederastas en su calidad de militante en defensa de los derechos humanos
de las mujeres, y asumiendo una lucha que no admite retrocesos.