Hugo Jaramillo es, ante todo, un poeta que viene escribiendo y publicando sus textos poéticos desde hace más de treinta años. Su producción es extensa y se encuentra recogida en más de diez poemarios. Además de ejercer la cátedra como profesor de literatura por muchos años es un gran conocedor de la problemática cultural del país, pues tiene un post grado en Gestión Cultural, lo que le ha llevado a entregarse por entero al estudio de la realidad nacional en el campo de la arte y la literatura.

Es por ello que OPCIÓN le ha invitado a dar su opinión sobre el problema surgido cuando la Asamblea Nacional Constituyente, en el proyecto elaborado por la Mesa 7, prácticamente elimina la autonomía con la que, desde su fundación, ha venido operando la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

- ¿Es verdad que con los artículos 44, 45 y 46 del proyecto de Constitución, que deberá ser aprobada en agosto por votación popular, se elimina la autonomía de la que siempre ha gozado la Casa de la Cultura Ecuatoriana?

 “Antes de responder a este cuestionamiento, considero importante hacer una reflexión sobre la relación sociedad-estado: se ha señalado enfáticamente que “No es el Estado el que determina el papel de la sociedad y sus organizaciones, sino que éstas son las que deben definir el papel del Estado”. Es decir, es la dinámica social la que establece cánones y lineamientos que han de orientar las relacione sociales, culturales, económicas y de toda índole que garanticen su existencia y desenvolvimiento. A partir de estas premisas hay que establecer algunas nociones básicas que orienten un discurso alrededor de la naturaleza y funciones de una institución cuya existencia está siendo cuestionada. Es preciso recordar que la cultura, aceptada universalmente como un determinante fundamental en el desarrollo de los pueblos, constituye, como lo afirma García Canclini, ”un proceso que atraviesa y da significado a toda la praxis social, a través de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social”. Esta afirmación, que es la noción de pluriculturalidad, significa que la cultura es un eje transversal que articula todos los elementos estructurales y superestructurales de la sociedad y del estado”.

- ¿Sin embargo la Dictadura Militar de l963, clausuró la Casa de la Cultura e impuso un directorio obediente a sus oscuros intereses?

 “En aquella época, con una institución creada para el ejercicio libre y autónomo del pensamiento y la acción cultural, cuando fue intervenida por un gobierno dictatorial, movilizó a los actores socio-culturales, liderados por la Asociación de Escritores y Artistas Jóvenes del Ecuador (AEAJE), quienes se tomaron todos los Núcleos del País exigiendo la salida de los representantes de la dictadura y pidiendo la reapertura de la Casa, para que esté abierta a todos los ecuatorianos que quisieran hacer obra cultural auténtica, para acabar con el anquilosamiento en el que había caído y con los círculos del elogio mutuo y con toda suerte de academicismo, en busca de una “popularización de la Cultura”, como decían en su Manifiesto”.

- ¿Crees que esos postulados se cumplieron?

 “Hoy 2008, en un contexto en el cual los principios de diversidad, de interculturalidad, de participación y de equidad, se esgrimen en los documentos y discursos cotidianos, se siente una atmósfera, en mucho, similar a la de entonces, que está generando la necesidad de repensar en los procesos, en las políticas y estrategias institucionales que posibiliten respuestas a las exigencias socioculturales de este tiempo”.

- ¿Pero, crees que estos síntomas que tú señalas, justifican la decisión de acabar con la autonomía que tiene actualmente la Casa de la Cultura?

 “La estructura institucional debe responder a las exigencias de lo diverso. Las políticas y estrategias institucionales deben orientarse a garantizar el ejercicio de la interculturalidad, la promoción, el intercambio, la difusión, desde esa perspectiva. Es urgente que se posibilite la participación democrática en las decisiones y conducción institucionales. No es concebible una intervención gubernamental sobre una institución cuyo precio sustantivo es la libertad para el ejercicio del pensamiento, pretender eso significaría constituirle a la Casa de la Cultura en un apéndice de otra institución del Estado, atentándose contra las libertades de creación y de expresión”.

- ¿O sea que estás por la Autonomía?

 “Es importante anotar que lo de autonomía resulta un eufemismo, cuando la institución recibe asignaciones del Estado y responde, por lo mismo, a lo normado por los organismos de control de gasto pertinentes. Lo primero porque el Estado tiene obligaciones en materia de cultura y lo segundo porque, como cualquier otra institución, tiene que rendir cuentas y a transparentar su acción. La autonomía debe ser entendida desde el ejercicio pleno de los derechos del creador del pensamiento y de todo ciudadano a participar en la construcción de su identidad en libertad”.

- ¿Cuál es la salida entonces?

 “En mi opinión: 1).- Debe levantarse un registro y carnetización de los miembros de la Casa de la Cultura a nivel nacional, con el fin de implementar procesos de elección de los dignatarios, tanto de la matriz como de los núcleos, procesos que deberán ser universales y democráticos, con el aval del Tribunal Electoral, similar a lo dispuesto para los colegios de profesionales. 2).- El Directorio debe constituirse en función de la realidad pluricultural del país, de tal modo que lo diverso sea un eje institucional prioritario y, consiguientemente, las políticas y estrategias institucionales se formulen con esta prespectiva y en base a la participación democrática de los gestores culturales. 3).- El concepto de “secciones”, debe reemplazarse por el de “redes”, que posibiliten la participación efectiva de los creadores y gestores del país, implementándose mecanismos de interconexión desde lo local a lo nacional. 4).- Para que esto sea posible se hace indispensable la formulación de un Plan Estratégico Institucional, que articule los procesos a nivel nacional a través de programas y proyectos generados desde las necesidades de los entornos en los que se desenvuelven cada uno de los Núcleos”.

“Todo esto será el resultado de un proceso cuyos orígenes podríamos encontrarlos allá, por la década de los cuarenta, cuando Benjamín Carrión enuncia la “Teoría de la Casa de la Cultura” y afirma que: Nosotros, nación y patria ecuatoriana, hemos llegado por diversos caminos a la comprensión definitiva de nuestro estatuto esencial: CULTURA Y LIBERTAD”.